galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

PELIGRA EL ALPEDISMO EN URUGUAY

Por J.J. García Pena

Mientras a nivel global se propaga la moda del senderismo, el montañismo, el barranquismo y el alpinismo, en Uruguay, que nos podemos jubilar por ley a los sesenta años siempre que tengas los reglamentarios treinta y cinco años de trabajo y aportes al día, se quiere contener el auge del noble y añejo  deporte del alpedismo.

En cualquier momento, según los sabios runrrunes populares se reducirá drásticamente esa tendencia nacional. Los más alarmistas vaticinan que se elevará la barrera jubilatoria hasta los 76 años, y luego ¡A disfrutar!

—- Eso  si llegás con vida, ¡Jé, je,je!.

Los más optimistas temen la estiren «solo» hasta los 67 pirulos.

Gran parte del problema, derivado de la baja natalidad, ya que los uruguayos nos reproducimos a razón de un hijo y medio por pareja, hábito que no engendra brazos y aportes de reemplazos, podría quedar resuelto de un plumazo.

Es en la vejez, con su caravana de achaques, dónde el ciudadano se vuelve más gravoso al «sistema». Para colmo de males, cada vez los viejos viven más y encima pretenden vivir mejor que en los tiempos de Napoleón o de aquel Alfonsito del Mal Número.

—- Jamás los conformarás. Cuanto más se les da más quieren. ¡Avaros! Incluso  sé de algunos que hasta  pretenden tres comidas al día, ¡como si no tuviesen suficiente con llenar la andorga con la vivificante y espumosa agua tibia de la tradicional yerba mate. ¡Ingratos!

Sesudos economistas, luego de reiteradas reuniones y conciliábulos, han dictaminado y coincidido en el mal que aqueja a la Seguridad Social:

—- Sí, señores: ¡Que ahora los viejos viven más! ¡Joder!   

Antes también llegaban a más de los ochenta y tantos y alguno pasaba los cien, pero eran una minoría ínfima y ni molestaban a la SS, pobriños. Generalmente los cuidaba en casa y hasta el final una familiar caritativa de esas que ya no vienen.

—- ¿Observaste que dije una familiar y no un  familiar?

¡Natural! Esas tareas de amor, desprendimiento y altruismo solo podían ser desempeñadas por mujeres. 

¿Que hoy también hay enfermeros que lo hacen igual o mejor que las mujeres? Sí. Pero cobran.  Y a tal hora, ahí te quedas, viejiño

Aquellas víctimas del sistema no tenían más paga que la promesa de un…

—- ¡Que dios te lo pague…! o ¡Que dios te lo tenga en cuenta!

Y con esa promesa de jubilación celestial y eterna, ella ocupaba, sumisa, su rol de criada p´a todo…  ¡Siglos de Oro…!

Pero volvamos a las preocupaciones del  presente.

El caso, te decía, es que los viejiños vamos durando cada vez más y nos da por querer viajar y bailar lejos de nuestros pagos. Salidas para arriba y para abajo. Buenos autobuses con aire acondicionado y pichinrrún.  Derroche sin sentido. ¡Que gastamos mucho, a ver si me entendés!

Por tanto, si acortamos los años  que median entre el acto jubilatorio y la inhumación del molesto alpedista, la Seguridad Social hallaría, en un ¡plís, plás!, su justo equilibrio: jubilado muerto ya no cobra.

—- Al toro por los cuernos y a los jubilados siendo menos.

Remedando el buen juicio de aquel grande prohombre, aquel titán llamado Custer cuando enunció aquella frase clarividente:

—- El único indio bueno es el indio muerto…

Yo aplaudo a sus émulos tinterillos y proclamo, fervoroso, sumando mi ronca voz a la de ellos: 

—- ¡El único alpedista útil a la sociedad, es el alpedista que ya espichó! ¡Abajo el alpedismo excesivo!

 No faltan los débiles soñadores de siempre que, ante la baja natalidad nacional y consecuente envejecimiento poblacional, abogan por abrir la puerta solidaria a tanto necesitado de un trozo de patria. 

 —- Como en su momento se les  abrieron esas puertas a tanto gallego o tanto expulsado de su tierra por la necesidad. ¡Cuánto trabajaron esos tipos!

¿Para qué correr riesgos innecesarios con extranjeros,  cuando el sentido común nos dicta la mejor de las soluciones? Recortemos bienes y vidas casi agotadas, esas que cotizan a la baja en el mercado de personas.

Desde un escritorio, sin mojarse,  es mucho más expeditivo y cómodo exprimirle dinero y vida a los indefensos viejos  que molestarse en imaginar el implemento de planes de dónde sacar futuros recursos genuinos y  renovables, al mismo tiempo que repoblar tanta vivienda citadina cerrada, tanto pueblo y campo desolado. 

Imaginación y trabajo, por lo visto, no son los puntos fuertes de los «sabedores de escritorio».

Quizá, en medio de tanto plan cruel e irrespetuoso para con los viejos, no desentone una idea luminosa, del todo original. Y, para orgullo terruñero, gallega de toda galleguidad, toda vez que la concibió un cerebro nacido en alguna de sus rías altas. Vaya, sin más preámbulo, la insuperable y jubilosa propuesta.

Total… ¿Qué le hace una mancha más al tigre?

  1. A) Decretemos la EJUR (Edad Jubilatoria Universal Remunerada)  entre el nacimiento y los primeros cincuenta años de toda persona humana.
  2. B) A partir de los cincuenta  años  todo ciudadano, hábil o semihábil, comenzará  trabajar, en régimen habitual, hasta desfallecer. Se le harán los descuentos de rigor.

B1) Se levantará  acta de FV (Finiquito Vital) en su mismo puesto laboral al occiso y desde ahí, ¡Hala! , derechito y sin escalas a la Quinta del Ñato.

B2) Como no le sobrevivirán menores a su cargo ni otras debilidades sentimentales, su anhelada desaparición no generará ni una perra de pérdida al eficiente SSS (Sólido Sistema Social).

¡Y esto es apenas un esbozo de las admirables ideas encaminadas a tener un SS saneado de toda debilidad y vanos sentimentalismos! 

—- Si no le gustan, tengo muchas  otras. (Groucho Marx).

 Nota del autor:

Alpedista. Dícese en el  Uruguay de quienes se acogieron a los beneficios (¿o maleficios?) del retiro o  jubilación. Muchos de ellos pasan las horas muertas sin hacer nada de nada,  al «Santo Pedo». De ahí lo de Alpedistas.

Ejemplo: 

—- ¿Y cómo estás llevando esa vida de jubilado, Fulano?

—- Ya lo ves: al pedo.   

O su variante más frecuente:

—-  Al Santo Pedo.

Es decir,  sin hacer nada rentable o, al menos,  útil.