galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CONTRABANDISTAS, GENTE ESPECIAL

Manuel fue toda su vida un “espalda mojada”. A veces tenía la suerte de cruzar el Miño en barca, camuflándose entre la isla de la granja portuguesa y los juncos que crecían en la orilla, al otro lado de Eiras, allá justamente donde comienza el ayuntamiento de Vilanova de Cerveira

Otras, sin embargo, Manuel Díaz cruzaba el río a nado con un saco “impermeable” a su espalda que pesaba unos 40 kilos, lo que lo convertía en el mejor nadador del Baixo Miño

Por eso le llamaron siempre “Ligero”; porque, si las hubiera disputado,  sería el más rápido nadador en las olimpíadas escolares aquellas que organizaba el franquismo en connivencia con el “Frente de Juventudes”.

Manuel Díaz “Ligero” se dedicó al contrabando desde que tenía catorce años. Una vez aprendidas las cuatro letras  ya no sintió más necesidad de adquirir conocimientos en la escuela. Por otra parte, tampoco había dinero en casa para ir al instituto, que el más cercano estaba entonces en Tui.

Él solo se encargaba del “transporte”; lo demás, las compras y las ventas, eran cosa de Acunha, el portugués; y de Roberto, el guardés. Uno compraba y vendía los productos más allá de la “raia” y el otro a este lado, principalmente en A Guarda. Para un lado iba el aceite y para el otro el café… Y más productos miseria de los que ni me acuerdo ni quiero acordarme.

Todo esto lo sé por él mismo y  por aquellas conversaciones secretas que teníamos en el muelle contemplando como las gaviotas iban y venían hasta la rampa donde aún descansan las chalanas “pulpeiras”.

— No ganabas nada y te jugabas la cárcel… Quienes ganaban eran los patronos…

— Como ahora, Manuel, como ahora…

Manuel no sabía casi nunca que llevaba a un lado y a otro de la frontera, solo que era contrabandista…

— Como era un niño yo creo que le daba lástima a la Guardia Civil y me dejaban cruzar el río.  Lo mismo que los “Guardinhas” portugueses.

Manuel era de los contrabandistas admirados y respetados a uno y a otro lado de la “raia”. En Portugal se echara novia y también en Tabagón. Con la de aquí se casó, pero con la portuguesa fue sexualmente feliz…

—- Tenía dos amores,  uno de contrabando y otro de curso legal.

Tuvo no sé cuántos hijos. Como era tan querido en todos los contornos –sin saber de política y semianalfabeto-  lo eligió alcalde de A Guarda el propio Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación durante la dictadura. El cargo lo ostentaría hasta su muerte, porque en democracia también lo eligió su pueblo “pese a ser da Alianza Popular de Fraga”.

Tuvo el mayor entierro que se recuerda en todo el Baixo Miño porque este contrabandista y alcalde, era un gran tipo.

No lo era tanto “El Amador”, del barrio de A Ponte, en Ourense.

Un día de esos que nos saltábamos las clases y cruzábamos el Miño para pasear sus orillas por Oiralo vi entre las rocas, desnudo sobre una joven de impresionante piel canela. Ella chilló en portugués al descubrir a unos mocosos que irrumpían en sus amores prohibidos.

Porque “El Amador” no tenía novia que se le conociera, entonces; y sí “querida”, como se le decía durante la dictadura a las “relaciones amorosas que se mantenían sin ser bendecidas por la Iglesia”.

“El Amador” era el Corleone de los contrabandistas de la provincia de Ourense y tenía, para disimular, una fábrica de curtidos. Le llamaban “el de las pieles” y su mera presencia transmitía un halo de malestar que no era normal.

Contrabandeaba todo el mundo para él entre Ponte Barxas y el Xurés; y fue el hombre más rico que pisó A Ponte en toda la historia del barrio. Su producto estrella eran las pieles de todo tipo, pero especialmente las de animales reconvertidos en abrigos para señora…

El astrakán era su especialidad pero tampoco le hacía ascos al visón, zorro, nutria, foca… Y no había dama de la alta sociedad ourensana que no tuviera un abrigo de El Amador.

Era, digamos, el contrabando para la gente rica que entraba en Galicia desde Portugal. Y “El Amador” el mayor “importador” de la provincia

Solo una vez estuve en Vilardevós con Guillermo, que es otro de los históricos de la “raia” y el contrabando.  Aunque no tenía necesidad de cruzar ningún río, este hombre delgado pero fuerte, había sido también “transporte”, como Ligero.

Guillermo nunca usó su espalda para contrabandear y sí a su mejor amigo, a “Farruco”. Así le llamaba al burro que utilizaba para traer el Sical, “o mellor café de Portugal” y llevar –me dijo aquella vez- aceite, bacalao, vino blanco y  alguna “xoia”,  de precio inconfesable,  para mujer amada de hombre rico, vendida por señora viuda venida a menos.

Porque Guillermo Anta trabajaba en la frontera para el inventor del “compro oro” en época crítica, negocio que extendería luego a Portugal para contrabandear “xoias” a uno y a otro lado da “raia”.

Parece que en alguna finca portuguesa aún se puede ver un retablo barroco de una capilla de A Limia, que era el piadoso clero del sur de la provincia muy proclive a deshacerse de ciertos objetos históricos por los que se pagaban altos precios.

Guillermo me contó aquella vez dos cosas divertidas:

— Eu iba de cando en vez a Ourense e aproveitaba para darme un paseo pola rúa de Villar, que era, xa sabes, onde se facían falcatruadas coas mulleres públicas… Nun daqueles bares sorprendín o señor cura párroco de Ganade, unha parroquia de Xinzo, que metera a sotana nunha maleta pero pechouna mal e todo dios se deu conta de que era cura. Dous días antes recollera nesa igresa uns candelabros de prata que seica tiñan moito valor…

— ¿E pillaronte algunha vez levando esas cousas?

— Nunca, porque o meu Farruco iba diante marcándome o camiño. E… si vía a Guardia Civil ou os “Guardinhas” escapaba… O burro, non me digas como, voltaba sempre para a casa. Eso sí, sin a mercancía…