galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

VIOLENCIA HEREDADA

Por J.J. García Pena

La sociedad occidental recién comienza a condenar, masivamente, la violencia en casi todas sus formas, especialmente la ejercida sobre el género femenino, se trate de golpes, acoso físico o psicológico, manoseo,  violación o muerte.

Sea porque pocos se han detenido a razonar el cómo y el por qué se mantuvo durante siglos esta abominable práctica, sea porque nadie quiere colocarle el cascabel al gato de las sagradas costumbres, el caso es que el maltrato femenino no tendrá solución hasta que todos conozcamos,  comprendamos y condenemos, sin justificarla en lo más mínimo,  la raíz de esta lacra.

Si de verdad nos importa terminar con ella, debemos y podemos rastrear su origen en los cuentos bíblicos y similares, en los cuales la mujer ya se nos ofrece como creada para satisfacción del hombre, «verdadero» Rey de la Creación.

Es así como, desde el origen, el papel de Eva se limita  a ser un complemento de Adán. Un malhumorado y vengativo dios aprovecha que Adán está bajo los efectos sedantes del sueño para extraerle una insignificante de sus muchas costillas y con ella confecciona un juguete sexual para su primer hijo. 

Luego, enojado por la desobediencia de sus recién nacidos, los expulsa, desnudos, del Paraíso y les truena su sentencia inapelable:

—- ¡Tú ganarás el sustento con el sudor de tu frente y tú, pérfida e indigna,  parirás con dolor!  

Con un «padre» de tan mala entraña, ¿cómo pretender un mundo mejor? 

Ahí comenzó el drama de la «inferioridad» femenina. El astuto patriarcado hizo suya la sentencia del enfurecido dios y condenó a todas las evas hasta el presente.

Hoy, ¡por fin!, parecen dispuestas a enfrentarse al mismísimo dios, con la comprensión de adanes más inteligentes y valientes que el abuelo primigenio.

Es hora de despertar.

—- Del Éufrates y el Tigris al Río de la Plata, ¿Cuántas mujeres maltratadas van? 

No lo sé. Pero sí sé que  ninguna mujer, de ningún tiempo ni lugar,  debió vivir y morir así, aterrorizada víctima de una estupidez heredada.