galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

Santiago Fernández, científico en el exilio.

Los tipos como Santiago siempre me fascinaron. Cuando lees algo de lo que escribe en revistas como esta “Nature Inmunology”, que cayó en mis manos en casa de médico hace ya bastante tiempo, flipas:

“¿Cómo funciona la vacuna de la gripe? La respuesta es simple: el virus -inactivado o atenuado-  se introduce en el organismo y es transportado a los nódulos linfáticos donde el sistema inmune genera los anticuerpos contra la infección. Sin embargo, poco se sabe de cómo ocurre este proceso. La pregunta, entonces, habría que reformularla: ¿Quién es el responsable de atrapar el virus y de activar los linfocitos B encargados de contener la infección viral mediante la generación de anticuerpos?”

Flipas porque…. Si ya es complicado como te explica lo de la vacuna,  por aquello de que te mete el veneno en el cuerpo, más lo es lo de las “células dendríticas” que, según el científico gallego son las guardianas que atrapan al virus de la gripe y así se inicia la respuesta inmune ante la agresión.

Son como la policía del cuerpo humano: capturan y transportan el virus en el nódulo linfático hasta que se lo entregan a los linfocitos B,  que lo machacan con los anticuerpos… ¿Te has enterado?

Bien, pues estas investigaciones son las que llevó a cabo en la Universidad de Harvard Santiago Fernández González, científico e investigador gallego en el exilio, como la mayor parte de los que se dedican a este trabajo en mi país, en donde apenas se dedica presupuesto al conocimiento.

Me dicen que hay, como Santiago, más de medio millar de jóvenes y no tan jóvenes distribuidos en las universidades de Europa y de América.

—-  ¿Pero cómo es posible que sigamos exportando cerebros? –Le pregunté hace días a un político en campaña…

—-   ¡Estamos en crisis! ¿O no lo sabes?

—-  Pero estamos en crisis desde hace medio siglo, porque entre los jóvenes investigadores hay también gente ya madurita, de esa a la que, mi amigo Carlos de Blas, le pone la capa de la Real Orden de la Vieira…

Santiago Fernández González es de Arousa, de Vilanova; y ya tiene mérito que quien nace frente a la ría más bella de todas las rías, se codee ahora con los linfocitos en vez de con los mejillones, el pulpo o las centollas…

Iba para biólogo de a pié de batea, que es lo que estudió en Compostela, pero ya pasó por la Universidad de Copenhague y lleva casi un lustro de morriña en Harvard.

Es un auténtico especialista en el estudio de la vacuna de la gripe estacional, esa que empieza a atacarnos siempre que se va el tiempo del San Martiño…

—- Así que otro de los científicos en el exilio. ¡Parece que existe una maldición política contra los gallegos inteligentes…!

—-  Si quieres ser científico tienes que formarte. La mayor parte nos vamos porque hemos de aprender inglés, establecer contactos internacionales y utilizar sistemas que aquí no tenemos. Por eso nos vamos fuera…

—-  Se van pero no vuelven…

—-  Claro, porque la sociedad gallega y española no tiene reconocida la figura del científico. Y a esto no ayudan nada ni los políticos ni los medios de comunicación. Los primeros rebajando unos presupuestos que ya son muy exiguos y los segundos no criticando esta postura que limita mucho el desarrollo de la ciencia en nuestro país.

—- Parece que quieres matar al mensajero…

—- No, quiero que el mensajero resalte el hecho de que no podemos quedarnos atrás en el ámbito de la investigación. Sin ella el país no avanza.

—- Por ejemplo… ¿Qué encontraste en Estados Unidos que aquí no haya?

—- En primer lugar respeto y luego presupuesto. Aquí es necesario potenciar la figura del investigador, que se valore nuestro trabajo; pero para eso es fundamental la inversión en Investigación y Desarrollo…

Santiago es de la joven tanda del 75. El pequeño de siete hermanos nacidos en el seno de lo que aquí llamamos “familia marinera”. Con todos los boletos para dedicarse a todo… menos a estudiar la gripe y el neumococo.

¡No me digáis que no os resulta admirable!

Además, yo me puse muy contento cuando encontré cierta similitud con mi profesión en su trabajo, tal como lo explica:

—- El microscopio que uso cuesta cerca de un millón de dólares. Te permite observar en tiempo real como interaccionan las células en los tejidos vivos. Es fascinante, te sientes como el director de una película del sistema inmunológico.

Esta es mi gente, la que disfruta con su trabajo y que no perdona sus vacaciones en la Tierra, de la que, a pesar de los pesares,  sigue teniendo morriña…