galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

AQUELLAS IDEAS

La antigua panificadora de Vigo, ejemplo de la desidia municipal.

No todos se fueron.

Alguna gente imaginativa se quedó aquí para reconvertir aquel trozo silencioso de vida,  aquel campo yermo de margaritas con fondo de cementerio, en un mundo vibrante lleno de ideas nuevas.

Nacieron gracias a estas ideas pequeñas industrias y la negra sombra se fundió bajo el sol que daba vida al paisaje del alma.

Fue cuando el gallo cantó una nueva alborada y el camino a la villa se hizo más breve.

Aquellas ideas, en tiempos difíciles, nos devolvieron el orgullo de ser gallegos. Incluso algunos de los corazones errantes volvieron al hogar nativo.

Y ahí están, en pié,  las huellas de aquel patrimonio industrial en forma de ruinas de factoría conservera, de grandes hornos de pan, de viejas minas, de reales fábricas o de pequeños astilleros…

Dicen los expertos en patrimonio que hay más de quinientos edificios industriales con historia, salpicados por la geografía gallega, entre los agros de maíz y el viejo barrio de la ciudad nueva.

Todos esperamos que renazcan algún día, para ofrecernos la crónica de aquella vida que quedó para siempre insertada en la memoria de las ausencias.

Bueno. Todos menos los que estos días solo piensan en repetir alcaldía de la que vivir durante los próximos cuatro años. Porque, en realidad, es lo único que les interesa a los ediles: vivir y vivir bien.

Por eso mi amiga María Soledad Casanova, que es chilena,  les ha condenado en mi Facebook en pleno ajetreo electoral español. Está decepcionada.

Lo mismo que esa gente que se preocupa por la conservación del patrimonio industrial y a la que ni un solo político hace caso, porque a todos se les da ahora por eso que bautizaron como “humanización”; es decir, ahora solo hacen lo que antes llamábamos adecentar la calle…

Tengo un amigo sabio,  más viejo aún que yo, que me dijo:

— Lo antiguo estorba, Xerardo…

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