PEPIÑO DEJÓ LA ALCALDÍA

A Pepiño hace cuarenta años que le conozco. Es de mi quinta. Vamos, de los que hizo la mili aquella de Franco cuando ser militar era mucho más que ser obispo. No sé quien le nombró alcalde, pero me imagino que el último gobernador franquista del que yo me olvidé para siempre cuando dejó de serlo. Sé que fue en 1975, en Diciembre, medio mes después de morir el dictador.

En 1974, cuando yo le conocí, era concejal y no esperaba hacer carrera política. Digo esto porque luego sería diputado provincial y consejero de la Caja de Ahorros de Pontevedra, pero nadie en este país lo imagina como usuario de una tarjeta negra. Perteneció a los dos partidos que supusieron los pilares del actual PP; es decir, la UCD de Adolfo Suárez y  aquella Alianza Popular de Manuel Fraga.

A pesar de llevar, hasta este martes pasado, 39 años como alcalde, por lo que sustentaba el honorífico título de “el más veterano” de Galicia,  Pepiño es una de las mejores personas que he conocido en mi vida… Y no solo te transmito mi opinión; creo que así piensa la mayoría de sus vecinos,  que le otorgaron mayoría absoluta en nueve elecciones municipales.

José Costa Díaz dimitió este martes pasado “por motivos de salud” y yo quisiera que lo hubiera hecho por cualquier otra cosa; como por ejemplo, porque estaba harto de tanto inútil como tiene por encima en su partido, el PP; sobre todo en la provincia de Pontevedra, donde mayormente se nota la mano del presidente del gobierno español y sus chicos del Valle del Vino.  Aunque siempre supo aguantar el tipo y hacer bien su trabajo.

Ya… ¿Qué donde ejerció como alcalde? Pues… en un territorio muy hermoso, con cuya comunidad se siente muy identificado: O Covelo.

Por allí dicen que Pepiño fue el inventor del Turismo Rural y también que fue él, como alcalde, quien consiguió colocar a este lugar en el mapa residencial. Por eso cuando voy por O Covelo me encuentro a tanta gente de Vigo.

Grabamos para la tele hace ya tiempo en esta tierra de montaña, valles y ríos que dibujan la belleza de su paisaje en verde. Está al sur de la provincia de Pontevedra y al pié de la cara norte de la sierra de O Suido, donde nace el río Tea. Es una villa bonita a la que se accede desde A Cañiza, tomando un desvío por la vieja carretera nacional de Vigo a Ourense, aunque el trayecto más llamativo quizá resulte ser el que nos lleva desde Mondariz por serpenteante carretera provincial poco frecuentada por lo desconocida.

La mejor panorámica de la villa se aprecia desde el Monte do Castro, donde se adoraba en la antigüedad al dios Sol y que ofrece al curioso varias leyendas, como la que habla de un pasadizo secreto hasta Baldomar, de caminos de oro con veneno o la piedra del ruido, que habla con martilleos al visitante.

En la Plaza del Ayuntamiento hay un cruceiro dedicado al Cristo de los Afligidos, obra del maestro Cerviño. Como quiera que este viejo y querido alcalde, mi amigo Pepiño, lo veia siempre desde el despacho de sus responsabilidades, le rezaré esta noche a ese Cristo para que le permita disfrutar del trayecto final con la salud recuperada y en compañía de esa su gente tan cordial y hospitalaria.