galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CUANDO LOS CONTROLADORES DESCONTROLAN EL PAIS

Torre de Lavacolla el día del descontrol.

Mis amigos aeroportuarios dicen que todo el lío comenzó en Santiago, en Lavacolla; en el aeropuerto que comparte nombre con uno de los lugares más emblemáticos del Camino a Compostela.

Comenzó, concretamente,  en su torre de control. Porque se descontrolaron los controladores, que pasaron a ser “los descontroladores”.

Porque según parece, ese día, el del gran puente, no solo se descontrolaron ellos sino también el espacio aéreo; y dijo el ministro José Blanco, gallego como yo,  que se había descontrolado todo.

Mi informante descontrolador me explicó los motivos por los que se puso enfermo sin estarlo, en el mismo momento en el que un avión de Ryanair volaba sobre el espacio aéreo de Santiago, ya descontrolado.

En ese avión viajaba mi hija Betty, por eso yo también volaba, pero por la terminal compostelana,  a lo Tom Hanks.

Ryanair volaba sobre el descontrolado espacio aéreo.

El descontrol, a partir de entonces, ya nada tuvo que ver con el descontrolador que se puso enfermo, sino con la compañía cutre a la que, no solo le permitimos imponer las normas que le peta, sino que, además, para que vuele aquí, la subvencionamos.

¡Manda carallo! Los gallegos con los irlandeses siempre fuimos así de generosos, incluso cuando se llamaban celtas y nos invadían; y ahora que Carlos Nuñez invita a los Chifftains del Molowny…

Porque en Vigo y A Coruña el control estaba bien controlado, que aún no se pusieran “enfermos” los descontroladores. Pero la compañía irlandesa decidió que su aeropuerto alternativo estaba en el extranjero y, despreciando absolutamente a los otros dos aeropuertos de Galicia,  se llevó a Portugal a un pasaje que había elegido Compostela para sus cortas vacaciones.

Así sucedió que:

Una persona que tomó un avión en Madrid para Santiago, a las ocho de la mañana, la llevaron a las once de paseo por el cielo portugués, la aterrizaron en Oporto sobre la una del mediodía, la colocaron en una sala de espera –que es el mejor nombre que le podían poner a la salita-; la metieron en un autobús del siglo XX a las seis y media sin darle ni las buenas tardes;  y la dejaron en la terminal de Santiago, su destino,  a las diez de la noche…

Menos mal que los vuelos de Ryanair a Santiago están subvencionados por el ayuntamiento, por la diputación de A Coruña y creo que por el gobierno autónomo… ¡Que si no…!

Ese día mi informante descontrolador perdió sus razones laborales. Zapatero presidente nos avisó de lo que vale una militarización. Y España volvió a ser la de charanga y pandereta, aquella de los tiempos de Pepe Isbert y “Bienvenido Mr. Marshall”.

Y yo llegué a una conclusión.  El Camino de Santiago no nació como narra el clérigo Aymérico Picaud. Surgió de una huelga de los controladores de diligencias y de los desatinos alternativos elegidos por el cutrerío de la empresa que cubría todas las rutas xacobeas.

Ante sus abusos,  la gente se echó a andar. Y paso a paso, llegó a Compostela guiado por las estrellas, porque los descontroladores del espacio aéreo, aún no habían nacido…

… Y el Camino de Santiago surgió de otro descontrol..