¿A DONDE VAMOS?

Por J.J. García Pena
Hemos llegado a un grado tal de avance tecnológico que el mismo nos inspira temor o, por mejor decir, terror. Era de esperar. Incluso quienes oficiaron de padres de la IA (Inteligencia Artificial) no ocultan su horror frente a su ya indomable creatura, auto flagelándose como si fuesen culpables de lo que, de cualquier manera, habría de suceder.
Tranquilos, sabios. Ustedes no son culpables de la redondez de los astros, ni del formato de la herradura, ni del sacacorchos, ni del primer avión, ni siquiera de la bomba H. Como bien dice uno de estos espantados padres tecnológicos, (mientras intenta sofrenar el castañeteo de sus dientes) para conjurar su inútil sentimiento de culpa:
-Si no hubiese sido yo lo habría hecho otro-
Nada más cierto que ese enunciado. Lo sepa o no, en esa frase excusativa el azorado científico resume lo inexorable de la evolución no solo del universo, sino la de nuestra propia especie.Tal y como nos ha sucedido siempre, primero creamos la necesaria herramienta y luego, a fuerza de pagar caro los errores de aprendizaje, la terminamos por controlar.
Nunca fue al revés. Primero inventamos el fuego y luego el guante de asbesto. Hasta un mismísimo dios, dicen, creó un muñeco solitario y después se dio cuenta de su error y lo subsanó como dios manda, pero luego se enojó con y…
Mejor dejémoslo por aquí.
Resumiendo: Creación +Prueba +Error +Control= Avance.
Una de las últimas herramientas que hemos creado aún nos tiene a los saltos y no sabemos bien qué hacer con ella. Como escapada del recipiente de Pandora, tardaremos en hallar la forma de controlarle los excesos a Internet. Pero la hallaremos.
Para cuando lo logremos, habremos comprendido de dónde proviene este «inexplicable» auge de la violencia en todas sus formas, incluidas las violaciones grupales, el salvajismo de género, el “bulling”, el suicidio juvenily las masacres intempestivas en centros de estudios. Entonces y solo entonces, legislaremos sobre el acceso restricto o irrestricto a según a quienes y a qué páginas del pandoresco dominio.
Cualquier niño es capaz de hallar rápidamente más información – “buena” o “mala” – que el más ilustrado de sus abuelos. Diez mil años de civilización no registran un fenómeno semejante. Y es solo el comienzo de una era de colosales avances técnicos, perlados de algunas hecatombes dolorosamente ineludibles, dada nuestra naturaleza bestial.
No te extrañes si los pederastas salen, organizados, a reclamar sus “derechos”, embanderados en reverdecer los gustos sibaritas de la clásica aristocracia y de la casta militarista griega, cuyas turbias élites fomentaban tal aberración por no considerarla un “desvío”.
En poco tiempo la tecnocracia -nos guste o no- tomará el control casi total de nuestras vidas, tal como, casi imperceptiblemente, nos impuso el dinero electrónico y la sutil “obligatoriedad” de tomarnos vacaciones. Faltará trabajo y sin embargo, sobrará dinero para todos.
Viviremos mucho más y mejor. Después preguntaremos para qué. Nuestro “manual de conducta cívica”, basado en el antiquísimo Código Romano, va quedando a todos lucesinsuficiente, ante tanto avance sorprendente y ya incontenible. Habrá que legislar, pues, a partir de nuevos conceptos de “moral”, (otro de nuestros inventos, al igual que la propiedad privada o la monogamia), ya que la Naturaleza carece de tal concepto.
Nos anunciaron, hoy mismo, que ya es posible convertir en palabras escritas y audibles cada uno de nuestros pensamientos. Es decir, se acabó la mentira y se destruirá la base camaleónica de toda lucha por la supervivencia. Ya no podremos echar mano de la simulación, (una de las herramientas naturales más útiles con que contamos buena porción de los seres vivientes), perfeccionada y elevada al grado de sublime arte en el ser humano. A partir de ahora, desolapada y desactivada por la IA, la mentira será pólvora mojada.
La misma tecnocracia que hemos inventado nos dictará las nuevas leyes «morales» que nos regirán en un mundo por fin universalmente Educado. Todas las viejas normas de convivencia caducarán a favor de las nuevas a implementarse.
Por ejemplo; en una sociedad decente y Educada será considerado inmoral lo que hoy tiene estatus de “normal» sin que nadie lo cuestione ni se asombre: dos jóvenes de la misma edad reciben similar enseñanza, pero diferenciada y facilitada por la posición social de sus progenitores.
La justicia, tantas veces reclamada en vano por unos y otros en el transcurso de nuestra admirable y jodida historia, por primera vez ya no estará en manos de jueces tan corruptibles como nosotros. ¿O me dirás, ahora, que los “malos” son sólo los demás y vos estás en el selecto grupo de los pocos “justos” que se mueven sobre la Tierra?
Yo me reconozco entre el primer grupo, pero aspiro a ser Educado por la “fría” tecnología, ya que los “cálidos” sistemas tradicionales se contradicen y se faltan el respeto entre sí y a todos nosotros desde siempre, basados en diferencias que nada significan para “las máquinas”.
La Educación tendrá un único nivel, válido para toda la Humanidad.
No sabemos, con precisión, cómo será el futuro, es cierto.
Pero no tenemos dudas de cuán trágico fue nuestro pasado, ni cuanto nos preocupa este presente lleno de dioses perimidos y apáticos que no protegen a los inocentes; ni siquiera a sus acólitos.
Oriente Medio, sin ser el único, es un claro ejemplo de odio bíblico, de barbaridad bélico-religiosa sin resolver.
Si así se comportan los creyentes “civilizados” ¿qué podemos esperar de los “herejes” sin dioses?
Quizás “las máquinas” no alcancen el grado de crueldad de los humanos para con los suyos. Ya se verá. El futuro -bueno, malo o peor- está por escribirse. Y no hay forma de evitarlo; pero no suframos por ello. Disfrutemos del gratuito espectáculo cósmico, según nos lo enseñó Rabindranath Tagore: Si de noche lloras por la ausencia del Sol, no verás las estrellas.