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CAMBIO CLIMÁTICO, TECNOLOGÍA Y SUPERVIVENCIA

“Los humanos consumimos más recursos de todo tipo que los que el planeta Tierra es capaz de suministrar o regenerar”.

Por Isidoro Gracia

En 1987 por encargo de la ONU una comisión, encabezada por la doctora Gro Harlem se realizó un informe, que se tituló “Nuestro Futuro Común” y fue redactado por un Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y los Límites del Desarrollo Sostenible, avanzó en certidumbres incompletas, pero puso de manifiesto que el uso de la actual tecnología es, a la vez, núcleo del problema y la solución.

En resumen, avanzaba que los humanos consumíamos más recursos de todo tipo que los que el planeta Tierra era capaz de suministrar o regenerar incluso con el apoyo de las mejores tecnologías. Especial énfasis ponía en el tema energía sobre el que se llegaba a afirmar, casi literalmente: A esta fecha no existe ninguna fuente, ni ninguna combinación de fuentes conocidas, capaz de subvenir las necesidades humanas para obtener un grado de bienestar global adecuado.

Posteriormente se han sucedido distintos informes y actualizaciones (creo que vamos por la VII) que han ido constatando datos y conocimientos científicos, pasando desde una valoración del impacto humano de una calificación en un nivel de confianza medio a una afirmación radical de que las actividades humanas son responsables de un calentamiento del planeta en un 1,1° grados centígrados desde el periodo 1850-1900 hasta la actualidad. Más alarmante es el hecho de que el estudio predice que se espera que la temperatura global alcance o supere los 1,5 °C o más de calentamiento en los próximos 20 años.

“Está acreditado que la actividad humana es la causa principal del aumento de la temperatura”.

Para aproximarse por el ciudadano medio al debate sobre el “Cambio Climático”, con un mínimo de racionalidad, es necesario tener alguna idea clara en algunas cuestiones cuya veracidad o pertinencia están acreditadas. Dos hechos parecen estar acreditados: el aumento paulatino de la temperatura de la atmósfera del planeta y el aumento acelerado en esa atmósfera del contenido del carbono, tanto como dióxido de carbono (CO2) como en forma de metano (CH4), así como del óxido nitroso (N2O); también parece acreditada la existencia de alguna relación entre los dos hechos. A pesar de los esfuerzos del Panel de Expertos por cuantificar el papel de los océanos, o de la variación de la radiación solar, estaba según su lenguaje: en un nivel de confianza bajo, incluso el impacto a la baja producido por las erupciones volcánicas, que se sitúa en el corto plazo después de las erupciones, por lo que está menos acreditado que la actividad humana sea la causa principal del aumento de la temperatura (Toda la actividad humana impacta en una pequeña fracción de un ciclo en el que está implicado menos del 5% del carbono total existente en el planeta) pero es esa actividad humana el único factor sobre el que podemos actuar, para controlar que los daños no nos lleven a la catástrofe total y global.

Es pertinente y clara la necesidad de programas de ahorro energético, aun cuando no existieran indicios del cambio climático, es una decisión de mera supervivencia para las generaciones futuras. También está acreditado que, sin el uso de tecnologías duras e intensivas en energía, abonos y pesticidas, la capacidad de sostener el actual volumen de población sobre el territorio habitable, en condiciones de bienestar, se reduciría drásticamente. A la vista de la evolución de los problemas, también ya es evidente que el uso de este tipo de tecnología es imprescindible para garantizar agua potable. Pero el sentido común indica que los límites para el uso de esas tecnologías hace tiempo que fueron sobrepasados, en amplias zonas del planeta.

EL CASO DE EUROPA

“En Europa no podemos prescindir del uso de las tecnologías duras e intensivas”.

Uno de esos clubes de científicos, creados para proyectar el futuro, realizó un informe sobre la población europea, que los recursos naturales del territorio podrían mantener, en condiciones de desarrollo sostenible y bienestar, con el mejor uso de las tecnologías blandas que se dominaban en el último tramo del siglo XX; la conclusión fue que la población superviviente sería mucho menos de la mitad de la entonces existente. Hay estudios que establecen el límite aún más abajo. Consecuencia de la escasez de recursos sobre territorio europeo (a título de ejemplo la totalidad de recursos de gas y petróleo existente en nuestro territorio solo llegan para el 5% de nuestras necesidades) es que las decisiones, normalmente impulsadas desde la UE para evitar situaciones irreversibles, sean siempre limitativas. así pues, parece acreditado que en Europa no podemos prescindir del uso de las tecnologías duras e intensivas; en consecuencia, me guste poco o mucho, soy ferviente partidario de su uso, al menos que quien defienda algunas posiciones, mal denominadas ecologistas (el hombre como especie forma parte de la ecología), me convenza de la bondad del método que habría que utilizar para seleccionar los millones de personas que sobrarían en la Unión Europea.

Pero o se consigue que USA, China, India y otros grandes consumidores de recursos acepten la filosofía de conservación y reversibilidad, o las previsiones cuasi apocalípticas de los informes: incremento de temperatura, perdida de las masas de hielo, subida catastrófica del nivel del mar, desestabilización del clima, etc., serán, tal y como se indica, inexorables e irreversibles.

A MODO DE CONCLUSIÓN

No servirá de mucho, cara a la supervivencia de la civilización, tal y como hoy la entendemos, que Europa, USA y otras zonas desarrolladas exportemos a África, o a otras zonas geográficas poco desarrolladas lo que nos molesta y sobra: las tecnologías menos eficientes y los residuos que ellas generan. Al contrario, haríamos bien en pensar en compartir las tecnologías, que han demostrado que pueden revertir algunos de los efectos más dañinos y de las que disponemos en el mundo, quizá mal llamado, desarrollado.