galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

TE MANDO UNA POSTAL, ABUELO

Era un tiempo, aquel, de bocas con hambre y desequilibrio social.  El único futuro posible se contemplaba tras las Cíes, poniendo rumbo a América…

Justo lo que tú hiciste. Tú, que ahora, de viejo, aún engrandeces eso que yo llamo Galleguidad en el Mundo.

Recuerdo cuando embarcaste, abuelo, para procurar la resurrección de la aldea escribiendo tu historia en tierra ajena.

Tú fuiste el protagonista, pese a quien le pese, del hecho social más importante de la historia de este mi país.

Y generaste la poesía de la nostalgia que luego llamamos morriña… para soñar el reencuentro con Galicia, esta “Tierra Única”.

Por eso, abuelo, te envío hoy esta postal que va de la montaña al mar, como casi todo, en esta patria que aún te quiere…

Te la pinto de colores para que tus sueños se cumplan, al menos, esta noche, cuando cierres los ojos…

Policromía.

Galicia se  pone siempre ropajes majestuosos para resaltar aún más los colores que adornan su paisaje. Por eso es policromática.

El alto cuerpo montañés te ofrece pocos días el blanco refulgente de la cumbre porque, con esto del cambio climático,  se viste apresuradamente de flor silvestre.

La escultura marina resalta su figura con el azul de la calma, para llegar con suavidad a la playa.

Y el valle se pone brillos de plata mientras el río se acuesta cansado sobre la alfombra verde.

Blanco.


Este es el color de mi postal de aquellos inviernos pasados, en su mayor parte, al pié de una lareira… Cuando mirabas por la ventana el alto de la sierra, cubil del corzo valiente que huía del lobo hambriento.

Aquí estaba el fin y el principio de lo infinito. Y aún se extiende, inalcanzable,  hacia el cielo y hacia el abismo.

¿Recuerdas? Tú esperabas impaciente la llegada del arcoíris primaveral.

—- Siempre viene tarde, mal y arrastras, decías.

Plata.

Aquellas primaveras de antes, abuelo,  te traían una postal de plata sobre el río para que las emociones navegasen sobre el agua clara…

El sol bailaba sobre ella su danza púrpura, sin herirla,  para que prosiguiese su ruta hasta aquella cascada donde el río hervía… Por eso tu le llamabas “fervenza”.

El paso inacabado del agua dejaba también ese rastro de belleza para contar y cantar su interminable sinfonía.

—- Este es el paisaje favorito de las musas que aquí llamamos meigas…

Verde.


Y ya sabes, abuelo, que los ríos hacen reverdecer la piel de la tierra.

El verde es el color que predomina en el valle.

El verde de esta tu Tierra tiene mil tonos verdes según sea de fraga, de bocaribeira, de medialadeira, de alto, de llano, de carballeira, de pinar rumoroso, de souto, de viña…

El verde es el color de la abundancia en el paisaje de Galicia: porque de verde se pintan los prados y las leiras…

—- Y en ellos, en los campos cultivados, también tenemos depositada el alma verde del País…

Rojo.


¿Te acuerdas cuando llegaste a Vigo, abuelo? ¿Recuerdas aquel iniciático Berbés?

Como en todos los puertos de Galicia destacaba  la postal en rojo, que era el color de la rebeldía y también el preferido por los armadores de los pequeños y medianos pesqueros.

El rojo despuntaba entonces sobre el gris plateado de la montaña de peces de cada amanecer.  Incluso sobre el amarillo de los pantalones con peto de los marineros.

—- El rojo, dicen, se ve más intenso en la inmensidad del mar, en los días de pesca.

Azul

Hay una postal azul de mar que rodea islas hermosas, diosas protectoras de las aguas de aquella bahía por la que te fuiste.

Es el azul que transparenta la roca y se torna casi verde cuando besa la playa.

Desde Cíes, los infinitos azules, son tus sueños perdidos  en ignorados horizontes atlánticos…

—- Pero el mar siempre devuelve con su esplendorosa fuerza la belleza olvidada. Por eso yo voy todos los domingos a La Guayra. ¡A ver el mar!

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