galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

UN CASTILLO EN EL SOBROSO

Mondariz es villa porque así lo quiso en su día el Señor del Sobroso, primer morador de un castillo medieval ubicado en este municipio pero cuyo actual dueño, sin embargo, es el ayuntamiento de Ponteareas que lo ha cedido en uso a la Diputación de Pontevedra.  

Hace tantos años que ya es historia, un alcalde que se sabía rico por obra y gracia de las empresas de construcción, fue poseído por sus propios delirios de grandeza y se compró todo cuanto  que le permitiese ser “verdadero dueño y señor de las tierras, en este caso, de su Condado”.

Por eso y no por otra cosa, aquel alcalde de cuyo nombre nadie se acuerda ya, invirtió una sustanciosa parte de su endeudado presupuesto municipal, en una fortaleza que ni siquiera estaba en su municipio, sino en el del vecino.

Hasta el 2013, el ayuntamiento de Ponteareas, con más necesidades que ingresos, soportaba el gasto de uno de los castillos más conocidos de Galicia. Menos mal que la Diputación provincial de Pontevedra se hizo cargo de él, adecuándolo para usos culturales y para recibir visitas turísticas. De no ser así, esta joya medieval se hubiera autodestruido.

Aquel alcalde se corrió en el castillo muchas y variadas juergas, delante, incluso, de algunos privilegiados periodistas de Vigo, la ciudad próxima.

Otro día te contaré sus hazañas, que son muchas y variadas, pero hoy  me limitaré a hablarte de la historia de esta magnífica construcción medieval.

La fortaleza se ubica en Vilasobroso,  una de las once entidades parroquiales del gran Mondariz, al que no hay que confundir con Mondariz Balneario.

Está cerca del valle del  Tea, río que nace en la sierra del Suido y desemboca en el Miño, tras recorrer toda la comarca del Condado, a la que también pertenece Mondariz. En su curso crea por esta zona espacios naturales de enorme belleza y algunas sendas nos permiten apreciarla.

La leyenda cuenta que,  entre el castillo y el río,  mandó construir la reina Urraca una cueva por la que accederían a sus dependencias sus amantes. El mismo mito dice que hasta aquí trajeron a  Su Majestad para evitar sus numerosos pecados  sexuales.

Nadie encontró nunca tal túnel,  pero sí que merece la pena visitar esta joya medieval, una de las pocas de sus características existentes en España. Ha sido totalmente restaurado y como te decía está en uso y servicio como bien cultural.

La historia de la comarca del Condado corre pareja a la de esta fortaleza del siglo X. Su nombre viene de los «sobreiros» o “corticeiros”, los árboles del corcho,  que existían y aún existen  en su magnífico entorno, recuperado como parque.

En el 1.117 tuvo mucho protagonismo en las luchas entre los partidarios de doña Urraca y su hijo,  Alfonso VII;  y en el 1379 el rey Juan I lo regaló a Pedro Ruiz de Sarmiento, Señor de Ribadavia. En el siglo XV pasaría a manos de Álvaro de Sotomayor, que vivió en él hasta que los Irmandiños lo destruyeron en 1467.

Lo reconstruyó el Conde de Torrecedeira, pero su último propietario fue Alejo Carrera Muñoz,  quien lo vendió al ayuntamiento de Ponteareas, que, como ya te dije, tuvo que cederlo en uso a la Diputación de Pontevedra.  

Si te apetece visitar Vilasobroso te sobra media mañana para conocer el castillo y su entorno; pero te merecerá la pena llegarte a Mondariz, que está a cinco minutos, e iniciar una ruta fluvial caminando un sendero que te invita a conocer el río Tea, en un tramo en el que puedes disfrutar, cuando llegue el verano, de tres playas. 

Se trata de un recorrido de tres kilómetros y está declarado Espacio Natural. Debido a su interés forma parte de la Red Natura 2000.

Su inicio es la Ponte da Cernadela, de origen romano y reconstruida en el siglo XV. Su entorno es muy bello y en él se encuentra la primera de las tres playas fluviales. La segunda es la de Foxaco y desde ella sigue el sendero hasta la tercera de las playas, la de O Val.

En esta zona, se conserva una importante área con bosque de ribera autóctono.  Finaliza el trayecto en el puente do Cruxón, ya en Mondariz Balneario.

También te recomiendo la ruta de los “Molinos de Gargamala” que comienza en la Iglesia de Santa María y termina en el pueblo de Barro. En este recorrido, se mezcla lo etnográfico y lo monumental con paisajes típicos de fraga.

Por antiguos caminos de carros descubrirás petroglifos, molinos de agua, caballos en libertad, cruceiros e incluso un escudo de la Inquisición.