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Hemos subido al mirador de la sierra y todo cuanto alcanza la vista va de castro en castro, en la Galicia de Maeloc. Y en el círculo de los castros, ya se sabe, el paisaje se confunde entre la historia y la leyenda.

Dicen que el espíritu del romano Teodosio aún vaga por aquí, entre el Eo y el Miño. Cuenta la sabiduría popular que la pequeña aldea fue ciudad antigua: Así está escrito en alguna parte, que este pequeño pueblo de Coea surgió de la antigua Cauca, donde nació el que sería emperador de Roma.

Desde estas cumbres de la  Sierra de Meira también imaginamos el centro espiritual de la Bretoña celta, modelo organizativo de la cristiandad gallega, cuando sobrevuela el bosque, siempre entre la niebla, el ángel protector del Monasterium Máxime.Un ángel que perdura en el tiempo y en la piedra que da entrada al campanario de la iglesia.

Pero dejemos que vuele la imaginación hasta  el castro de los castros, que está en Viladonga,  para ver si la cueva de A Vela esconde aún su antigua magia. Iremos en silencio y muy despacio hasta ese lugar, en el que una gallina puso huevos de los que nacieron polluelos de oro. Hay quien dice  que con oído fino se escucha el cacareo de la gallina y el pío pío de los polluelos…

Si nada de esto ocurriera y de leyenda se tratara, siempre habrá merecido la pena vivir la fantasía de la Tierra… desde el mirador de la Sierra.