galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

SOMOS TAN POBRES QUE VENDEMOS NUESTRA HISTORIA

La noticia -contada desde la frontera norte- me llegó al alma simplemente al leer el titular del periódico: “Asturias se queda con la icónica Torre dos Moreno de Ribadeo”.

Por lo visto, somos tan pobres que vendemos nuestra propia historia para que subsista; o eso dice el alcalde de Ribadeo, Fernando Suárez, para justificar la venta del 21% de la propiedad más emblemática relacionada con la emigración de principios del siglo XX, declarada Bien de Interés Cultural y un auténtico icono de la arquitectura indiana de Galicia.

El edificio más fotografiado de Ribadeo es ahora de “Paisajes de Asturias”, empresa que está especializada en la restauración de palacios y edificios singulares y que ya poseía el 60%  del inmueble, al negarse la Xunta de Galicia a adquirirlo hace ya dos décadas. Por aquel entonces, algunos herederos habían ofertado el monumento por una cantidad muy inferior a la que se gastó el gobierno gallego en su mantenimiento, que financió con posterioridad.

Ya ves, aquellos políticos de antes tampoco mejoran a los del presente, que cambian una parte sustancial de la historia a cambio de otro edificio menor, sin interés monumental,  para dedicarlo a juzgado de paz.

—- Sí pero la Casa de los Moreno se cae a pedazos y el ayuntamiento no tiene dinero para acometer la obra de reparación y rehabilitación.

Lo cierto es que ni Concello, ni Diputación de Lugo, ni Xunta de Galicia ni Patrimonio del Estado, se hicieron cargo del mejor ejemplo de la arquitectura indiana gallega, que ahora está en manos privadas, aunque queda un 19% de la propiedad en manos de dueños desconocidos y de los que se cree fue gente que nunca regresó de las Américas.

No se trata de un edificio cualquiera. En la Torre de los Moreno, el símbolo de Ribadeo, se deja sentir la fantasía de finales del siglo XIX y principios del XX: galerías y miradores, molduras, columnas y pilastras muestran el poder económico que tenían sus iniciales propietarios. Su pequeña cúpula de remate, sostenida por cuatro cariátides, con el tejado de cerámica vidriada es un símbolo que identifica a toda la villa. Los hermanos Moreno y Ulloa lo mandaron construir en 1905.

¡Hay que ver como somos! Celebramos una fiesta para recordar a aquellos indianos que retornaron de su aventura americana cargados de éxito y fortuna. Los mismos indianos que donaron parques y plazas ajardinadas que aún se aprecian en la villa y que construyeron sus mansiones buscando siempre las últimas tendencias en arquitectura y paisajismo, como el «art nouveau» o el “regionalismo”. Todo un ejemplo de vanguardia para aquella época y que aún hoy se aprecia en las calles de Ribadeo.

Sin embargo, no valoramos la joya de la corona de las monumentales mansiones indianas y nos deshacemos de ella quizá porque carece de interés político. Pues qué bien. 

Que me perdonen los de Ribadeo por meterme en donde no me llaman, pero es que los indianos son la gente que mas me fascina. Incluso me gustó escribir las hazañas de algunos que me contaron otros emigrantes más de mi época.

Los indianos pertenecían a la generación errante del siglo XIX, que era también el de la miseria escrita en la piel verde de la tierra. Tenían alma emigrante, porque el hambre y el afán de aventura,  la convertían en un velero de sueños capaz de atravesar océanos en busca de una mejor vida. Pero… eran como los ríos de la sierra, que siempre vuelven a su cauce. Por eso regresaron tras aquel primer éxodo, obsesionados por mostrarnos el triunfo que tanto habían merecido.

Conducían  los “haigas” de la época y sabíamos donde habitaban por la peculiar arquitectura de sus casas que, aún hoy, alteran el paisaje gallego como un especial recuerdo  del estilo colonial americano.

En el entorno de aquellas casonas se celebraban grandes fiestas, tras cada retorno, y  para disfrute de todo el pueblo. Costumbre que heredaron y aún mantienen viva en este tercer milenio, muchos de los gallegos residentes en el exterior. Que así ocurre en algunos lugares de Galicia cada verano.

Además,  a los Indianos debe Galicia una sustancial parte de su desarrollo: Aún quedan en pié los edificios de numerosas escuelas construidas con su generosidad; escuelas del ayer que en el presente son centros de ocio y de cultura.

Y ya se sabe que la prosperidad actual del país, deriva -en buena parte-  del esfuerzo anónimo de quienes arriesgaron todo en otros países, que hoy son también sus Patrias. En ningún lugar de la Tierra quedan ya Indianos. Tan solo sus imborrables huellas, las que suponen el vivo recuerdo de su ejemplo solidario y generoso.

Yo le pediría a los dirigentes políticos un esfuerzo por conservar su memoria,  no con fiestas –que también- sino con la conservación de su legado, que o bien terminará cayéndose de viejo o en manos de algún inversionista chino. ¡Se lo debemos!

Por cierto. Detrás de la empresa «Paisajes de Asturias» está el multimillonario Víctor Madera, un coleccionista de palacios y joyas arquitectónicas muy conocido en el Principado.