galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

PORTUGALIA, TERRA DA FRATERNIDADE

La estética del paisaje que prolonga la atmósfera húmeda. La granítica piedra de los megalitos del Xurés. La verde perspectiva del río de la fraternidad. Y el arco iris que se posa en la costa bañada por el mismo mar.

El bacallau y la lamprea. La fé y los santos. El románico y los cruceiros.  Las tradiciones. O galo de Barcelos y los ceramistas de Meder. Los fados de Dulce Pontes y las canciones de Uxía.

Las villas medievales. Las aldeas y las parroquias. Los campos cultivados. La feria de Vilanova y los invernaderos de O Rosal.

Valença y Tui: fortaleza, catedral y un puente de hierro de aquel alumno de Eiffel. El Baixo Douro y también el Baixo Miño.

Oporto y Vigo. La huella de la historia y el estilo urbano de lo globlal. Los planes estratégicos.

Miño bravo o Miño manso. La vida en calma para contemplar el vuelo raso de la garza. El viejo ferri, la playa fluvial. Los altos miradores.

Esta es la esencia de dos pueblos que crecen juntos porque ya no hay fronteras. Esto es Portugalia, Terra da Fraternidade

Un territorio fronterizo, emocionante por su pasado de espaldas mojadas de  hambre, rebeldía y contrabandos e ilusionante por la riqueza conquistada desde que somos la euro región atlántica.

Dicen que no siempre nos llevamos bien, porque hay huellas profundas en la historia que hablan de viejos conflictos entre los estados ibéricos; pero esta “Terra da Fraternidade”  llegó a tener, incluso,  un mismo Señor feudal y siempre formó parte de las corrientes culturales del viejo continente.

Desde el período megalítico hasta la modernidad el hombre marcó la pervivencia del territorio común, que yo he bautizado, ya en la tele, como Portugalia.  

Y eso se nota en su organización geográfica, con amplias referencias a la cultura castrexa y a la romanización…

La presencia romana trajo consigo la red viaria, el tejido urbano y el primer marco administrativo. La Gallaecia del Imperio se extendía más allá de la gran ciudad de Brácara Augusta.

Nuestra historia común pasa también por los reinos suevo y visigodo, por la invasión musulmana y por el feudalismo medieval. Y Portugalia cobra la mayor importancia cuando se inicia la costumbre xacobea: ya se sabe que el Camino de Santiago está considerado el primer itinerario cultural europeo de la historia. 

Así, el  Camino Portugués a Compostela, aunque  es el espiritual contacto con el medio natural, supone también un sendero de aventura, turístico, para viajar a través del tiempo.

¿Habrá sido este el motivo de paz entre ambos pueblos, tras la disputa de los Borgoña y la Iglesia por la región única?

Los puentes que cruzan el río son los símbolos de la verdadera fraternidad. Los puentes de la unión. Cuando los cruzamos… fluyen las ideas en común para crear la riqueza cultural y socioeconómica que engrandecerá, de nuevo,  nuestra Portugalia.

En las proximidades del Gran Río crecen cumbres hacia el cielo para que podamos admirar la Tierra, reverdecida por la húmeda atmósfera fluvial.

El Miño inunda de belleza las villas próximas y baña de plata sus riberas. En ellas nacen frutos de cuatro estaciones, que esta Portugalia fronteriza, luminosa y cálida, vive siempre primaveras.

Desde la cumbre bien se ve como convergen dos países para formar un mismo territorio.  Aloia, Monte da Cabra, Niño do Corvo, TeclaSon las atalayas miñotas que ponen todo el paisaje al alcance de nuestros ojos…

Desde ellas, una vez más, disfrutamos de la pasión que viven río y mar cuando se entregan, mientras nos deslumbra  una pirámide de luz, cuando la tarde pasa a ser la noche.

No hay duda. Este es el espacio común de la Terra da Fraternidade.

Entre las villas miñotas, a uno y a otro lado del río, están el Medulio, el monte del orgullo galaico, y Grándola, la villa de la paz que sirvió para aquella revolución donde los fusiles en vez de balas disparaban claveles.

Crecente, Arbo, As Neves y Salvaterra se enfrentan y ejercen su fraternidad con el extenso municipio de Melgaço.

Tui y Valença son las protagonistas del interés comercial y las ciudades más visitadas.

Tomiño, especialmente O Goián, mantiene una estrecha relación con Vilanova de Cerveira, espléndida muestra de la nueva concepción de villa  portuguesa.

O Rosal y A Guarda se dan la mano a través del Miño con Lanhelas y Caminha

Son lugares de espacios compartidos, de paisajes similares, hermosos y realmente atractivos. A todos los une el Miño y juntos conforman el epicentro de Portugalia.

El Miño es un caudal de cultura y enmarca su historia principal. Une a los dos pueblos y crea Portugalia. Del río emerge la cultura común.

Al margen del paisaje que nos llama, -la frondosidad de sus riberas y la estética del agua, a veces brava y a veces mansa-, el Miño  es la esencia de la vida fronteriza y por lo tanto  el nexo creador del territorio que se organiza como euro región.

En su trayecto, nos muestra la huella de la historia más primitiva y al mismo tiempo el estilo urbano de nuestro tiempo.

Junto al río nacen los vinos de la fraternidad y del río salen manjares de origen ancestral: la lamprea es de más antiguo origen que los  propios dinosaurios, cuya existencia logró superar. Estamos en plena temporada y en todo el trayecto del río, a una y otra orilla, encontrarás magníficos restaurantes que te invitarán a gozarla.

Mi vida tuvo un tiempo en el que mi corazón se bañaba en ese lugar fulgurante donde el gran río escribe su final trayecto y a veces mi alma, aún vaga por encima de sus aguas, porque es allí su refugio preferido de esta trepidante modernidad.

Ya sabes, me gusta  conservar el arte y las tradiciones, los elementos esenciales de la cultura común.

Y es aquí, al final, cuando casi llegas al mar abierto, en donde mis amigos te contarán mil aventuras imaginadas a bordo de la gamela a flor del agua dulce o del agua salada, la que marque el ritmo de las marea.

El gran río ya es estuario y antesala de mar. Buscan su plano cenital miles de aves y a los árboles de la ribera les encanta nadar sobre su lomo.   

Río, estuario y mar nos ofrecen su ilimitada hermosura que encuentra su cenit en la sinfonía natural que entona el espacio protegido.

Esta es una invitación a la fantasía que nos incita a inventar un mundo nuevo y feliz… ¡Quizá sea esa Portugalia que soñamos!