CAOS EN VENEZUELA
Hoy dice el periódico que Maduro amañó las elecciones, que las del domingo pasado en Venezuela fueron un fraude. Y no solo eso, algún periodista muy facha mezcla en el asunto al expresidente español José Luís Rodríguez Zapatero y al politólogo Juan Carlos Monedero, de quien, además, dice que recogía maletines llenos de dólares en el Caracas Hilton, donación del régimen chavista para su formación política. Es decir, para denunciar la manipulación electoral en Venezuela, vierten toda la basura posible sobre la política española. No se les ocurre contar que Maduro y su chavismo no es una religión, sino una burda imitación del comunismo cubano, demodé desde que enfermó Fidel.
—- ¿Y esto como se arregla? ¿Con un golpe militar? ¿Es eso lo que queremos para devolver la prosperidad a un país que lo tiene todo para volver a ser el paraíso que ya fue?
Tengo que contaros una historia que viví personalmente para que os enteréis de como es Venezuela desde hace décadas. Gobernaba entonces Carlos Andrés Pérez, que iba de socialdemócrata.
Sucedió una noche en Caracas a escasos doscientos metros de la Embajada Española y sobre las dos de la madrugada. El taxista “de seguridad” que me habían recomendado mis amigos de Venevisión –un chicarrón maracucho que había sido policía y que llevaba pistola entre las piernas mientras conducía- pegó un frenazo que estrelló mi cara contra el parabrisas. Lo que tal vi parecía de película basada en los policías corruptos de Nueva York…
Dos coches oficiales mantenían cerrada la calle y cuatro energúmenos se dedicaban a darle patadas en todas las partes del cuerpo a un “delincuente”. Unos metros más allá una joven semidesnuda y ensangrentada yacía en la acera.
Al descubrirnos, uno de los agentes solo dijo…
—- ¡Lárguense! ¡Pronto, coño! ¡Váyanse!
Pero a mí no me dio la gana y le pedí explicaciones de aquello al mismo tiempo que veía como me encañonaba con una pistola y mi cabeza no sentía para nada mi cuerpo…
En discusiones andábamos cuando llegó Ramón Piñeiro escoltado por ocho “moscas” de la misma policía de Caracas. Los “moscas” son los “motoristas” que acompañan en sus recorridos a las autoridades y a la gente invitada por el gobierno.
A pesar del tenso momento me sorprendió que Ramón tuviese escolta, pero di gracias a Dios por habérmelo traído tan oportunamente, aunque luego supe que fuera el maracucho, de nombre Waldo, el que lo llamara a través del “celular” solicitando su ayuda.
Los polis discutían, la chica se moría y se murió; y el muchacho, su novio, fue acusado de asesinato en ese mismo momento… De no haber sido por Ramón Piñeiro estaría pudriéndose aún en alguna de las cárceles de la República, por muy bolivariana que sea y puede que Waldo y yo estuviésemos viajando de estrella en estrella.
—- ¿Por qué?
—- Nosotros éramos los únicos testigos y el chico era peruano, indio de un pueblo de la media ladera de los Andes.
Reinaldo Vargas quedó en libertad al día siguiente de estos hechos y tras nuestras declaraciones, los investigadores averiguaron que aquellos cuatro vándalos con uniforme… les robaron, violaron a la chica, la mataron de un solo golpe en el cráneo y apalearon a su novio con intención de acusarle de homicidio.
Cuando Reinaldo entró en el hall del Caracas Hilton supe que se iría pronto de Venezuela. A la hora del almuerzo que celebramos los protagonistas de la noche anterior, en el mismísimo “Portón” de los Hermanos Piñeiro, Ramón me contó, confidencialmente…
—- Soy muy amigo del director de la Policía, que es de origen gallego. Se dio la casualidad de que anoche tuve una corazonada y no estaba dispuesto a viajar solo porque resultaba muy peligroso. Le llamé y en un minuto llegaron los “moscas”.
A pesar de su importancia, aquella noticia no saltó a los medios de comunicación. Un día después, lunes, en el aeropuerto de Maiquetía leía en El Universal el siguiente titular:
30 ASESINATOS Y 14 DELINCUENTES ABATIDOS POR LA POLICÍA
Jamás olvidaré el rostro de aquella joven y cuando volví a Caracas siempre hice caso a aquella recomendación del joven director del Hilton…
—- Mejor quédese en el hotel… ¡Hay de todo!
Como comprenderéis la situación en Venezuela viene de lejos y aunque Maduro sea un hijoputa engañabobos… no es él solo el responsable de estos fraudes electorales, de las miserias y de la inseguridad ciudadana. Hay muchos que le siguen capaces de lo que haga falta por ocupar una parcela de poder.
Únicamente una intervención internacional devolvería la democracia al país, pero los venezolanos de bien están hartos de bloqueos y condenas que lo único que consiguen es hacer reír a los chavistas y a sus cómplices militares…
Os digo que yo no conozco la solución como también ignoro que está pasando en el mundo donde la pobreza trae consigo la muerte y el odio.
Xerardo Rodríguez