50 AÑOS DEL SALTO DE BELESAR
LA CURVA HORMIGONADA DE YORDI
Todo un reto tecnológico resuelto con el trabajo de miles de personas…
Por Alfredo Pardo
En 1943 Pedro Barrié de la Maza, presidente del Banco Pastor y futuro Conde de Fenosa en 1955, funda Fuerzas Eléctricas del Noroeste Sociedad Anónima (FENOSA). El empresario coruñés recibe en Vigo el 18 de Junio de 1949 un homenaje por su trayectoria en el desarrollo industrial gallego y anuncia públicamente la inmediata construcción del Salto de Belesar, el que será el mayor de España con una capacidad de 223.000 caballos.
El promotor para adquirir el Pazo de Meirás mediante suscripción popular para residencia veraniega de Franco, inicia su discurso en Vigo señalando que “Cuando el Caudillo llega al Pazo de Meirás para descansar, su primera pregunta es: ¿Cómo van las obras hidroeléctricas de Galicia?” afirmando que “hemos encontrado la más decidida ayuda en el Generalísimo Franco, atento a todo cuanto signifique progreso y bienestar”.
Sobre la mesa del ingeniero Luciano Yordi de Carricarte, Medalla de Oro al Mérito concedida por el Ayuntamiento de A Coruña en 1962, las características técnicas del proyecto de Belesar exigen una gran calidad de ejecución en las cargas de rotura y dispersiones en los hormigones. El fiel colaborador y director en la expansión hidroeléctrica de Barrié de la Maza en las presas del Eume, Velle, Castrelo de Miño, Frieira, Albarellos, Salas y Regueiro, inicia junto al arquitecto Castañón de Mena las directrices que habían de marcar el volumen de obra a realizar.
Empezó un 19 de agosto
La huella del movimiento comienza el 19 de agosto de 1957 con los accesos, instalaciones previas y desvío del río, llevado a cabo en agosto de 1958 dejando bajo las aguas Portomarín, San Vicente de Mourello, Porto, Pincelo, Ferreira, Leijón, Ribas de Miño, San Juan de Loyo, Santa Marta, Riobó y Barco. Solamente el Viejo Portomarín medieval, que había sido declarado Conjunto Histórico-Artístico por decreto de 9 de Febrero de 1946 y con fuerte arraigo en función del tránsito de peregrinos a Santiago de Compostela cambiaría su emplazamiento a 500 metros de su lugar habitual.
En esta dinámica distorsionada, el Gabinete Técnico de Fenosa realiza en 1955 el proyecto de ejecución del Nuevo Portomarín. Para la resolución de la obra, los arquitectos Francisco Pons Sorolla y Manuel Moreno Lacasa, deciden construir en Monte do Cristo el nuevo poblado, trasladando piedra a piedra la iglesia románica de San Juan –conocida también por San Nicolás-, la “Casa del General” y otros monumentos, desembolsando la empresa responsable 50 millones de pesetas.
La asignatura pendiente del Nuevo Portomarín la rematan el 11 de Febrero de 1965. A las nuevas casas “estilo gallego” asentadas sobre soportales de piedra del país, se le añaden en las inmediaciones del club fluvial la Escuela Nacional de Piragüismo de la Organización Juvenil Española y el Parador de Turismo, siendo concedido a la villa el primer premio en el Concurso de Embellecimiento y cuidado de los pueblos con 25.00 pesetas.
Los elementos básicos de construcción del Salto de Belesar continúan en Septiembre de 1958 con las excavaciones de la presa, iniciándose el hormigonado en Diciembre de 1959 y acabando en Noviembre de 1962, un total de 36 meses para su representación completa. Para la fase previa se prepararon una red de 12 km. de carreteras de acceso a la obra, proliferando diversas dependencias e instalaciones auxiliares: poblado para alojamiento del personal, oficinas, residencias, almacenes y talleres. En esta encrucijada de producción logística, da comienzo las excavaciones a cielo abierto, así como las subterráneas para tomas, central, túnel de acceso, túnel de descarga, etc.
Nueve barracones y un chalé
La actividad crepuscular en la preparación de la cantera para la extracción de áridos configura el componente esencial de suministración al gigante de hormigón, explotando dos bancadas de 250 metros de frente cada una, y altura media de cincuenta metros alcanzando un ritmo de extracción de 95.000 toneladas al mes. Tras un machaqueo primario, eran transportados por cintas de 297 metros a un silo con capacidad de 30.000 toneladas donde los químicos analizaban escrupulosamente el cemento y hormigón antes de su utilización en el conocido popularmente como palomar, por su similitud en la construcción.
La interconexión de dispersión obrera en su factor humano, viene registrado por el brotar de un efímero poblado donde más de 2.000 personas dormían y comían a pie de obra. Nueve barracones totales estructurados en viviendas de dos plantas con literas para peones y habitaciones para oficiales, enfermería, cocina, comedor y duchas. Con vigilancia y control 24 horas de los llamados barraconeros. Residencias para los montadores y ayudantes –ingenieros, oficiales-, peritos y personal que venía del extranjero. Incluyendo para Benigno Quiroga, director gerente de Fenosa, un chalet en las inmediaciones del Salto con camarero a su disposición.
LA VIDA EN LAS OBRAS : Cines a tope y muertes silenciadas.
Más de 3.600 personas trabajaron directamente 24 h. durante cinco años y otras 2.000 indirectamente en dos turnos de 12 h. diarias de Lunes a Sábado con una hora para comer: de 08:00 h. a 20:00 h. y de 20:00 h. a 08:00 h. pudiendo realizarse los Domingos horas extras en tareas de regado de bloques, guardias o engrase de maquinaria. Las pocas horas de ocio eran transportadas por los autobuses Ledo hacia Chantada, donde el Cine Yeca tenía que realizar tres funciones diarias y el gentío multitudinario se agrupaba por las calles y bares de la villa.
En la presa de Belesar, al contrario que la de los Peares que tenía dentro del recinto de obra un cuartelillo de la Guardia Civil, no trabajaron presos políticos.
La magna obra contó con múltiples accidentes mortales en la cantera -3 o 4 personas-, túnel -6-7 hombres de una brigada por desprendimiento, pozo de cables -1 obrero que cayó- y torre de toma –un chico joven-.
El cinematógrafo propagandístico del Noticiero Documental (NODO) número 950 A dirige su mirada el 20 de Marzo de 1961 al encoro de Belesar que “va creciendo con el buen ritmo impreso a las tareas”. Al lado del barracón del comedor general había una capilla: “Un acto conmovedor es el que se celebra por tercera vez ya, al pie de las obras. Más de mil trabajadores se reúnen para oír el santo sacrificio de la misa y efectuar después el cumplimiento pascual. Al propio tiempo que se mantiene la vitalidad de las obras constructivas españolas, es ejemplar también, el fervor religioso de los obreros”.
El día que Belesar arrancó
Los movimientos de renovación expansionista en la tercera etapa económica de la dictadura franquista llegan en forma de visita al Salto de Belesar con el ministro de Industria López Bravo y el comisario del Plan de Desarrollo Económico López Rodó. El 4 de Enero de 1963 son recibidos por las primeras autoridades en un recorrido por las obras que duró dos horas. Tras una reunión con los responsables de la empresa, concedió una rueda de prensa donde indicaron que “estaban estudiando la instalación de polos de crecimiento económico”, señalando a los periodistas que “la riqueza hidráulica proporcionaría rápido incremento industrial a la región”. Sobre las pésimas infraestructuras en las carreteras de Galicia y el Plan de Desarrollo según informe del Banco Mundial, el comisario López Rodó afirma que “el problema mayor de Galicia es más un problema de iniciativa empresarial que una tarea del Gobierno”.
DE MEIRAS A LAS DIEZ
El 10 de Septiembre de 1963 el coche oficial de Franco sale del Pazo de Meirás a las diez de la mañana. No es un desplazamiento más, en esta ocasión los servicios secretos organizaron un dispositivo de seguridad excepcional con la Comandancia de Lugo para un itinerario complicado, con especial vigilancia a los alrededores del Salto de Belesar con cientos de Guardias Civiles en puntos estratégicos e investigación con informes personales de los obreros que estarían cerca del dictador. Terreno hostil para la presa y buen campo de caza para un posible francotirador. El maquis O Piloto por el monte como una liebre y la guardia de Franco con las boinas rojas, borlas amarillas y metralletas en la mano con órdenes de máxima alerta.
En la clandestinidad y círculos privados el llamado “Paquito el de los pantanos” llega a la Central a las doce y media acompañado por el ministro de Obras Públicas Jorge Vigón y por el de Marina Pedro Nieto. Franco va a inaugurar y mientras las últimas gotas de agua bendita se deslizan entre los dedos del obispo de Lugo, doctor Ona de Echave, continúa a pié con su séquito deteniéndose en la explanada de acceso al Salto donde una fuente con un monolito reza la leyenda: “Cuando construimos, no sólo debemos sentir nuestra utilidad presente. La obra ha de ser tal que merezca el respeto de nuestros sucesores, y al colocar con aliento y trabajo sillar sobre sillar, debemos pensar que algún día los hombres pueden decir mientras contemplan nuestra obra: Esto que nos legaron nuestros antecesores también está en el camino que sigue inexorable la Humanidad hacia el progreso y la verdad”.
Después de ver los planos y fotografías de la obra en sus distintas fases, con paso decidido recorre la coronación de la presa y descubre en el edificio de la subestación la siguiente placa conmemorativa: “Fue posible esta obra, inaugurada por S. E. el Jefe del Estado, en una hora de paz, de progreso y de ilusión, por el porvenir de España. Ella permanecerá como símbolo y ejemplo de un inmenso esfuerzo colectivo al servicio de la comunidad nacional, alta tarea a la que Fenosa se ha entregado con la plena dedicación de cuantos la integran y con la fe que alienta hoy a todos los españoles de buena voluntad”. Tras la lectura y en uno de los principales departamentos de la subestación firmó en el libro de oro.
Fue un electricista de Pantón
Al salir fue al mirador a contemplar el paisaje y subiendo al coche se dirigieron a la central subterránea, descendiendo a la sala de excitatrices donde accionó un falso botón que puso la puesta en marcha uno de los tres grupos. Los escondidos maquinistas chantadinos Jose García Campos y Celso Enríquez Eireos, fueron los responsables de accionar la llamada “mariposa”. Con tanta intensidad inaugural, Franco se dirige acompañado por el conde de Fenosa, miembros del Consejo de Administración y el director gerente a la residencia de Belesar a comer a las dos y media con 350 comensales.
Cortes de luz
A los postres Barrié de la Maza dice que “en estos momentos me siento un poco orgulloso de lo realizado. Hemos logrado acabar con los cortes de energía eléctrica que con tanta frecuencia se producían en Galicia”. Al finalizar toma la palabra el Caudillo: “Dos palabras solamente para saludar a tantos gallegos y demás españoles aquí reunidos, a quienes he tenido la satisfacción en este día de poderles ver y estrechar su mano. Y para felicitar al presidente y propulsor de esta Empresa y de tantas otras de la región y a todos cuantos han puesto sus manos en esta obra grandiosa que, utilizando el ahorro regional y estimulando su quehacer y sus inquietudes, han logrado poner en marcha este complejo eléctrico tan importante y trascendente para la economía de la región y para la vida de España, no sólo por la obra en sí, sino por su efecto multiplicador de la riqueza de la Nación y de los puestos de trabajo. Muchas gracias a todos y mi felicitación más entusiasta a los técnicos creadores de este complejo que hoy es el orgullo de España. Muchas gracias.”
Como colofón final fueron muy aplaudidas las actuaciones del coro ourensán De Ruada y un grupo folkclórico da Coruña. Franco sale a las cuatro y media hacia el Nuevo Portomarín y llega al Pazo de Meirás a las ocho de la noche. Todo ello capturado en fotogramas dentro de Actualidad española del NODO Nº 1080B del 16 de Septiembre de 1963.
OTRAS VISITAS OFICIALES: EL PRÍNCIPE Y FRAGA CON «FIEBRE HIDRÁULICA»
La de Franco no fue la única visita oficial que recibió Belesar en sus primeros años. La fiebre hidroléctrica contagia a los príncipes Juan Carlos y Sofía, que visitan el 29 de Octubre de 1964 la presa de Belesar. Llegan sobre las dos de la tarde procedentes de Lugo y acompañados por el director general de Concentración Parcelaria y el de Industrias de la Construcción. Son recibidos por el subdirector general de Obras Hidráulicas y altos cargos de Fenosa. Realizan el mismo recorrido que Franco, firma Juan Carlos en el libro de oro y comen en la residencia de Belesar donde la esposa del director gerente le entrega a la princesa un artístico obsequio. Las notas del coro Da Ruada repiten las mismas canciones y Juan Carlos pulsa el falso botón de la máquina mariposa en la central subterránea.
Con motivo de la entrega de la placa al mérito turístico a la empresa hidroeléctrica del Embalse de Belesar, el 17 de Agosto de 1965 el Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne es recibido en Portomarín por los gobernadores civiles de Ourense y Lugo, conde de Fenosa y autoridades. Entregando en el club fluvial la placa de oro concedida con motivo del 18 de Julio. Al acabar fueron a la Central de Belesar donde “la empresa obsequió a los asistentes con un almuerzo”.
La muerte del último maquis
La ambivalencia sobre el sentido histórico del fenómeno del maquis y sus distintas interpretaciones críticas, acometen miradas retrospectivas que divergen radicalmente a una fuga de la realidad. Una gestación cuya aportación es absorbida por el reflejo directo de la sociedad actual, con distintas visiones en la memoria colectiva. La oposición política al franquismo en los años 40 a través de la clandestinidad y resistencia, estructura guerrillas entre excombatientes republicanos y represaliados escondidos entre los parajes más vírgenes de los montes ibéricos.
Con el Decreto-Ley de bandidaje y terrorismo de 18 de abril de 1947 la represión de posguerra argumenta insistentemente la condición de bandidos y huidos en sus versiones oficiales. La fauna mitológica de guerrillas rurales desencadena una ofensiva del que fuera cabo de la Aviación en Madrid. Un hombre de Corgo –Lugo- que le quedaría el apelativo de O Piloto, inicia los movimientos armados en el sur lucense como militante del PCE, componente de Unión Nacional y gregario del Ejército Guerrillero en disposición de General Jefe del Estado Mayor.
Batallas solitarias
Xosé Castro Veiga contrasta con la omnipotencia del General de guerrillas que en el caminar de senderos crepusculares, despliega sangre fría en sus actos. Su propia ley al servicio del melodrama y la novela folletinesca, compartiendo coreografía amorosa con Ramona Curto Candal –Mirelle- en una encrucijada de sonidos sordos producidos por batallas solitarias en las brumas de la supervivencia. La escena trivial que desencadena ofensivas en forma de atracos, secuestros y asesinatos.
En este contexto de aislamiento con la exiliación forzosa de compañeros y partidos políticos, las luces y sombras de la realidad se ubican con los titulares de la prensa nacional escrita el mes de marzo de 1965 con “La muerte de un forajido por la Guardia Civil” o “Bandolero muerto al atacar a la Guardia Civil”. La persuasión generalizada de la versión oficial determina a F.H.L. a publicar en las Cartas al Director del ABC -23/05/1965- que “el bandolero José Castro Veiga cayó abatido por la certera puntería de la Guardia Civil, la que puso fin a la ola de crímenes y saqueos que éste tenía en su haber. El desaprensivo y desgraciado terrorista que hizo estallar un plástico en la Oficina de Turismo, ocasionando infinitas desgracias, cayó como un pajarito en las manos de un sagaz cabo de la Guardia Civil”.
“Hemorragia cerebral”
El 10 de marzo de 1965 desaparecen de forma abrupta los sueños e ideales del último combatiente en sus 20 años de clandestinidad. Tras un atraco en la Casa do Souto en O Saviñao, es rastreado por Darío Vázquez Fernández que da aviso a la Guardia Civil de su paradero. Sentado en una piedra al lado de un regato de las inmediaciones del Salto de Belesar, rompiendo el entorno natural el pan y chorizo que comía entre viñedos y el río Miño, la Star Súper S 9mm que empuñaba un guardia civil de Chantada no titubeó. Un certero disparo en la cabeza, acabaría con la vida do Piloto. Su cuerpo inerte lo subieron en una escalera que les dejaron unos obreros que construían el Club Náutico. El certificado de defunción deja registrada la causa: hemorragia cerebral.
Decorado para una película
Previo a la inauguración de la Central y dentro de cierto aperturismo en la industria cinematográfica con las coproducciones hispano-norteamericanas, el equipo de rodaje de la película “Fuego” (Pyros…The thing without a face, 1963)) del director catalán Julio Coll preparan en Belesar las distintas secuencias que rodarán. Manuel Berenguer, director de fotografía de películas como “Bienvenido Mister Marshall”, “Orgullo y pasión”, “Rey de Reyes”, “55 días en Pekín” o “Doctor Zhivago” quedó impresionado con las localizaciones de la Ribera Sacra y no dudó en incluir el Salto y alrededores para su nuevo filme.
En un contexto histórico de relaciones internacionales, comercio y propaganda con los USA, de intereses en forma de divisas e impuestos, las censoras tijeras ofrecen la permisibilidad de rodar a través de coproducciones filmes como el morboso “Fuego”, que actualmente está reeditada por la Troma Entertainmment, propiedad de los directores y productores Lloyd Kaufman y creadores del filme bizarro “El Vengador Tóxico”.
Bajo esta alternativa de conveniencia reformista en fotogramas de la primera película melodramática con tintes de suspense y terror de la provincia de Lugo, las retinas de cientos de obreros del Salto, bocadillo en mano, son testigos en primera persona de la irrupción de la película producida por Sidney W. Pink y Richard C. Meyer para la American International Pictures sobre la temática de rostros quemados y los morbosos acontecimientos fragmentados de sus protagonistas.
La sombra del adulterio
En la película, Vance Pierson –Barry Sullivan- es un reconocido ingeniero inglés que por motivos laborales se traslada con su familia a España. La sombra del adulterio irrumpe cuando conoce y se enamora de Laura Blanco –Martha Hyer-, que tras un tormentoso lienzo bidimensional de ruptura le comunica que vuelve con su mujer Verna Pierson –Sherry Moreland- y su hija. La psicodramática situación de la despechada fluctúa en una venganza pirómana sobre la vivienda de los Pierson.
En un intento desesperado de salvar a su familia, Vance queda completamente desfigurado por la llamarada. Subyaciendo deseos de venganza escapa del Hospital, buscando su paradero el inspector de policía –Luis Prendes- y Julio –Fernando Hilbeck- su compañero en la Central. La demencia en forma de Serie B continúa con el estallido de imágenes retrospectivas en forma de una simbólica noria, que es el eje principal de la identidad del ingeniero.
En un pequeño pueblo costero de la provincia de Lugo se oculta la mujer y la hija de Pierson. La atmósfera turbia en forma de incendios en una feria regida por los Frade –Carlos Casaravilla y Soledad Miranda- desencadena las texturas visuales de la narración con pinceladas musicales del compositor José Solá, que fue el primero en utilizar jazz en el cine ibérico en la película Un vaso de whisky de Julio Coll.
El tiempo ficticio en fragmentos de “Fuego”, proyecta fotogramas del Salto de Belesar, oficinas, cantera y el chalé del director gerente de Fenosa Benigno Quiroga, construyendo un balcón de las mismas características y situándolo cerca de la presa para que saliera de fondo. Además los ingenieros ingleses hicieron de extras en las oficinas junto al actor americano Barry Sullivan. Se pudo ver en el Cine Yeca de Chantada en 1964.
Belesar símbología franquista bajo el filo del celuloide
La bóveda de doble curvatura de Yordi se me antoja la pantalla pétrea donde proyectar la crónica política en fotogramas del franquismo. Un dictador obsesionado por el agua que deja tras de sí pueblos borrados del mapa y tradiciones relegadas bajo la omnipresencia del dios Miño. Un símbolo de propaganda donde el noticiario como género cinematográfico popularizó y acostumbró al reforzamiento de la imagen de un Franco líder de masas.
La verdad oficial del NO-DO –reforzada con la publicación de la revista Imágenes– ayudó a consolidar la dictadura, paralelamente a una evolución de Franco ante las cámaras que efectuaban siempre los mismos rituales con planos cortos, contrapicados, voz en off del narrador con mensajes repetitivos, recursos sonoros, cucamonas a los niños para entusiasmar a los espectadores, transmisión de grandes concentraciones sintetizando en primeros planos las caras más expresivas y fervorosas. Engrandeciendo su presencia con un protocolo y cortejo no sólo como doctrina sociopolítica sino como el poder de la imagen en sí.
El “Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos” fue una frase de aceptación unánime por el pueblo a base insistencia. Es curioso el poder y magnetismo que ejerce el cine en los dictadores, la pasión cinéfila de Franco le llevó a firmar bajo el seudónimo de Jaime de Andrade el argumento de la película “Raza” y también protagonizar el día de la inauguración de la central de Belesar la puesta en marcha de una máquina moviendo una falsa palanca.
Meses antes a la inauguración de la presa, el director de fotografía Manuel Berenguer rueda para la película “Fuego” otra secuencia con balcón, ya en “Bienvenido Mr. Marshall” realizó una similitud con el célebre balcón que tanto gustaba a Franco bañándose en multitud de clamores y consignas. La censura pasó por alto el argumento morboso y de adulterio, los ingresos en divisas de los USA dan ciertos privilegios. Hoy, la perfección técnica y vanguardista de la curva de Yordi se muestra como la pantalla de un cine abandonado, entre viñedos centenarios de la Ribera Sacra y las aguas del río Miño.