galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CORRUPCIÓN, HOY COMO AYER

Dejaré volar la memoria hasta aquel año de 1982, en el que para muchos se inicia el verdadero cambio político en España. Desde el 1977 hasta entonces… gobernó el Estado la UCD, con un debilitado Adolfo Suárez González al frente de aquel partido, en donde buscaron refugio los desertores de aquella dictadura que duró cuarenta años, tras una amarga guerra entre hermanos que nos dejó a las familias españolas más de un millón de muertos, enterrados muchos de ellos en fosas comunes con las que se intentaron borrar las huellas de lo que la justicia internacional calificó como asesinatos y mi madre llamaba “paseos”.

—– Non preguntes, deixa as cousas como se atopan.

Mi abuela, a la que aquella guerra enterró a seis de sus siete hijos varones, jamás quiso hablar conmigo de política y en Cudeiro, por los años cincuenta, todo el mundo se callaba ciertos temas en los que los adolescentes curiosos hurgábamos para ver si averiguábamos lo que había pasado y estaba pasando en nuestro propio entorno. Ni mi padre te decía nada, solo la consabida frase de los progenitores de su generación…

—– Nunca te metas en política.

Ni te imaginas la alegría que sentí,  primero cuando murió aquel dictador que me había dejado sin seis tíos; y luego cuando un joven Felipe González, socialista, ganó las elecciones a aquella numerosa manada de lobos disfrazados de corderos, que habían devorado pocos días antes el cadáver político de una figura clave de nuestra historia, el del honesto presidente Adolfo Suárez, a quien debemos en buena parte esta democracia,  corrompida no por su culpa sino por el reciclaje de aquellos sus compañeros de viaje… pertenecientes, casi todos, a los gobiernos franquistas.

—– Dos de aquellos ministros, Martín Villa y Utrera Molina, aún están reclamados por una jueza argentina…

Sí, pero nadie en España quiere ahondar en aquellas profundas heridas y aquellos crímenes quedarán impunes. No os olvidéis que el dictador “al que no le tembló nunca la mano firmando sentencias de muerte”, murió de viejo, en la cama…

La UCD aquella, con unas bases franquistas de toda la vida, ya se financiaba con donaciones anónimas y lo afirmo porque fui testigo casual de una entrega de cuatro millones de las antiguas pesetas que un chofer dejó en la sede de Pontevedra, de parte de doña Carmiña.

Aquello no era delito.  Era normal, según se me dijo.  Y así debía ser porque amigos empresarios me confirmaron que ellos…

—– Bueno, yo solo le doy al PSOE.

—– Ah, no. Yo reparto la cantidad entre los tres, no vaya a ser…

Fue entonces cuando me enteré de como lo hacían: entregaban el dinero a uno de los “hombres del maletín”, que era el encargado de llevárselo al tesorero del partido. Camino de la Caja B, se “perdían” un tanto por la recogida, otro tanto por la entrega y otro tanto para el líder. Y así, con esa práctica “tan normal”, se hicieron grandes fortunas y a la vista saltan en forma de chalets, solares, casitas en la playa, inversiones en bolsa y cuentas a plazo fijo en paraísos fiscales.

Hubo algún alcalde que llegó a tener tres casas en su propio municipio, dos pisos en la capital y la mitad de una urbanización en Tenerife… Esto es de dominio público y siempre tuvo conocimiento de esas propiedades el secretario general del PP. De esto, hace ya veinte años. Ojo, ocurrió en Galicia.

—– Pues sí que era fácil enriquecerse…

No lo era, lo sigue siendo. Las “donaciones” son la matriz de la corrupción y las “comisiones ilegales” de ahora y de antes, su “plan de desarrollo”. Los grandes partidos necesitan dinero para llevar a cabo esas costosísimas campañas electorales y mantener esas grandiosas infraestructuras en todos los municipios, las provincias, las autonomías y en la capital del Reino.

Los militantes no pagan, el dinero que aporta el Estado es a todas luces escaso ante tanto lujo y solo queda una vía: buscar financiación mediante “donativos” de las empresas amigas que, vaya casualidad, son a las que se adjudican las grandes obras públicas o incluso los pequeños servicios de los ayuntamientos, como se está destapando ahora.

Porque lo que no quieren esos partidos a los que la modernidad designó como La Casta es reducir el gasto… No vaya a ser que se derrumbe todo como si fueran fichas de dominó.

—- Porque a la política se viene a “progresar” y no a ser más pobre…

—- Entonces… ¿No hay nadie vocacional? ¿Y todos esos discursos al servicio de los ciudadanos?

Dejemos atrás a los “roldanes” del PSOE –mi primera gran decepción del felipismo-  y a los “naseiros” del PP, de los que a la vista de este presente ya nadie se acuerda salvo el sagaz comentarista Francisco Marhuenda, que de joven ya salía en la foto con el corrupto tesorero de Manuel Fraga…

—– Esto e moito demais, ¿Verdade?

Lo dice Carmen, la mujer de Manuel, preocupada por el futuro de su pensión a pesar de los más de ochenta vividos…

Llegados a estos niveles de corrupción, decía, el problema es tan grave que ya está provocando un radical cambio político en todos los aspectos. Y el cambio que se anuncia, que nadie tiemble, es la revolución pendiente de estos jóvenes que no conocieron aquella transición de chapuzas, de padres franquistas de la Constitución, de golpes de Estado inventados para meter miedo, de ladrones de guante blanco…

Las alcantarillas del Estado huelen a podrido porque ya no se limpian. Y las ratas, que ya ocupan el 40 por ciento del territorio nacional, terminarán saliendo a la calle, todas, porque siempre encuentran hueco…

Los y las “caza-ratas”, los jóvenes flautistas españoles que encabezan esta moderna revolución basada en el poder popular, están preparados para todo. Algunos ya van con escolta porque su nombre se pintarrajea en las fachadas al lado de la palabra muerte, lo que indica que el fascismo está vivo.

Aunque… lo que realmente dará la vuelta a la situación de podredumbre política que vivimos en España es la propia politización del pueblo español. Ya nadie pasa. Todo el mundo ha despertado tras la penuria de una crisis injusta que solo pagamos los trabajadores y después de ver como se lo llevan crudo señores que no saben hacer la o con un canuto, como dijo el Juez Velasco. Luego, vino la pandemia en forma de suceso a jodernos más.

—– ¿Y tú crees que nos devolverán el dinero que nos robaron?

No, no lo creo. Como ocurrió con Roldán, Juan Guerra, Naseiro y muchos más.  Ahí los tienes disfrutando no solo de la libertad y de la vida sino también de su dinero, que les convirtió en los primeros millonarios de la política indecente, tras aquellos surgidos durante el franquismo, que fueron miles.

El amplio etcétera de golfos corruptos, saldrán a la calle “por buen comportamiento” o en algún caso hasta serán indultados.  Sus empresas pantalla no le permiten al más sagaz de los investigadores averiguar en donde están los millones de euros robados y por lo tanto podrán seguir disfrutando de ellos en la más completa impunidad.

Y aunque existen pocos datos fiables, Hacienda estima que la corrupción le costará a España durante este 2021 el 1% del Producto Interior Bruto, es decir unos 10.000 millones de euros.