AJOS AL PIE DEL CAMINO
Por Inés Rocha, de Rías Baixas Tribuna
¡Una anciana vendía ajos al costado del camino!
Se detiene un auto lujoso conducido por una señora que pregunta:
—- ¿Cuál es el precio de cada porción de cebolla?
La abuela respondió:
—- ¡Cuesta 0,25€ la ración, señora!
—- Si me das 6 raciones por 1,00€ las acepto, si no, se las compro al otro vendedor…
La abuela respondió:
—- Tome las cebollas y pague cualquier precio, señora. Para mí es un buen comienzo porque no he vendido ni una sola porción desde esta mañana y necesito dinero para sobrevivir.
La señora tomó las 6 porciones, pagó el precio que había ofrecido y se fue sonriendo, con la alegría de la victoria escrita en su rostro.
Poco después se subió a su carísimo coche y fue a almorzar con un amigo a un restaurante con estrella Michelin.
Después del abundante almuerzo, bien bebido y comido, quedaba demasiada comida en los platos, ya que no habían podido comer tanta.
El dueño del restaurante se acercó a la mesa, comprobando si todo estaba como quería, y si todo había sido servido al gusto de los clientes.
La señora dijo que sí y pidió la factura, a lo que respondió que costaba 88,00€.
La señora le dio un billete de 100,00 € y le dijo…
—- Puedes quedarte con el cambio.
Esta historia parece normal para el dueño de un restaurante de lujo, pero no lo es en absoluto para la señora mayor, que vende cebollas a 0,25 euros la ración.
La pregunta es:
—- ¿Por qué tenemos que demostrar nuestro poder cuando compramos a vendedores pobres pero honestos?
—- ¿Por qué somos generosos con quienes nos atienden sin necesidad de propina?
—- ¿La actitud de esta señora demuestra que no sabe qué es el ajo?
Sé que algunos de ustedes no compartirán esta historia, pero si son de esas personas que se tomaron el tiempo de leerla hasta el final, seguramente la compartirán con sus contactos.