AGOSTO 2023
Cada cual que haga su agosto trabajando, holgazaneando o pactando. Este es el gran mes del año: el del turismo, el de los veraneantes, el de mi cumple, el de las grandes fiestas y romerías, el del tiempo playero, el de la vuelta al curro para unos y el de la barriga al sol para otros… Además, se acabaron los partidos amistosos y los clásicos amigables, porque vuelve La Liga. Los otros partidos, los políticos, comenzarán a jugarse en el Congreso nuestro futuro, que no está nada claro… Pero en Galicia seguimos bailando en las verbenas y comiendo en la abundancia; por eso rendimos tributo a la empanada, al churrasco, a la almeja, al berberechiño, al carneiro, a la langosta, a la cigala, al pulpo, a la carne o caldeiro, a las rosquillas, a los melindres, al pan de broa, a la tarta de amendoa… En agosto, mis amigos, todo al costo. Por mi parte, ya seré un ochentero más que dejó atrás los grandes placeres. ¡Aprovéchalos tú que puedes!
Y no paro de toser. Este tiempo, ahora te asfixias ahora te enfrías, es que me mata. A mí y a todos los que pertenecemos a la estirpe de los mayores sin haber hecho ningún mérito para que nos concedan tal honor. El caso es que nunca pensé yo que me pusiera a escribir una crónica tosiendo, mientras por la ventana veo como la gente disfruta hoy más que nunca del verde sobre el otro verde.
Ayer, uno de los meteorólogos de este país habló en la tele de nuestro cambio climático y pronosticó que los gallegos íbamos a perder nuestro carácter atlántico.
—- ¿Cómo?
Sí, dijo que el clima iba a transformar nuestra manera de ser y que nos convertiría en mediterráneos. Esto provocó la hilaridad del presentador y del músico vigués, que puntualizó con acento caribeño:
—- ¿Y qué tiene que ver el Caribe con el Mediterráneo?
Verás, al músico lo que le habían dicho hace un tiempiño es que el país se convertiría en Galifornia… ¿Me entiendes “machiño”?
De todas formas, aquella noche de agosto en el puerto de A Guarda ya escuchara yo eso del país tropical.
—- ¡Bós días!
—- ¡Bós días!
—- ¿Entón como nos quedou o país?
—- Pois daquela maneira. Uns non gañaron o que querían e outros perderon menos do que pensaban.
—- E dicir, que non se contenta quen non quere…
—- ¿E os nosos como quedaron?
—- ¿Os nosos? ¡Dirás os teus! ¡Qué se vaian retirando!
Los diálogos de esta aldea no tienen nada que ver con las batallas electorales de antes, cuando los caciques siempre ganaban. Ahora mis paisanos discuten el resultado, pero terminan todos como enfadados. Unos y otros me tienen loco porque no consigo averiguar si lo que te dicen es un lamento, un gesto de conformidad o se guardan para llevar a casa esa alegría que tanto se les nota cuando gana su equipo de fútbol.
Para mí que siguen jugando al despiste para guardar el preciado secreto del voto, porque mis vecinos poseen, todos, esa retranca que les permite parecer lo que nunca fueron.
Cuando llegas a los ochenta te propones sacudirte la seriedad del cuerpo y centrarte en las escasas sonrisas que puedes pintar en los días que la vida te regala. Pero a mí me resulta imposible tras echar un vistazo a los periódicos del día y comprobar la fractura social que sufrimos, producto de la propaganda. Hoy no me resisto a ponerme serio y resaltar de principio la gran preocupación que me sacude cuando miro a mis nietos y pienso en lo que les espera. Verás.
Mientras los medios de comunicación se están convirtiendo en patios del marujeo la política es hoy por hoy, de facto, un escenario de guerra, de lucha por el poder. Esta gente de los partidos rotos lo está haciendo con tan poca elegancia, tanto por carta como a través de las pantallas, que tienen seriamente preocupado al personal, con sus hipotecas variables disparadas y la cesta de la compra por las nubes. Aún encima, si sube el pan, la culpa la tiene -según los listillos de los palacios- la invasión de Ucrania, la guerra sin fin.
Lo grave de la situación es que es común, es decir, europea. Solo basta analizar el cristo que están montando los nazis alemanes, las proclamas victoriosas de la extrema derecha italiana, francesa, española, sueca, austríaca, polaca, finlandesa, incluso la posición húngara ante la política común, para darse cuenta de que los partidos mas radicales, los de extrema derecha, están consiguiendo un avance impensable en democracia.
Además, ya conquistaron puestos de gobierno mediante pactos con los principales partidos de derechas. Como ocurrió en Finlandia, donde quienes hacen gala de su racismo antiinmigración, presumen de su doctrina nazi y proponen romper la UE: el grupo denominado “Los Filandeses” forma parte del gobierno de coalición.
Esta situación ha hecho que investigadores de la talla de Janis Emmanouilidis, analista principal del European Policy Center, con sede en Bruselas, haya alertado de los peligros que supone la llegada al poder de los fascistas, cuyo objetivo próximo es obtener el próximo año poder decisorio en el Parlamento Europeo, para hacer volar por los aires la Unión Europea.
Mi amigo Rafa, funcionario de Moncloa, que para colmo está sufriendo los agosteños calores de Madrid, me ha comentado…
— Quizá fuese bueno para España un período de cuatro años con un gobierno Feijóo-Abascal para que la gente se entere de lo que vale un peine.
La gente de ciudad debiera de aprender que eso que llamamos vida rural es otra historia. Si eliges una casa de turismo en el campo para pasar unos días habrás de adaptarte a los modos que tenemos de vivir quienes habitamos la aldea. En nuestros pueblos hay vacas que cagan, tractores que aran, motosierras que cortan leña y hasta gallos que cantan a hora temprana.
Te digo esto porque una casa de turismo rural de Cangas de Onís, que es municipio líder de Asturias en este tipo de hospedajes, ha denunciado a un vecino “porque los dos gallos de su gallinero cantan demasiado temprano y despiertan a los huéspedes”…
Pero lo malo no es que un tipo con pocas luces presente semejante queja, es mucho más grave que el gobierno asturiano tramite tal denuncia.
Que yo sepa, esto no ha ocurrido nunca por Galicia. Los gallos despiertan a los pájaros cantores y entre todos componen una sinfonía cada amanecer, para que la disfrutemos los que tenemos la suerte de saber vivir esta vida.
Así que, si vienes por aquí, no te quedes solo con lo bucólico y disfruta del origen de todo lo bueno que ves y escuchas a tu alrededor. Incluso el canto del gallo.
Antes, los periódicos ponían fin a sus ediciones muy de madrugada y los periodistas dormíamos poco por culpa de la desorganización de nuestros hábitos alimentarios. Me acuerdo de mis cenas con los compañeros de aquel “Diario de Pontevedra” de los sesenta, en el Bar O Coxo, de la Lonja de Marín, con tremendas mariscadas y largas charlas de sobremesa en la que nos enterábamos de todo lo que pasaba en el recinto portuario.
A veces nos pasábamos con los chupitos y como militábamos en la rojería hacíamos proselitismo entre os bós e xenerosos mariñeiros más proclives a las tesis comunistas de Ángel Huete, que al franquismo al que olía aquella pareja de la Guardia Civil mal encarada.
Recuerdo un día en el que apareció un tipo semidesnudo subido a una caja de pescado para dirigirse a los allí presentes de esta manera:
—- Compañeiros: estou tan limpo que por non ter non teño roupa. ¿Alguen me daría un peixe que poida cociñar e levarme a boca?
A aquel hombre lo llenaron de rodaballos, de merluzas, de salmonetes, de cigalas… pero los guardias civiles se lo llevaron al cuartelillo por “escándalo público”.
Recuerdo en mis madrugadas de radio a aquellos vigueses de los setenta avisándonos de que sobre el cielo de Cíes se mantenía en vuelo estático un OVNI. Nos lo contaban por teléfono entusiasmados e incluso despertaban el interés de la población durmiente. Los que no tenían ángulo de visión sobre las islas se subían al Castro, el mirador de la ciudad y la ría. Todos veían objetos voladores no identificados en nuestro espacio aéreo y los expertos llegaron a decirnos que “venían porque las antiguas Illas Ficas se asentaban sobre un campo magnético”. Afirmaban que los OVNIS recargaban por allí sus pilas. Incluso un concejal me juró que había visto como una de las naves había salido de debajo del agua…
Ahora resulta que este de los OVNIS es tema prioritario en el Congreso de los Estados Unidos y no hay americano que se precie que no haya visto una nave e incluso hablado con sus tripulantes, por supuesto extraterrestres. Ya veréis como en cuestión de día se publican cientos de libros sobre este fenómeno paranormal.
En el norte de Galicia la gran playa abre paso al verano entre acantilados esculpidos por el Cantábrico en sus días de furia. En las Rías atlánticas, las olas se limitan a besar la paz de arena, mientras los barcos veleros cabalgan sobre ellas.
La gente ha vuelto a la playa para escuchar la sinfonía del mar y pasear los espacios, puede que incluso alguien se atreva a darse un chapuzón.
Los cielos claros llegaron de una vez por todas a las mil playas de techo azul y con ellos volvemos a ese edén donde el sol crea espirales de luz sobre la arena mojada. Disfrutad de la fascinante serenidad marina, animados por la luz y la belleza del grandioso escenario que se contempla en la costa gallega.
Qué razón tenía el profesor Abelenda cuando nos decía…
—- El sol es la sal de la vida, dejad que penetre en el aula y sazone nuestros cuerpos.
A mí siempre me suspendía en la convocatoria de junio, pero me premiaba en la de septiembre. Era para animarme a ahondar en la filosofía de los clásicos y para que guardase en la mochila la cosmología popular que aprendía escuchando a los ancianos de mi tribu, la de Cudeiro, sabios por antonomasia.
Recuerdo al Sr. José –antes siempre anteponíamos al nombre el respetuoso señor– cuando tiraba de la experiencia que le daban los muchos años vividos para interesarte en lo natural, en esa perspectiva que siempre me rodeó de niño…
—- Vale moito mais unha terra chea de arbres nos montes que un Estado con ouro nos bancos.
Lo que quería decirme es que si tienes una leira que cultivar y un bosque con leña para calentarte nunca te convertirás en un avaro ambicioso de los que describen los libros de época contando moneda a moneda.
Los ancianos de mi tribu, además de sabios, mantenían la fuerza en el cuerpo y la mente limpia. Tenías que verlos, con su elegancia de mayores, creando estilo y oliendo a amapolas…
—- Pero si as mapoulas non cheiran a nada…
—- Sen embargo ás boas fragancias anúncianse nun campo cheo de mapoulas.
Los mayores de mi tribu olían todos a naturaleza viva y daba gusto verlos sentados matando ese tiempo que era incapaz de acabar con ellos. Para nosotros eran todos como un padre transitorio.
Dediquemos hoy a los mariñeiros de Vigo aquella “Alba de Groria” que escribió en honor de la estirpe el mismísimo Alfonso Daniel Rodríguez Castelao…
… Veremos as nobres dinidades e os fortes caraiteres que dou Galiza no decorrer da súa Hestoria. Verémolos camiñar en silenzo, coa faciana en sombras e o mirar caído na terra dos seus pecados e dos seus amores, agachando ideias tan vellas que hoxe nin tansiquera seríamos capaces de comprender, e sentimentos tan perennes que son os mesmos que agora bulen no noso corazón. Algúns verémolos revestidos…”
… Es que quiero mostrar mi indignación por el reportaje realizado por unos desinformados reporteros de National Geografic sobre el puerto de Vigo y los hombres que navegan desde él los siete mares. La revista divulgativa pinta las artes de pesca gallegas como “de contrabando” y tilda de “narcos” a sus protagonistas, en un afán de presentar al mayor puerto de Europa como un colmo de ilegalidades.
Los gallegos de mar ya han mostrado su ira contra semejante despropósito y a ellos me uno hoy desde la modestia de esta revista digital. Os pido a todos que le contéis al mundo el orgullo que sentimos por el puerto y la lonja de Vigo y por todos los puertos pesqueros y lonjas de Galicia: en ellos se cita la gente más honesta y noble de este país. Nada tienen que ver con los criminales traficantes de droga a los que repudiamos, perseguimos y denunciamos para que terminen sus vidas en donde se merecen, en la cárcel, en dónde se pudren, hoy por hoy, la mayoría de los narcos. Ninguno de ellos pertenece a la gran familia marinera compuesta por mas de veinte mil trabajadores y alrededor de ochocientas grandes empresas. Nadie concibe en España el tremendo error cometido esta semana por una revista que presume de defender la Naturaleza.
Estamos tomando el sol en la eira al mediodía cuando aparece el cartero…
—- Este nunca trae boas noticias… porque naide manda cheques por correo.
Efectivamente, cuando el buen hombre se va, Gregorio abre dos sobres: son dos recibos, el de la luz y el del agua…
—- ¿Pero eu que fixen pra jastar tanto?
—- Ti sabrás. Pero ten en conta que este mes que ven a luz ainda vai subir mais
El colega jura en arameo y cuando se calma echa mano de la filosofía rural…
—- ¿De quen é a auga? ¿Quén é o dono?
—- De todos nós, Gregorio, cae do ceo, é un ben común.
—- Xa vexo, xa…
Entonces le explico como del mar emerge la lluvia, maná del cielo que nos empapa en su caída para enamorarnos cuando concibe el manantial de la montaña, ese que nace cristalino, transparente, para fecundar el río, el creador del alma verde del país y de ese gran lago artificial que además de provocar la hermosura del paisaje sirve para fabricar energía y para preservar el agua que bebemos.
—- Entón, si é nosa, si é de todos… ¿Por qué a cobran? ¿Por qué non é un servicio gratuito do Concello?
—- Porque nós tivemos sempre caciques, demasiados caciques. A auga non ten razón de que a cobren mais aló dos custes que supoñen ó traela as casas.
—- ¿E o vento, de quen é o vento?
—- Tamén noso. E por demais en Galicia case sempre entra polo mar…
—- ¿E por qué é tan cara a lus si resulta que a metade da enerxía que consumimos os galegos ven polo aire e a outra metade a produce a nosa auga?
—- Polo que xa dicía Castelao, Gregorio, polos caciques…
Ya sé que estamos en verano y no debíamos hablar de ladrones, pero la escena es real como la vida misma. Digo yo que algo tendrá que hacer el Gobierno para que los ricos accionistas de las empresas eléctricas frenen sus ambiciones…
Los montes de nuestra proximidad, en primavera e incluso en verano se tiñen de amarillo por la chorima o alecrín, que es como llamamos los gallegos, indistintamente y según la zona, a la flor del toxo, nuestro arbusto nacional, ese que antiguamente se utilizaba para hacer estrume, es decir, lo que los modernos llaman compost.
Cada vez que lo miro me quedo pensando en cómo una planta tan hermosa puede resultar tan infrautilizada, si ella nos ofrece otras interesantes posibilidades.
—- ¿Cómo cales?
—- Como combustible…
No te lo creerás, pero hace ya unos cuantos años que un ferrolano me trajo a la tele una garrafa de gasolina de toxo.
—- ¿E qué pasóu?
La patentó e intentó su fabricación, pero las multinacionales del petróleo tiraron abajo su invento con sus poderes económicos y políticos. ¡Tenía los mismos octanos que la super!
Del toxo también se destiló whisky y doy fe de que estaba mucho mejor que aquel que bebíamos de mozos, el Dyc, que no había presupuesto entonces para llegar a los escoceses y mucho menos a los de Malta.
—- ¿Juiski ou augardente?
—- Whisky, whisky.
El toxo es también planta medicinal. Sus semillas contienen citisina que posee la propiedad de elevar el tono cardíaco, combate el asma, la tosferina y el dolor de cabeza. Tiene las mismas virtudes que las hojas de boldo y por ello se utiliza también contra las enfermedades del hígado.
La chorima se sirve como infusión, pero también se puede comer y es muy sabrosa como flor cristalizada. Además, se utiliza mucho como adorno natural de algunos platos.
—- Total, que o toxo é una xoia.
—- Endemais non fai falla semialo porque é unha especie invasiva.
—- Outra cousa non teremos en Galicia, pero toxos…
El toxo y su flor, la chorima, son solo un ejemplo de la inmensa riqueza que encontramos en las plantas, arbustos y árboles que pueblan nuestros espacios naturales. Ojalá alguien retome algunos esos proyectos de creación gallega que supondrían una muy buena solución, nada contaminante, para abaratar los combustibles.
Amaneció de niebla y han vuelto a destrozarme los recuerdos. Son machacones y te dicen cosas que jamás creías que ibas a escuchar pronunciadas por tu yo. No, no es que aquellos mis actos causaran daño alguno, al contrario, mi conciencia me tiene bien considerado y nunca me remuerde.
Sin embargo, mi cerebro me insulta más veces de las que quisiera…
—- Mira que fuiste tonto, te has pasado la vida haciendo el tonto.
Entonces vas, desde la ventana atraviesas con la mirada el gris brumoso del pasado y te dices a ti mismo…
—- Razón tienes, pero ya sabes que los tontos somos buena gente.
Me consuelo. Me veo como un sentimental al que solo le importan esas pequeñas cosas que lo envuelven en puras evocaciones mientras escribe. Y otra vez veo a mi padre sentado en la terraza de Cudeiro, emocionado, escuchando aquel rollo que su hijo estaba largando por la radio…
Ahora que soy mayor creo que me parezco mucho a él. Pero jamás le superaré, ni como hombre ni como padre.
En esto se disipó la niebla y el sol hace que brille la playa. Hoy te encuentras a gente por todos los caminos de salud que recorremos, todos contentos, como si la sal de la vida los hubiese rejuvenecido. Esta mi gente es la más educada que conocí, que no da un paso sin saludarte afectuosamente…
—- ¡Bós días!
—- ¡Bós días!
—- ¿Qué? ¿Cómo andamos?
—- ¡Ímola virando!
—- Pois alédome.
—- Eu tamén de verte…
Y cada uno sigue su ruta, según sus apetencias y según le permiten sus piernas.
En la ciudad próxima, sin embargo, eres solo un número del padrón de habitantes. Unos y otros pasan sin decirte nada, como si fueras un apestado. Lo peor de mi vida en Madrid era aquel primer momento del día, cuando bajaba en el ascensor del edificio con cuatro personas y todas callaban mirando al suelo o al techo. Solo Akiko, la flor japonesa que vivía en el apartamento de enfrente ejercía la amabilidad. Lo hacía con una reverencia y tres palabras en su idioma que traducía inmediatamente…
—- Kon’nichiwua soshite shiawaseninarô. (¡Hola y sé feliz!).
Yo le devolvía la reverencia y le contestaba con un piropo…
—- Utsukushî arigatô. (Gracias, guapa).
Aunque dudo que comprendiera mi japonés de diccionario…
Xerardo Rodríguez