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¿POR QUÉ SE CALLA, MAJESTAD?

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Esta mañana, mis pájaros cantores me han despertado demasiado temprano y me he puesto a pensar, entre sueños, en la cama, porqué el Rey mantiene silencio sobre los grandes asuntos que acechan constantemente a una Monarquía caduca,  que pide a gritos su modernización. Ya mas despierto por el efecto de la ducha, me he dado cuenta de que esta Monarquía parlamentaria española no es un concepto político, sino un hombre, un solo hombre.

Es un ser único que actúa como si fuera omnipotente. Sus valores se han puesto en entredicho múltiples veces porque no ha tenido el valor de romper ese mutismo tan absoluto como obsoleto. Porque se basa en aquella premisa medieval: el Rey imparte la justicia… nadie puede juzgar al Rey.  

El último episodio ha sido el del libro de Pilar Urbano. Sí, ya sabe todo el mundo que la Casa Real ha hecho público un comunicado, invento este que data de los primeros tiempos del postfranquismo, cuando los responsables de los partidos de izquierdas y los sindicatos no se fiaban aún de la democracia y todo lo afirmaba y firmaba la organización, no fuera a ser…

Así es. Como en aquel entonces, Zarzuela, que no Su Majestad, tilda el libro de Pilar Urbano como “una obra de ficción” y mete en el fregado a ex ministros, hombres y mujeres de la Corte a la que también pertenece el hijo de “la fuente”,  aún afectado por la muerte de su padre e incapaz de entender, por el momento en el que se produce la información, que es a su propio padre, a quien maltrataron aquellos fachas que estaban en la pomada del “gobierno de concentración”.

¿Sabes? Yo tengo la teoría, refrendada por testimonios que leo en los libros de la época y voy juntando como si fueran un puzle, de que el 23F, el Tejerazo, nos salvó del verdadero golpe, el de aquellos capitanes generales que tantas veces se reunieron entre ellos y con su comandante en jefe.

A mi ya no me gustan los discursos del Rey en Navidad, esos que patrocina “El Almendro” en las teles privadas. Ya no me conformo con el comunicado de la Casa Real. Ni con esas esporádicas apariciones a la puerta de una clínica, siempre al salir de una complicada operación.

Pues no. A mí me hubiera gustado que, ya cuando fue lo de su yerno –a cualquiera le puede salir un yerno rana- hubiese utilizado la fórmula esa de “100 preguntas para usted”, en la que son los ciudadanos los que inquieren al personaje sobre sus responsabilidades, libremente, en el plató de la televisión pública.

Es probable que este Rey recuperase entonces la popularidad adquirida cuando se subió al “phantom” y voló por encima de aquella Marcha Verde que había organizado contra los saharauis españoles… su amigo, el también Rey, pero de Marruecos.

Ya sabe Su Majestad lo que dice el viejo refrán… “Quien calla otorga”.

REY DE ESPAÑA Y REY DE MARRUECOS