galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

VÍCTIMAS ESTIGMATIZADAS

Por Marola Seijo

Hace ya tres años, en julio de 2016, durante las fiestas de San Fermín en Pamplona, José Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo, Ángel Boza, Jesús Escudero y Antonio Manuel Guerrero violaron a una joven madrileña  que por entonces tenía 18 años. Tras la denuncia, los cinco miembros del grupo al que se conoce como La Manada,  ingresaron en la cárcel de la que salieron en 2018 al haber cumplido el plazo de prisión provisional, mientras se solucionaban los recursos interpuestos ante la Justicia.

Durante el primer juicio, los cinco aseguraron que las relaciones sexuales habían sido consentidas, de manera que, tras condenarlos la Audiencia de Navarra por abuso sexual, su abogado recurrió la sentencia para que se les absolviera. Las acusaciones, por lo contrario, pidieron endurecer la condena ya que consideraban los hechos como violación.

El Tribunal Superior de Justicia de Navarra confirmó la sentencia por abusos, por lo que las partes recurrieron al Tribunal Supremo donde finalmente, casi tres años después, se les condenó por agresión sexual, es decir, por violación.

Los miembros de La Manada están ya todos en prisión y habrán de cumplir cada uno quince años de condena.

Días pasados, la víctima de La Manada rompió su silencio a través de una carta dirigida a la opinión pública, tremendamente desgarradora,  en la que afirma…

—-  Tras casi 3 años, este proceso por fin se ha terminado. Ha sido largo, intenso y sobre todo agotador. Lo peor no fue la situación vivida sino todo lo que vino después. Poco a poco voy recuperando el timón de mi vida.

De la carta y de los sentimientos que se expresan en ella, al margen de los agradecimientos, yo destacaría la importancia que le da una persona tan brutalmente agredida a la lucha popular para que los crímenes no queden impunes:

—- Son momentos en los que no sabes cómo actuar pero vosotros me lo hicisteis fácil con vuestro apoyo en las calles, formando un eco por todos los rincones de España. Gracias por no haberme dejado sola, os estaré eternamente agradecida pero yo no soy ninguna heroína. La fuerza para continuar muchas veces me la ha dado todo el calor y apoyo que he sentido en este tortuoso camino.

Y me quedo con esta su reflexión:

—- La lucha debe seguir. Debemos ser el cambio que quiere la sociedad. Recordad, contadlo, no les dejéis ganar a ellos…

Alrededor de cien casos de agresiones sexuales grupales esperan turno actualmente en los tribunales de justicia, desde aquel día de julio de 2016 en el que La Manada indignó a la España decente. La cifra mete miedo sobre todo por cómo se describen estos delitos en los informes policiales, verdaderas crónicas de inimaginables salvajadas de las que son capaces los mas de trescientos depredadores sexuales que esperan juicio. Además, produce verdadero asco saber que algunos de ellos fueron capaces de pornificar sus actos y subir la grabación a las redes sociales como si se tratase de un botín de guerra.

Lo peor, a pesar de la brutalidad de los hechos, es cuando la víctima de cada violación ha de convertirse en una superviviente porque acaba siendo estigmatizada por una parte de la sociedad que le rodea, esa que a veces le obliga a dejar su lugar de residencia y a abandonar su trabajo. Sus miedos continúan mientras sus criminales agresores siguen riéndose de una justicia blanda y patriarcal, sesgada, que dicta contra ellos sentencias suaves, mínimas, basadas en un Código Penal que está pidiendo a gritos una reforma que deje clara la tipificación de los delitos.

Pero, aunque esta última sentencia del Supremo contra La Manada, que corrige manifiestas injusticias de la Audiencia Provincial y del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, suponga un paso enorme en la jurisprudencia de Género, la lucha ha de continuar. No olvidemos la influencia de la presión popular para la erradicación del machismo salvaje.