galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

TODOS HABLAREMOS EL MISMO IDIOMA

Si hablas a un hombre en una lengua que entiende, el mensaje llega a su cabeza.  Si le hablas en su lengua, le llega a su corazón”. (Nelson Mandela)

Por J.J. García Pena

No tengo dudas de que, así como llegaremos a una ineludible Educación universal, en un futuro relativamente cercano habremos de comunicarnos mediante un solo idioma. Será una transición sin traumatismos para los nuevos humanos. Los salientes solo queremos y merecernos irnos en paz, sin empujones.

Todo niño-joven en cualquier lugar del mundo escucha la misma música, usa la misma tecnología y viste la misma moda. ¿Por qué no hablará la misma lengua? 

Nos la impondrá el sentido común, como nos  impuso el sistema métrico decimal, el uso de cubiertos, el inodoro o el dinero plástico.

Como reproductor de sonido,  el «novedoso  y maravilloso artilugio» llamado cilindro de cera fue reemplazado por el plano disco de pizarra, éste por el de vinilo irrompible, el vinilo por el cassette, el cassette por el disco digital, suplantado, a su vez, por el pen-drive, y así sin parar.

En cuanto a la economía, es más lógico, cómodo e higiénico  pagar con un único rectángulo de plástico que llevar un fajo de sucios billetes y pesadas monedas en el bolsillo.

El sentido común nos hizo avanzar, tempranamente, desde el engorroso trueque hasta las monedas. Un colosal salto tecno-social. Canjear una oveja por seis gallinas no era muy cómodo ya en la Edad Media;  y hoy sería impensable. Mejor compro las seis gallinas y te pago con su valor simbólico, garantizado por el estado o gobierno de turno.

Ya era un avance, pero aún debía matar y desplumar las gallinas. Hoy te compro solo la carne de esas seis gallinas y te pago con dinero invisible. Mejor para vos y para mí. Es que  dimos otro paso fundamental al dejar atrás veinticinco siglos de monedas en metal y siete del liviano papel moneda, (otro avance tecno-social respecto al anterior metálico).

Hoy, veinte siglos después,  Judas no escucharía el tintinear de sus mal ganadas treinta monedas. Aunque su pagador estuviese en Jerusalén, Chicago o Roma, su bolsa virtual engrosaría silenciosamente.

Vamos para delante, incluso de abajo hacia arriba, pero no hay marcha atrás. Así ha de ocurrir con la lengua futura, se hable en Pekín, Adelaida o Toronto.

Las viejas y queridas lenguas locales -unas más que otras, todas lo son -, cumplido su invalorable cometido (ni más ni menos que  como el arameo o los jeroglíficos), y convertidas en raras piezas de museo y estudio, se irán agostando por falta de uso. El futuro, vedado a retrógrados y mezquinos, será suma y multiplicación , no división y resta,  como hasta ahora ha sido. 

La unión siempre ha hecho -y hará- la fuerza, especialmente útil,  proactiva y evidente,  a la hora de enfrentar las crisis de cualquier tipo.

Por el contrario, el  «divide y reinarás» ha sido -y es- el lema de los mediocres y ególatras. Un día, ya previsible, una sola lengua llegara, simultáneamente, a la mente y al corazón a todos los humanos, más educados que sus ancestros.

p.d.

En 2015, As Pontes anunció la Feria del Clítoris en vez de su tradicional evento gastronómico dedicado al popular grelo. La culpa la tuvo Google, a donde acudió la organización para conseguir una mayor difusión en inglés. Hay muchos casos similares, alguno de ellos mucho más graves. Esto demuestra que un traductor automático, al menos por el momento, nunca podrá sustituir al cerebro humano.

Pero los humanos volveremos a intentar entendernos todos utilizando un idioma común –lo hicimos cuando lo del esperanto- en vez de intentar aprender todas las lenguas del planeta, que conservarán su riqueza lingüística para las artes literarias y musicales, además de para el expresión oral de cada país.