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BANCOS MARISQUEROS AMENAZADOS POR UNA MINA

La reactivación de las minas de San Fins pone en peligro 4.000 puestos de trabajo

Por Antón Luaces

El sector pesquero rechaza enérgicamente la reanudación del vertido de aguas residuales depuradas, que matarían los bancos marisqueros de los que viven más de 4.000 mariscadores profesionales. 

Cerrada la mina de San Fins en la década de los 90 del siglo pasado como consecuencia del declive de la minería en toda Europa, ahora resulta indispensable la autorización de la Xunta para reanudar la explotación de los minerales que dieron empleo a centenares de trabajadores de la zona que convirtieron la parroquia de Vilacoba (una de las siete que integran el concello de Lousame) en una especie de Eldorado de una Galicia entonces «no vaciada», caracterizada por su estrecha relación con la minería. 

Explotadas desde hace siglos, de las minas de San Fins (o San Finx) se extraían importantes cantidades de mineral desde la Edad de Bronce: estaño y wolframio, fundamentalmente. Este último de vital importancia para las potencias europeas enfrentadas en la II Guerra Mundial, por cuanto el wolfram -que también se extraía en otro complejo minero situado en los límites del ayuntamiento de Carballo- fue un metal empleado para recubrir y blindar la punta de los proyectiles utilizados por los contendientes (incluso posteriormente a la finalización de la mencionada II Guerra Mundial, con salida al extranjero como material de contrabando por los puertos de A Coruña, Vigo y Ferrol).

EL WOLFRAMIO GALLEGO, UN RECLAMO INTERNACIONAL

El contrabando de wolfram generó importantes fortunas en una población de poco más de 2.000 habitantes como era entonces la villa de Carballo. Aquí florecían las sucursales bancarias hasta que, en el año 1950, cesaron las exportaciones al desplomarse los precios de este mineral. El hecho generó un tremendo caos en Bergantiños y Lousame.

La mina de Carballo -en Monte Neme- nunca más volvió a extraer mineral, a pesar de lo cual algunas personas se suministraban ilegalmente del mismo para venderlo en A Coruña. No fue así en San Fins (Lousame), donde en el año 2007 se rehabilitó la mina restaurando y habilitando la zona de esta para crear un museo y reinterpretar un complejo que albergaba la maquinaria relacionada con los métodos de extracción y tratamiento del wolframio. En el verano de 2012 se reactivó la extracción de estaño.

LAS BALSAS DE AGUAS RESIDUALES, EL PROBLEMA

La ría de Muros-Noia es una riquísima zona marisquera. Y si la Xunta autoriza la explotación minera de San Fins que reclama Acyr, el vertido al mar de las aguas residuales acumuladas en las balsas significaría un daño trascedental para la producción de berberecho y almeja. Por este motivo, las cofradías de pescadores de Muros, Porto do Son y Portosín han acordado presentar alegaciones -al margen de las presentadas por el pósito de Noia- en el sentido de mostrar su oposición a los vertidos. En el hipotético caso de que, a pesar de su oposición, la Administración gallega diera luz verde al proyecto de la propietaria del complejo minero, las cofradías exigirán un control exhaustivo de esas aguas dado que, al parecer, se trata de aguas residuales contaminadas y con metales pesados que, en la actualidad, se vierten a tierra en las inmediaciones del río que desemboca en la zona marisquera.

Un informe del departamento de minas de la Xunta de Galicia alude a que las presas mineras abandonadas fueron construidas con fines eléctricos y no mineros, con la clara intención de obviar el control de la Comisión de peticiones y «burlar» la transparencia, la falta de información veraz, la seguridad jurídica, el principio de igualdad y contradicción de las partes en el procedimiento administrativo -según afirmaciones de Joám Evans, ponente de la defensa de la petición 59/2017 de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo relativa a la falta de información, seguridad y contaminación de las presas mineral de San Fins, que se debatió la semana pasada en el Parlamento europeo en Bruselas. Esta petición queda abierta a la espera del informe de la Comisión europea.

IMPEDIR LOS VERTIDOS

Para los pescadores y mariscadores asentados en los municipios que rodean la ría de Muros-Noia es ineludible regenerar las balsas, que no se viertan a la ría o al río las aguas residuales que aquellas contienen y que se vigile muy de cerca el impacto ambiental.

Según una reciente publicación del diario La Opinión-A Coruña, en San Fins, caso de que la Xunta apruebe la reanudación de la actividad minera, se verterán 65.000 litros a la hora de aguas residuales industriales de achique, bombeadas; 10.000 litros de residuales industriales de achique conducidas por gravedad y un caudal máximo de 150 millones de litros al año de residuales industriales de escorrentía procedentes de la zona industrial».

Asimismo, las aguas pluviales externas a la explotación procedentes de las laderas de la mina, se recogerán en las cunetas y se conducirán al «rego das Rabaceiras». Las residuales industriales de achique bombeadas, procedentes de varias galerías, se conducirán -cuando la mina esté en explotación- a una balsa de decantación de 2.2 metros de profundidad. De aquí irán a una planta de tratamiento. Esta depuradora dispondrá de tratamiento químico con sosa y un reactivo para metales pesados, cuatro tanques en los que se producirá la precipitación de los metales pesados, sistema de tres filtros y tanque de aguas filtradas para almacenar, en las que se lavarán los filtros. Las aguas fecales generadas por el personal de la instalación se recogerán y almacenarán en un depósito estanco de 30.000 litros. Un pozo negro que se vaciará periódicamente.

Todo ello a no excesiva distancia de un mar, el de la ría de Muros-Noia, que todavía vive con el temor a los vertidos y sin haberse recuperado de la problemática generada en esa área por las «piscinas» o «balsas» de cría y engorde de salmones.

ANTÓN LUACES