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TERESA RIVERO, UNA DAMA EN LA RUINA

Hubo un tiempo en que ella era la gran dama de la sociedad madrileña y su marido uno de los hombres más poderosos de España. José María Ruiz Mateos falleció en 2015 y su mujer, María Teresa Rivero Sánchez-Romate, dice que está a punto de ser desahuciada de la última propiedad que le queda, una gran casa señorial situada en Aravaca, que es zona rica de la periferia madrileña.

Yo les conocí a ambos. Mas a José María porque prodigaba mucho sus relaciones con periodistas. Le traté ya cuando era un “admirable” empresario dueño de más de cien empresas. También en la época en la que se disfrazaba de Supermán para protestar por lo que él llamaba “el gran robo socialista”, en referencia a la intervención del gobierno de su grupo empresarial, Rumasa. Y mantuve algunas conversaciones cuando aparecía otra vez en escena como un genio capaz de reinventar un imperio económico al que llamó Nueva Rumasa, sociedad que curiosamente presidía un club de futbol, el Rayo Vallecano, del que la gran matriarca, Teresa Rivero, era a su vez la presidenta. 

Él siempre me pareció un estafador simpático capaz de venderle una nevera a un esquimal. Ella era y es la viva imagen de una señora del Opus Dei capaz de dar a luz trece veces para llegar a ser abuela de 57 nietos.

Con uno de ellos se irá a vivir si finalmente se produce el desahucio.

Tengo una curiosidad que algún día trataré de satisfacer…

—- ¿Por qué el Opus abandonó a toda la familia cuando surgieron los primeros problemas?

En aquellos tiempos el banquero Luis Valls-Taberner Arnó, presidente del Banco Popular hasta su muerte en 2004, pasaba por ser el seglar más poderoso de la Obra, a la que pertenecían los Ruíz Mateos “en familia”. Algunas fuentes culparon a Valls de maniobrar para que se produjera la intervención de Rumasa.       

Teresa Rivero vive ahora, a los 85 años, el peor momento de su vida. Tras el fallecimiento de su marido, la muerte de una hija por culpa de una leucemia y el encarcelamiento por estafa de sus hijos, dice que “está arruinada”…

—- Están a punto de quedarse con la última de mis propiedades, la casa de Aravaca. No puedo evitarlo a pesar de las buenas intenciones de mis hijos y de mis nietos porque la crisis afecta a toda la familia.

La mala racha económica coincide además con un estado delicado de salud…

—- Los médicos me dicen que tengo que andar aunque sea con bastón porque podría quedarme en una silla de ruedas. Como si eso me importase mucho…

Ves ahora a esta mujer, tan depauperada físicamente, lamentando continuamente su ruina, y no parece aquella otra que, sin saber de fútbol, se atrevió a presidir el club de uno de los barrios de Madrid más apasionados. Recuerdo que los vallecanos –incluso los radicales- la aceptaron bien y de aquella su etapa no hay un solo jugador que no esté agradecido a la presidenta.

Teresa ha perdido todo menos la fe. Incluso aquella simpatía que la caracterizaba cuando Mónica Marchante le ponía el micrófono en el descanso de El Partidazo del Plus. 

Hay quien dice por ahí que los Ruiz Mateos tienen ocultos, en algún paraíso fiscal, unos tres mil millones de euros. Cuando, esta semana, se lo comentaron los informadores a Teresa Rivero le quedó el esbozo de lo que pudiera ser una triste sonrisa…

—- No me queda nada, absolutamente nada…

—- ¿Y a sus hijos?

—- Mis hijos no tienen nada y yo tampoco por muchas mentiras que se digan.

Y concreta…

—- Nos embargaron todo. Primero fue la casa de Somosaguas. También nos quitaron la del Puerto de Santa María. Y esta de Aravaca nos la quitarán en unos días si Dios no lo remedia.

Tras una pausa larga, Teresa Rivero balbuceó…

—- No sé cuando me echarán de mi casa, a mi edad. Solo me queda la fe. Es lo único que tengo.

Parece que espera el desahucio antes de las fiestas navideñas porque ya tiene planes: se irá a vivir con uno de sus 57 nietos.

Si miras hacia atrás, a los tiempos anteriores a la intervención de Rumasa, -cuando los Ruíz Mateos pasaban por ser una de las familias más ricas del país y lo eran; es decir, cuando su Banco Atlántico era una de las entidades más “solventes” y la base económica del “Grupo de la Abeja”- te resultará increíble la situación por la que está pasando esta mujer, por cuya casa desfilaron muchos obispos, banqueros y ministros, de los franquistas y también de los demócratas del postfranquismo.

—- ¿No le quedan amigos?

—- No, todos se fueron cuando ya no había dinero.

La ruina total llegó, al parecer, en el 2011, cuando Ruíz Mateos aún vivía. Fue cuando entró en concurso de acreedores Nueva Rumasa y, pocos meses después, la familia se vio obligada a vender las acciones del Rayo Vallecano. Todas las cuentas y negocios familiares se fueron a pique. No había liquidez.

Y según Teresa Rivero sigue sin haberla porque…

—- Nadie de mi familia esconde dinero.

La gran dama que fue de aquella sociedad madrileña de los setenta se derrumbó definitivamente en mayo de este año, cuando sus hijos Zoilo, José María, Francisco Javier, Álvaro, Pablo y Alfonso ingresaron en la prisión de Aranjuez, condenados todos por estafa en la operación de compra de dos hoteles de Mallorca.

Aunque ya en 2017 sufriera el peor episodio sentimental de su vida: por una sentencia judicial se exhumaron los restos de su marido para determinar que Adela Montes de Oca –que reclamaba su paternidad- era efectivamente hija del empresario jerezano. Las pruebas de ADN confirmaron que, para colmo, su José  María también le había sido infiel a ella.

Esta semana todo el mundo vuelve a hablar de Teresa Rivero, incluso aquellos que desfilaron por su mansión en los setenta para pedirle favores como si fuera la Virgen. Los que la dejaron más sola que la una.