galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

ADRIÁN Y LA RED SOCIAL

Anoche me he ido a la cama pensando en si esto de las redes sociales, en donde tengo miles de amigos, es verdadero o falso. Me explico. Si estos medios que nos han puesto en pantalla para relacionarnos, contar historias e incluso viajar a través del tiempo, es sano; vamos, si le conviene a nuestra salud.
Es que hace ya algún tiempo que vi al pequeño Adrián en la tele, rodeado por sus ídolos, dando la vuelta al ruedo y con montera sobre su cabeza sin pelo por culpa de la quimioterapia. Un niño con cáncer, pero feliz.
Adrián había confesado en el Hospital de Valencia que quería ser torero de mayor y daba pases con improvisada muleta para que le vieran los médicos, las enfermeras y los demás niños de la sala de oncología. Hasta tal punto trascendió la historia de Adrián que los toreros valencianos le rindieron un homenaje en apurada e improvisada corrida que hizo feliz al niño enfermo.
Estaba ya medio dormido cuando Juanma Castaño, en su “Partidazo”, me habla de una tal Aizpea Etxezarraga que ama a los toros, las vacas y todo tipo de animales… por lo que es probable que se haya convertido en víbora para jugar en “X” con lo sagrado; es decir, con la ilusión de un niño que sufre un sarcoma de Erwing, o sea, un terrible cáncer que le está devorando los huesos.
La “hijoputa” escribió:
—– Yo no voy a ser políticamente correcta. Qué va. Que se muera, que se muera ya. Un niño enfermo que quiere curarse para matar herbívoros inocentes y sanos que también quieren vivir. Anda yaaaaa! Adrián, vas a morir.
Entonces, a mí que tampoco me gustan los toros, se me subió un escalofrío por el cuerpo y me hizo recapacitar sobre la utilidad de estos medios que utilizo con tanta frecuencia…
—– ¿Cómo se puede permitir semejante salvajada?
La verdad es que, si recapacitas, las redes sociales son el reflejo de esta sociedad cuyos valores ponemos todos en duda. Hay alguna gente que ha perdido la noción del bien y el mal. Pero de eso no tienen culpa ni las redes ni los medios digitales, que solo son una herramienta cultural en este siglo de desatinos.
Una señora capaz de escribir a un niño semejante disparate no es otra cosa que un despojo humano que se aprovecha de un medio tremendamente eficaz para contar muchas historias hermosas, como leemos mayoritariamente en las redes sociales, aunque a veces se nos cuele algún demonio.
Yo que nunca rezo lo hago hoy para que Adrián se ponga bien y llegue a ser torero… porque es único. Aunque a mí no me gustan ni los toros ni todo espectáculo o actividad lúdica en la que se matan animales.

Xerardo Rodríguez