galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

UN MAR DE PALABRAS

Un día cualquiera, las ondas de mi navío
me llevarán al presentido allende;

y a lo mejor encuentro en ese arcano
el ideal de piedra y de palabras:
el sol al fondo, y en las ondas… el alma».

(Gonzalo Torrente Ballester)

INVIERNO EN ROJO

Churruca,  aquel marinero de Cangas de mis correrías infantiles, tenía una gamela que cuidaba con mucho mimo. La llamaba “Dorinda” porque la rubia era el amor de sus amores y el epicentro de sus sueños. La estaba pintando de azul en la playa de Area Milla cuando el viejo Ramón le dijo:

—- Non lle dés pintura azul que no mar non se ve, dalle roxa…

—- A mín gústame o azul, como o mar, que así non ven onde poño as nasas.

—- Alá ti; tampouco te verán o día que teñas unha disgracia…

En invierno, en los puertos de Galicia destaca la postal en rojo, que es el color de la rebeldía y el preferido por los armadores de los pequeños barcos para sus medianos pesqueros. El rojo despunta sobre el gris plata de la montaña de peces de cada amanecer. Incluso sobre el amarillo de los pantalones con peto de los marineros. Y sobre el mar que se oculta tras el rompeolas. La postal del puerto es un barco rojo sobre el que aún se posan las gaviotas. El rojo, dicen, se ve mas intenso en la inmensidad del mar, en los días de pesca.

A pesar de que Churruca utilizó el azul durante toda su vida marinera, jamás tuvo una desgracia en la mar porque…

—- Sempre foi a miña amiga e compañeira. ¡Non me ía “trajar”…!

PRIMAVERA EN VERDE

Verdes sâo os campos,

de cor de limâo.

Assim sâo os olhos

do meu coraçao».                                                                                       

(Luís de Camôes)

Tras aquel invierno de nieblas y lluvias que aumentaron el caudal de los ríos, por fin alumbró Cudeiro una alborada de primavera. El viejo Amancio se asomó a la ventana y pronunció su sentencia:

—- Fora chaqueta, fora “guersé”. Xa está todo verde. Un verde sobre outro verde. ¡Imos traballar!

Bebió aquel vaso de “augardente blanca”, se remangó la camisa y salió sacho en ristre a mimar la tierra, esa tierra con olor a terrón mojado por el rocío.  

Mi madre decía:

—- Es mas suya que nuestra porque es el único que la trabaja.

Mil ríos hacen reverdecer la piel de Galicia.  El verde es el color que predomina en el valle cuando asoma por la montaña una nueva primavera. Esta Tierra tiene mil tonos verdes, según sea de fraga, de bocarribeira, de medialadeira, de alto, de llano, de carballeira, de pinar rumoroso, de souto, de viña…

El verde es el color de la abundancia en el paisaje del país: porque de verde se pintan los prados y las leiras… y en ellas, en los campos cultivados, la buena gente tiene enraizada su alma.

Nunca supe que fuera de Amancio una vez que dejé Cudeiro para mezclar palabras y contar cosas en aquel Diario de Pontevedra de mi juventud; pero no me extrañaría nada que fuese en busca de un amor a Las Américas.

Porque…

—– Para ir as mozas hai que cruzalo charco… ¡Ehí están as misses do Universo!

Fue lo que me dijo un día mientras comía una manzana verde, una costumbre que yo heredé de él, cada vez que llega la nueva primavera.

VERANO EN AZUL

Brisa de sombra sensible

va estremeciéndose al roce

de un alma en toda su espera.

Late el pulso al Astro acorde… «

(Jorge Guillén)

Daniel, viejo falangista de postguerra,  muere cada día un poco en el lecho postrado. ¡Él, que ha sido jefe del Movimiento  y ha sobrevivido a Franco y a todos sus colegas! Por las noches ya no duerme, que le comen los demonios poco a poco y ya se ve en el Averno…

—- ¿Y yo por qué no habré sido un rojo si todos mis amigos lo eran?

Sus amigos de la infancia fueron sus enemigos de juventud y ahora son solo esqueletos que yacen en los campos próximos a la vieja carretera de Baiona… Le maldijeron mil veces antes de recibir el tiro aquel que llamaban de gracia.

—- ¡Dios mío, perdóname! ¡Que no excaven nunca esas fosas!

Daniel borró todo el azul de su vida minutos antes de morir el dictador… ¡Hasta aquella camisa que vestía orgulloso los días solemnes de sus fieles difuntos!

Ahora es la Parca quien le va a borrar a él de este mapamundi y ni siquiera podrá contemplar el paisaje que le ofrece su ventana.

Nunca tuvo tiempo para detenerse en la postal azul de mar que rodea las islas hermosas, diosas protectoras de las aguas de la Bahía de Vigo. Es que son de un azul transparente junto a la roca… y se tornan casi verdes cuando besan la playa. Así es la perspectiva que el Atlántico devuelve a la Tierra con su esplendorosa fuerza.

Desde Cíes, los infinitos azules, son los sueños que se pierden en ignorados horizontes… cuando llega el verano.

Por Daniel no doblaron las campanas, que el nuevo párroco había sido cura obrero durante el franquismo. Por eso y porque hasta cien veces le negaron sus hijos, nadie fue a su entierro, la más breve ceremonia de exequias que se recuerda en Vigo.

Sus restos yacen en una fosa cavada en la tierra misma, donde no crecerán ni siquiera las margaritas de los campos yermos.

OCRES DE OTOÑO

En lo alto abandonaste
el erizado erizo
que entreabrió sus espinas
en la luz del castaño,
por esa partidura
viste el mundo,
pájaros
llenos de sílabas,
rocío con estrellas…
«

(Pablo Neruda)

La había visto por primera vez,  en verano, junto al río, luciendo un bañador de color azul, ajustado para mejor lucir su cuerpo bello. Desde entonces Puri aparecía en sus sueños y en las realidades eróticas propias de la adolescencia. Lali había cumplido los veinte hacía un semestre y ella… apenas sobrepasaba los dieciesiete. Se miraban y el deseo incendiaba sus ojos pero no eran capaces de contarse nada íntimo…

—- Teño que ir a Chaín… ¿Ves conmigo? Despois de xantar.

—- ¿E logo a que vas?

—- A ver si fai falla limpalo souto que temos aló…

—- Pois vou…

Y allá se fueron los dos, aquel otoño del 72, felices por el Camino Real, enamorados y sin mas diálogo que los mensajes que intercambiaban sus miradas.

Al llegar, aquel souto lucía sus galas otoñales, que según mi meiga son las que despiertan las pasiones. Y así fue.

Puri y Lali se fundieron en el mas cálido abrazo mientras sus labios descubrían la miel del amor…  

En Cudeiro se decía una tradición muy antigua, que asombraba especialmente a los niños cuando preparaban su inocencia para la primera comunión de la postguerra.

La abuela los obligaba a comer castañas, solo castañas, la noche de difuntos; porque así liberaban a las almas en pena de las llamas del Purgatorio. Por cada castaña que comía un niño, un pecador abandonaba la antesala del Cielo…

Algunas noches otoñales, cuando la niebla del Miño ascendía por el empedrado Camino Real, incluso se veía como las almas, liberadas de su pena, emprendían la Ruta Xacobea.

La castaña, ese granate fruto oculto en los erizos, fue alimento indispensable de la aldea, en el olvidado tiempo en que tuvimos que emigrar. Por eso el castiñeiro es el símbolo del señorío espiritual de Galicia. Según Castelao, sus ramas cuentan cuentos al viento.

El souto de castiñeiros es, pues, el paisaje perfecto para el amor, al pie del sendero que conduce a los sueños nunca soñados.

Lali Puri se desnudaron uno a otro a pesar del frescor otoñal. Sus cuerpos se confundían con las hojas amarillas caídas, que los erizos habían resbalado por la medialadera. Eran ajenos a la figura de aquel hombre maduro que contemplaba la escena a pocos metros de la pareja;  por eso pudo portar aquella piedra enorme y darle con ella en la cabeza a Lali cuando este comenzaba a hacer el amor a la chica de su vida.

Aquel asesino se echó encima de Puri, horrorizada. La violó y la mató a pedradas sin compasión y con toda frialdad. Dejó aquel murito sin piedras hasta que el cuerpo sin vida y desangrado de la joven, quedó completamente tapado. Luego hizo lo mismo con Lali y allí quedaron dos montículos de piedra tapando un doble crimen.

Dicen que es eso que ahora llaman ciclogénesis explosiva lo que vuelve locos y lascivos a los hombres que vagabundean el otoño, hasta el punto de convertirlos en asesinos y violadores…

Los cadáveres de Puri y Lali tardaron tres años en aparecer, porque nadie los hacía en el Souto de Chaín.  Y el asesino todavía anda suelto porque, tras interrogar a cientos de hombres maduros, la Guardia Civil nunca descubrió su identidad.