galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

RAJOY, UN TIPO TRISTE

Me lo estoy imaginando junto al mar de A Lanzada. Porque ahora también huye del bullicio y de los murmullos de la masa que puebla el verano de Sanxenxo. Allí nadie le para ya, ninguna señoriña le pide trabajo para su nieto y ya se fueron, con su música a otra parte, los contratistas de la Administración + los pelotas de anteriores temporadas.

Ahora, Mariano Rajoy posa su mirada triste en el mar protegido por a Nosa Señora y le pregunta por qué a él…

—- ¿Por qué todos menos Rivera aprobaron esa moción de censura?

El mar insiste en enviarle esos cantos que le cantó ya cuando lo de la crisis brutal, en plena revolución de Cataluña, o durante la declaración en el caso  Gürtell… Pero él es un terco que sigue gozando de la música de las sirenas que cabalgan sobre las olas de su imaginación, sobre todo ahora que Viri se secó las lágrimas… y a Marianito y a Juanito se les ha pasado el cabreo.

Las sirenas le habían aconsejado una buena maniobra: imitar a Fraga y regresar a este país en el que, con Feijóo en Madrid, volvería a ser aclamado por las multitudes de derechas. Pero ignoraba que a o noso presidente le gustase tanto este su reino como para renunciar a ser cabeza de un león viejo y enfermo.

Le falló el plan inicial, así que se vino de veraneo tras pasar por Santa Pola y su Registro para asegurarse los ingresos que le garanticen un buen nivel de vida fuera de la política. Aunque los que lo conocen bien, es decir, sus amigos más íntimos, dicen que ya no precisa trabajar… porque “Mariano aún no gastó la primera peseta que ganó”.

El otro día, en el Congreso, después de que su patrocinada Soraya perdiese la gran oportunidad de que en el PP mandase una mujer, le preguntó una periodista afín…

—- ¿Que tal estás, presidente?

Y le respondió…

—- ¡Venga!

El paisano Rajoy sigue siendo un personaje indolente con un discurso poco comprensible porque está acostumbrado a chapar, no a razonar.

¡Que nadie hable ya de su flema gallega porque aquí solo existe la pachorra, ese estado en el que nos encontramos todos después de la siesta de la que despertamos siempre a tiempo para resolver los problemas!

Este Rajoy no pasará a la historia… aunque en el fondo tampoco aspiraba a ello.

El solo quería, tras experimentar la sensación del poder, hacer lo que está haciendo: perderse con la mirada en el gran océano desde el lugar paradisíaco en donde A Nosa Señora cura los meigallos. En realidad es un tipo triste.