galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

VENDO KONA CON POUCO USO. UNHA XOIA.

Por J.J. García Pena

 

Al hilo de la noticia de que Hyunday ha bautizado su nuevo modelo con el nombre de Kona, me viene a la memoria cuando, recién llegado, (10 añitos) me topé con algunos giros idiomáticos que no comprendía por qué los demás me hacían callar si los pronunciaba, como concha o coger. 

Para mí, nacido a la vera del mar, concha era de uso común;   y coger recuerdo que en España se usaba como sinónimo de agarrar o caber.

Hasta que un día una vieja tía mía, harta de mi impertinencia inquisitiva y delante de toda mi familia  (siempre fui preguntón hasta el hartazgo)  de por qué no podía decir coger, me espetó un clarísimo …

—-  E tí, ¿xa vas a coller  unha mujer?

Recuerdo que mi madre la miró con reprobación, pero a mí me quedó más que claro de qué se trataba.

Creo que en Galicia (yo me eduqué en Andalucía) se usaba el foder en lugar del coger.

Luego conocí varios chistes de gallegos en los cuales se aprovechaban esas diferencias idiomáticas para tomarnos el pelo, tales como: 

—- Oiga… ¿Me puede usted indicar por donde coger un taxi?

—- Como no sea por el caño de escape….

El concepto (además de cómo agarrar) de usar el coger en su acepción peninsular de caber, es inexistente en el Río de la Plata. Tanto en Argentina como Uruguay usamos la misma terminología vulgar en su concepción sexual o escatológica.

En ninguna de las dos orillas se usa la forma:

—-Me cago en….

Directamente se va al nudo del insulto en sus distintas variantes, pero siempre sin incluir el mecago:

—-  ¡La puta madre! ¡La puta que te parió!  ¡Hijo de mil putas! ¡La putísima madre que te parió! ¡Hijo de una gran puta! ¡Hijo de siete mil putas! ¡ La reputa madre que te parió!, ¡La concha de tu madre! ¡Andá a la concha de tu madre! (o hermana) etc.    

No hay dos pueblos tan similares entre sí como estos. La cercanía nos ha hecho muy similares en los usos y el habla. Aunque el tipo de dirigentes históricos de unos y otros hizo y hace la diferencia. Pero en el habla solo nosotros nos damos cuenta.

 Según nosotros ellos tienen «un cantíto» al hablar que los delata de inmediato. Para ellos somos «yoruguas» y ellos para nosotros»argentos» o «porteños». Es raro que un uruguayo se refiera los niños como «chicos». (Ente vos y yo, nos suena a mariconada pretenciosa). A su vez, nuestros hermanos platenses jamás usan el término uruguayo «botija» para referirse a los menores. El mayor defecto que siempre les señalamos a los porteños es su «cancherismo», su proverbial arrogancia, que se nos antoja pretenciosa. Eso sí: sabemos diferenciar a los argentinos «porteños» de los argentinos «provincianos», mucho más afines a nuestra idiosincrasia nacional, ya que los provincianos argentinos son tratados por los porteños con la misma consideración que en España se reserva para los «catetos o montañeses».

Los definen como «cabecitas negras», en clara alusión al color de su pelo y demás características de ascendencia aborigen.  Viven de espaldas a esa realidad social mientras se admira a pueblos blancos allende el océano, aunque se trate de piratas e invasores y se haya peleado y sucumbido en desventaja técnica contra ellos. Hay dos Argentinas, como hay dos Uruguays, con la única diferencia es que en Uruguay no se reniega de sus pueblos originarios (aunque usufructuamos, con falsía, la  fama de los  guerreros Charrúas)  por la sencilla y horrible razón de que los exterminamos en el siglo XIX. No somos, en lo esencial, mejores que nuestros hermanos.

  Comprenderás que esta es una forma de hablar generalizando, ya que tengo excelentes amigos «porteños» que desmienten esta regla general. Y uruguayos que vale más perderlos que encontrarlos. Desde España pareciera no existir Uruguay. Es verdad que Argentina es quince veces más grande que La Banda Oriental y que prácticamente todos los artistas uruguayos famosos no lo hubiesen sido sin cruzar el charco, en dónde nos aprecian más  a nosotros que a ellos, todo hay que decirlo.

Cosa que, por lo demás, también les sucedió a todos los «artistas de provincias» argentinos (Eva Duarte, la mujer de Perón, por ejemplo), que debieron rumbear para la gran urbe si pretendían ser algo en la vida.

Pero Uruguay tiene, proporcionalmente, más gallegos y descendientes que ningún otro país. Eso sin contar que tiene las más antiguas instituciones médicas (Asociacion Española. 1853) y sociales (Centro Gallego 1879) ,  Sempre en Galicia (1950) la más longeva audición hablada totalmente en gallego desde aquellos tiempos en que hablar en gallego estaba mal visto por el régimen de Franco y sus secuaces, en Galicia o dispersos por todo el mundo. Por eso se fundó la señera audición en la liberal Montevideo y no en otro sitio.  

Por eso duele (me duele) cuando a Uruguay, de mil sutiles maneras, se le ningunea. No tenés más que verlo en la TVE, en cuya programación se pone solo la hora de Buenos Aires. (Ni siquiera ponen Argentina, los muy burros). Sin embargo, la TV gallega tiene la delicadeza de incluir a Uruguay.