galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

DE VACACIONES – Edición 578

Con la Iglesia hemos topado, repitió el alcalde nacionalista de As Neves, cuando se enteró de que el cura de la parroquia de San Xosé de Ribertame había dicho:

—- Mientras yo sea párroco no habrá Procesión de Ataúdes en la festividad de Santa Marta.

El curita se llama Francisco Javier de Ramiro Crespo y es uno de esos reformistas que no saben distinguir las tradiciones ancestrales… de la Galicia Profunda, esa que solo ven en este siglo los ignorantes, como este evangelista, que confunde la fe que predica, la devoción popular y las costumbres ancestrales… con la “brujería y la superstición”.

Porque esto es lo que cree el cura de lo que sigue siendo uno de los ritos más tradicionales de las romerías gallegas, internacionalmente conocido y al mismo tiempo Fiesta de Interés Turístico Nacional: una superchería. Al mejor estilo de aquella Inquisición asesina, el curita no permitió el viernes pasado que se celebrase la procesión con cadaleitos, a pesar de la indignación de los ofrecidos y sus propios fieles… y del recado que le dejó el alcalde Xosé Manuel Rodríguez:

—- A romería ten unha dimensión social e relixiosa, na que non podemos intervir. É un descoloque, unha falta incluso de delicadeza por parte de quen toma esa decisión unilateral sen ter en conta esas sensibilidades que están asociadas a decisión.

El obispo protege al párroco y el pueblo amenaza con huelga de rezos. ¡Qué menos! Lo que pueden hacer, sugiero, es dejarlo solo ante su altar, con su dios y su virgen extrañados por la falta de devotos… de la noche a la mañana.

Hemos de caminar un día de estos por estos predios, donde dicen tuvo lugar la batalla final de la romanización, pero hoy lunes estoy un poco lejos, que me he acercado a las Tierras de O Bolo, frontera natural con la ancha Castilla. Estoy encaramado a los montes que suponen la imaginaria línea que nos une al resto de la península. Desde ellos y hasta Viana me llega esa brisa refrescante para que me harte de sosiego: con sus ríos, lagunas glaciares, bosques, cañones, valles verdes… este es un paisaje enmarcado en los más bellos espacios naturales, que aún hacen posible la convivencia del pasado y la modernidad del presente. Esta vez he tomado la autovía de las Rías Baixas y en A Gudiña me desvié por la carretera de montaña que me trajo a Viana, la capital de la comarca mas hermosa del oriente sur ourensano.  Mírala en lo alto de su colina, que fue antiguamente un castro. Ahí la tienes reflejada en el lago que forma el río Bibei para producir la energía que necesitamos…

PAÍS DO BIBEI

Cuentan las crónicas más antiguas que, por la plaza y las calles de Viana, empedradas con granito de montaña vieja, se escuchaba a diario el martilleante paso de cientos de caballos. Los montaban los bíbalos galaicos que habitaron este primitivo castro; los celtas… y también las legiones romanas que buscaban cualquier trayecto para llegar a Brácara Augusta y por eso fundaron aquí la ciudad Forum Bibalorum.  Luego llegarían los nobles gallegos para defender este sorprendente territorio en el medioevo.

La romanización se debió primordialmente al paso de la Vía Nova o Vía de Antonino que enlazaba las ciudades de Astúrica Augusta, la actual Astorga y Brácara Augusta, la ciudad portuguesa de Braga. Una red secundaria enlazaba perfectamente todo este territorio, siendo más notable la vía que unía Freixido con Viana. De la presencia romana quedan en la comarca numerosos caminos empedrados y puentes sobre los ríos.

Pero la mejor muestra son los restos de la ciudad de Pintia, en San Cibrao, en el propio municipio de Viana. De las ansias de riqueza del Imperio quedan huellas en LAS MEDULAS DE CALDESIÑOS, también en el municipio de Viana, una mina parecida a la que hay en el Bierzo leonés, próxima a las tierras gallegas de Rubiá y O Barco.

Cuenta la historia que los romanos fueron los descubridores de las aguas sulfurosas de Bembrive, a donde acuden hoy en día –a pesar de que el edificio del antiguo balneario permanece cerrado- todos los habitantes de la comarca que tienen afecciones estomacales, reumáticas y respiratorias.

Sin embargo, fue en la Edad Media cuando Viana alcanzó su esplendor con la construcción de su castillo del que se conserva la torre del homenaje. En el año 1180 llegó aquí el rey Fernando II y al encontrarse la fortaleza destruida la mandó hacer de nuevo. El castillo gozó de fueros y gobierno propio. Perteneció a Fernando Osorio de Castro, luego a Pedro Enríquez y más tarde, Felipe II lo erigió en cabeza de marquesado a favor de Pedro Pimentel, hijo del Conde de Benavente. En el siglo XV volvió a ser reconstruida tras diversos conflictos y durante las guerras carlistas fue testigo de nuevos enfrentamientos.

La Villa de Viana se concibe a sí misma en el espejo de este río, que la modernidad ha convertido, a sus piés, en un hermoso mar interior… Es el actual punto de partida para conocer los innegables alicientes que nos ofrece un paisaje distinto a cada paso, que se define como una armónica conjunción entre la alta montaña y el verde valle, en el que crecen las fragas más auténticas al lado de la tierra que la sensibilidad del hombre convirtió en cultivo.

LA VIEJA ALDEA

Cuando por primera vez pisé el territorio galaico de los bíbalos, allá por los sesenta, la mayor parte de los vianeses -unos seis mil- vivía en la villa y el resto, al igual que en la actualidad, se repartían entre 52 pequeños lugares encuadrados en 35 entidades parroquiales. Hoy Viana solo cuenta, según el censo del 2021, con 2.787 habitantes, por lo que su densidad de población es de 11’56 por metro cuadrado.

El sector agropecuario fue básico para la economía en los últimos tiempos: el cultivo del vino, la revitalización de la castaña y una huerta excepcional, por una parte. Por otra, las explotaciones ganaderas, para la producción láctea y para la cárnica. También el ganado ovino y un complementario subsector avícola y porcino, hicieron posible que se mantuvieran vivas las zonas más rurales de Viana.

Aunque, al margen de la socioeconomía revitalizada de estos pequeños pueblos, visitarlos es todo un placer tanto por sus valores paisajísticos como por sus valores arquitectónicos y etnográficos. Por ejemplo, Pradorramisquedo y A Penouta, dos viejas aldeas escondidas entre los centenarios soutos de castaños, con una arquitectura popular propia de piedra y pizarra… Muy próximos a estas aldeas, se construyeron hermosos pazos señoriales, de los que son bellos ejemplos los de Oumoso, Fradelo, Punxeiro o Grixoá.

No olvido que cada pueblo tiene su iglesia románica, un puente medieval, un cruceiro, un hórreo y numerosas muestras de la etnografía de la comarca.

EL CAÑÓN DEL BIBEI

Su río principal recorre la comarca de punta a punta y supone también una importante fuente de riqueza a través de su aprovechamiento hidroeléctrico y piscícola, que es la pesca de río uno de los grandes atractivos de la visita a Viana, junto a los deportes náuticos que se practican en el embalse. Sin embargo, los paisajes más espectaculares del Bibei son los que provoca su garganta o cañón a través de 40 kilómetros, con desniveles superiores a los 500 metros. Aunque en las laderas se cultiva actualmente la vid, en ambas márgenes del río se hallan algunos de los mas antiguos bosques de ribera de España.

LA FRONTERA NATURAL

Lo bueno de Viana es que la modernidad no alteró para nada sus imponentes paisajes y espacios naturales, especialmente los de montaña, esos que configuran la frontera natural entre Galicia y Castilla. Te podría citar infinidad de rutas de senderismo que seguro despiertan tu interés, tanto por la hermosa perspectiva como por los habitantes de la montaña. La Naturaleza mantiene aquí su virginidad y lo agradecen aves como el águila, el búho real o el pájaro carpintero. Este es el último reducto del lobo ibérico que persigue a las manadas de corzos. También se esconden entre la frondosidad de los árboles los jabalíes y sobre todo el inteligente zorro, que ha encontrado su hábitat entre los carballos, castaños, alisos o avellanos.

La Serra de Queixa y la Serra da Calva marcan los límites de Viana con el resto de Galicia y de Castilla. Desde lo alto de la Calva se alcanza el Lago de Sanabria, ya en Zamora; y en el trayecto hasta sus cumbres podrás admirar restos de las morrenas, las lenguas de los antiguos glaciares, pequeñas lagunas de agua dulce, próximas siempre a los axuntadoiros, el lugar elegido por los pastores antes de mover el ganado para procurar nuevos pastos.

LAS FIESTAS

En Viana tengo dos fiestas favoritas, la del Entroido y la de la Androia, que es producto gastronómico de carne porcina, muy similar al botelo de A Fonsagrada, indispensable para los inviernos fríos, metida dentro de un buen plato de caldo que calienta el cuerpo y el espíritu. No la perdonábamos cuando, jóvenes, jugábamos a ser montañeros que hacíamos cumbre en Trevinca por la parte de A Veiga, donde algunos quieren construir ahora una estación de esquí. Mejor, dejen el entorno natural como está.

Ninguna de estas fiestas coincide en tiempo con el viaje de este lunes, pero ambas celebraciones son motivo suficiente como para acercarse a la capital de la comarca de O Bolo.

Los orígenes del Entroido de Viana son tan lejanos en el tiempo que no se conocen, por eso los etnógrafos lo sitúan como el más antiguo de Galicia. Hay quien se atreve a decir que data de los tiempos de la romanización y se basa en los ritos de los galaicos bíbalos.  A mí me flipa su personaje central, el boteiro, cuyo traje sufre ligeras variaciones en las parroquias de Viana, Fornelos de Filloás y Vilarmeao. Los boteiros abren el fulión de la comitiva carnavalera característica de esta zona. En realidad, su misión es abrir espacio a todas las comparsas y personajes del Entroido. La plasticidad de su vestimenta te llamará especialmente la atención.  

NOCHE DE VERANO

Cuando llega el lusco fusco a Viana, se esconde casi todo el mundo animal que vuela, corre o camina por el entorno del embalse do Vao. Tal vez el buho real sea el único capaz de distinguir la belleza que surge entre las sombras, cualquier noche de este verano.

A lo lejos, Viana se mira en el espejo del agua iluminada, creando luciérnagas que siempre despiertan la curiosidad del viajero. La villa se nos aparece otra vez dormida y la piedra de su casco histórico calla para no romper este silencio del estío en calma. Ya sabes, Viana duerme entre luces de bombillas que alimenta la central hidroeléctrica próxima.

Tal vez mañana, cuando sea invierno, surja otra vez de la nieve entre las sombras del amanecer más bello.

Decía un obispo de Mondoñedo que nuestros cuerpos reciben la energía de millones de velitas que, a medida que se nos pasa la vida, se van apagando. Para seguir vivo y con salud tienes, en su opinión, que encender una de las velas de las mesas situadas estratégicamente a lo largo y ancho de los templos. Lo malo es que cada velita comenzó costando cinco pesetitas, luego las reconvirtieron en velas eléctricas por las que los fieles pagaban un euro y finalmente les pusieron un temporizador para que los clientes tuviesen siempre la posibilidad de encenderla un ratito tras depositar dos euros en el peto. En la Iglesia moderna todo ingenio se aplica a las mil formas de recaudar dinero para enriquecer a la Institución. Lo sabe hasta el juez Taín que publicó un libro sobre la desaparición y recuperación del Códice Calixtino, en el que cuenta las millonarias cifras obtenidas por el condenado electricista que sisaba los cepillos de la Catedral compostelana. Yo le pido hoy a los historiadores que tratan de averiguar a quien pertenecen los restos que se encuentran en la tumba del Apóstol que no pierdan el tiempo en esas minucias y traten de saber los millones de euros que recauda la restaurada Catedral de Santiago, cuya magnífica obra no pagó la Iglesia, sino la Fundación Barrié con la ayuda de la Xunta de Galicia. Seguro que descubrirían que esta sucursal del Obradoiro del Imperio Vaticano, no paga impuestos pero obtiene al año mas beneficios que cualquier empresa eléctrica o entidad bancaria. Te lo cuento hoy porque parece que al socialismo reinante se le olvidó meter en el saco de los impuestos sociales a esta empresa multinacional que solo administra creencias…

DEL VALLE A LA MARIÑA

A Mondoñedo elijo hoy como punto de partida del viaje de este martes, en el que llegaremos a la Mariña central de Lugo recorriendo los territorios que pertenecieron a la antigua Corona de Galicia. En la Edad Media es cuando este comenzó a ser un país en el que se estudiaba, además de la gramática y los números, la propia historia. A partir de entonces se dio un gran impulso a las artes y sus habitantes tomaron conciencia de sus derechos, originándose la revolución de los Irmandiños.

Basta decir Cunqueiro para que surja otra vez la fábula, en este lugar habitado por musas silenciosas, porque es el paisaje el que inspira esta nueva historia de amor entre la tierra y el mar. Que cuando la historia es compleja, se desconoce el límite de lo real y lo imaginado. Y hay crónicas que hablan del caudillo-obispo Maeloc, capitán de bretones, habitando entre las más antiguas piedras, sobre las que se edificaría el gusto románico de la catedral, que es el espíritu de la vieja ciudad de Mondoñedo… 

Según la historia, aquí están también las villas y aldeas posadas en el regazo verde del valle que baña un río que es de oro y que dio de beber al Mariscal Pardo de Cela, antes de que surgiera la primera gran negra sombra, en la medieval noche da Frouxeira, cuando –según escribió el poeta Cabanillas “a Patria escravizaron os reises de Castela”.

Son las luces de tragedia que envuelven los recuerdos de esta antigua Britonia, junto a las páginas de cada vida ausente en aquella Cuba de aquel siglo de miserias… ¡Qué aún están en pie, con su magnitud y esplendor primigenio, las primeras muestras de gran riqueza que le decíamos de los indianos!

Sin embargo, soles de cuatro estaciones reverdecen hoy la tierra que llamamos Valadouro, extendiendo la fantasía de su paisaje hasta el Cantábrico, hermoso lo mismo en la playa que en las afiladas rocas multiformes de sus acantilados.

Por esta simbiosis perfecta entre la Tierra y el Mar crecieron en sus riberas importantes villas y pueblos ricos de modernos caseríos, decorados con jardines y huertos en los que florece el naranjo, a lo largo y ancho de la más bella llanura litoral… Lugares renacidos por la magia de Merlín, matizados por el brillo lejano del mar abierto, y reconocidos en sus puertos de progreso. Todos ellos configuran el bello territorio de A Mariña, en la Galicia perfecta.  

MONDOÑEDO, LA MAGIA

La magia de Mondoñedo no está en los conjuros de Merlín:  la escribió su historia, su gran riqueza monumental y el sosiego de una ciudad para, como diría Cunqueiro, vagabundear

Los orígenes están en el actual barrio de Os Castros. Dicen algunas crónicas que fue antigua capital de Britonia, y que aquí también tuvo sede episcopal el caudillo Maeloc. La Plaza de la Catedral está teñida con la sangre del Mariscal Pardo de Cela, último defensor de la soberanía del Antiguo Reino de Galicia, de la que Mondoñedo fue una de sus siete capitales. Su mayor esplendor se lo debe a ser sede episcopal y a cuanto esto significó a lo largo de los años: en su Seminario se fundó la primera escuela de gramática de Galicia y nacieron músicos geniales como Pascual Veiga o escritores magníficos como Cunqueiro, Noriega Varela o Leiras Pulpeiro.

Su riqueza arquitectónica impresiona: la Catedral es monumento nacional; su Seminariodestaca por la gran biblioteca; y el Museo diocesano muestra piezas de gran valor. Estas son sus grandes referencias, sus grandes emblemas histórico y monumentales.

Por el resto, Mondoñedo es una villa apacible, para pasear con tranquilidad un fin de semana o para pasar aquí un tiempo de vacaciones y desde ella conocer lugares tan hermosos como por ejemplo…

LA TIERRA DE ALFOZ

Alfoz es uno de los más atractivos territorios de estos valles, que nos entretienen en el trayecto entre la sierra de Xistral y el mar Cantábrico. Tiene zona montañosa propia, la de A Toxiza, reino del caballo en libertad; desde su cumbre se alcanza la totalidad del valle e incluso el mar. Aquí los ríos vuelven a ser elementos indispensables en el paisaje: porque el Ouro es coto truchero, con afluentes creadores de espacios naturales de singular belleza: el Beloi, el Covos, el Ferreira y el Bao...

Sus pueblos son hermosos y tienen una arquitectura y configuración características, en las que destacan singulares hórreos y palleiros. En su entorno se desarrolla una agricultura modernizada y una ganadería en la que prima la explotación láctea.

Su historia está marcada por trágicas páginas de la crónica de la Galicia medieval, con el mariscal Pardo de Cela como principal protagonista. Así sus monumentos principales son las ruinas románicas de A Frouxeira, los restos de las murallas y de la capilla de la fortaleza del mariscal, la torre del homenaje reconvertida en Casa Consistorial de Alfoz, la Iglesia de Bacoi con un bello retablo churrigueresco o los pazos de Rizal y Carracide.

La tradición artesanal se mantiene viva en Carballido y en Lagoa, en donde tienen sus talles los zoqueiros. El mas popular y creativo es sin duda Alberto Geada, que ha calzado a muchas top model de las pasarelas más conocidas.  Pero Alfoz es hoy en día una realidad del Turismo Verde de Galicia, con grandes atractivos paisajísticos, senderos marcados para disfrutar de ellos, cotos trucheros para la pesca y una excelente gastronomía que, es muy similar a la de su vecino municipio de O Valadouro.

EL VALLE DEL ORO

Para comprender la grandeza de estas tierras hay que subir a los miradores de la sierra de Buio (al norte), a la del Xistral (al oeste) o Cadramón (al sur). Porque entre estas montañas se encaja el Valadouro, el valle de oro, cuyo nombre se debe al río Ouro según la leyenda que le adjudica un pasado lleno de pepitas de oro que se llevarían los romanos. El dicho popular, bien lo describe: “O Valadouro, en cada pena seu tesouro”. 

Las montañas son aún hoy en día los espacios naturales más desconocidos de Galicia, pese a poseer bosques de intensa vegetación autóctona y ser un paraíso en el que reina el caballo a su libre albedrío. Aunque si lo que buscamos es contacto con la naturaleza, hemos de seguir el curso del río Ouro, de refugio en refugio, para descubrir la belleza natural de este entorno.

A finales del siglo XIX, la principal industria fue la emigración. Cientos de habitantes de esta hermosa tierra se fueron a Cuba para procurar mejor vida, fundando en La Habana la “Asociación Educativa y de Recreo Hijos del Valle de Oro”, una de las más antiguas del mundo.

La situación es hoy bien distinta: la modernización del campo, las explotaciones ganaderas cárnicas, la industria maderera, el turismo, la mejora de las comunicaciones que acercaron los grandes polígonos industriales de A Mariña. Todo esto ha hecho posible una calidad de vida envidiable para sus dos mil habitantes.

Y O Valadouro se ha convertido en un municipio atractivo con interesantes propuestas para el ocio y un variado patrimonio monumental, del que son ejemplos, la capilla románica de Santa Filomena, del siglo XI, románica y en plena montaña de Cadramón… El Pazo de Gradaille, en Santa Cruz, del siglo XVI… O decenas de molinos recuperados.

También han vuelto con el nuevo siglo las ferias. Además, la artesanía de cesteiros y zoqueiros, el buen comer, la proximidad de la costa lucense… son atractivos que han hecho de O Valadouro un lugar ideal para los amantes de la vida tranquila.

EL MAR DE LUGO

En A Mariña, frente al mar, asistiremos hoy al baile de las olas con las esculturas de piedra que el Cantábrico ha creado después de escuchar el dulce canto de las sirenas, a través de las caracolas de la playa atlántica. Déjate llevar por los espacios solitarios para descubrir sus misterios. Porque frente al mar, en A Mariña, podemos contemplar la inmensidad oceánica y dentro de ella, un barco marinero bailando, porque en su arboladura vieja cantan todos los vientos. Mientras, en el puerto, otros cuatro marineros de vieja estirpe rememoran su propio ritual, perdiendo sus miradas en el vacío del horizonte azul.

Este es el Mar del Norte, agua que llega, yace y se deshace, besando la arena del océano. O cantábrico furioso que estalla contra la roca de la rasa.   Mar que tiene como techo, la bóveda celeste que envuelve este paisaje entre intensas luces de un sol de verano que atraviesa nubes de sombras.

CAPITAL DE A MARIÑA

Finalmente estamos en Viveiro. Es sobre todo mar, paisaje Cantábrico dónde el agua marina promueve sus principales fuentes de riqueza: la pesca y el turismo.  Celeiro es su puerto pesquero, uno de los más importantes de todos los cantábricos y muy famoso por su merluza 5 Anzuelos. Su lonja es la de mayor movimiento del norte de Galicia.

Viveiro ofrece también uno de los puertos deportivos mejores del norte de Galicia, aunque su título de ciudad turística se lo otorgan, sin ninguna duda, sus playas: la de Area es la urbana de Celeiro y la de Covas, la más concurrida de la villa. Ambas son culpables del desarrollo del sector de la construcción, de segundas viviendas. Aquí veranea medio Lugo y muchísima gente de la meseta castellana.  Yo sin embargo tengo otras playas preferidas como la de las Sirenas, la de Rol o la de la Brela, arenales que interrumpen rocas esculpidas por acantilados hermosos típicos de la llamada rasa cantábrica, verdaderas obras de arte creadas por un mar especialmente dotado para la escultura.

La ciudad de Viveiro crece en ambas márgenes de su ría, creada por el tramo final del río Landro, de incomparables paisajes. Aunque la perspectiva se engrandece si subimos –buscando las parroquias del interior- a los miradores de los montes que circundan el centro urbano, donde se concentra una hostelería de calidad, con una gastronomía marinera impecable y de lo mas variada. Cuando fui por primera vez descubrí que no solo de marisco vive el buen comedor: me dieron a probar calamares en su tinta con arroz en blanco y le di al restaurante su primera medalla Rodríguez, mucho mas importante que la Michelín. Después de una buena comida, merece la pena ascender al monte San Roque, lo primero que ven los marineros cuando regresan a puerto.

Aunque también podrías pasear las empedradas calles viveirenses, entrando por la puerta de Carlos I o la de O Valado en su casco histórico, para conocer la arquitectura religiosa, especialmente la iglesia de Santa María y el monasterio de Valdeflores.

Termino. Viveiro es una ciudad espléndida que luce sus noches de verano con mucha animación, pero es especialmente recomendable hacer coincidir la visita con el Resurrection Fest, en el que coinciden los mejores grupos heavys del mundo. Este año tuvimos oportunidad de ver a Judas Priest con sus cincuenta años a cuestas de buen rock and roll. Atento al del 2023 que promete aún mucho más.

Buenafuente, al que extraño todas las noches que me propongo ver televisión, me presentó a este británico de nacimiento, persona sumamente amable, pianista de los grandes, músico de éxito, aunque un poco estrafalario para mostrarse a una sociedad que, al igual que a mí, le interesa poco. James Rhodes tiene el ADN gallego desde que descubrió esta esquina atlántica. La hizo suya y a ella pertenece desde aquella primera noche en la que le entregué el pasaporte para que pudiera cumplir un sueño único:  

—- O meu soño é ter unha casiña en Muros a carón do mar.

James ya es Xaime. Fala galego mellor ca mín. Entre nosotros se siente uno más y pasa más horas en Galicia que en ningún otro lugar del mundo.

Nos ha dejado dos frases que bien merecen nuestro agradecimiento…

— Cada vez que coñezo a alguén se é galego, automáticamente suma dez puntos. Para min é sinónimo de boa xente.

Dice que el actor Tamar Novas fue el padrino de su boda con Galicia, a la que describe de esta forma:

— Galicia está chea de cousas boas. Máis alá do evidente, como é a comida ou a natureza, penso que destacaría a calidade da xente. En calquera lugar teñen sempre os brazos abertos. Demostran un sentido de pertenza a unha terra e unha hospitalidade que é incrible… e que me atrapou dende o primeiro momento.

Xaime antes James, nos ha enamorado con su arte y sus palabras. Por eso esta mañana de miércoles voy a invitarle a visitar Muros conmigo para que descubra todos los secretos que yo conozco de este municipio marinero.

MAR DE MUROS

Desde el Ancoradoiro contemplaba Gallaguer la serenidad marina de este espacio de mar infinito, teñido de azul romántico. Gallaguer fue el primer alemán que descubrió el paisaje mítico del Monte Louro y desde entonces son muchos los turistas germanos que buscan aquí la tranquilidad de esta playa abierta, próxima al lago donde la leyenda oculta la ciudad sumergida.

El Monte Louro es el más legendario símbolo del mar de Muros, visible desde los barcos del xeito y desde los mercantes que rompen el pérfil del horizonte atlántico. Es este un lugar magnífico para encaramarse sobre el paisaje que encara el misterio de la lejanía, que por algo este lugar es principio y fin de la Costa da Morte.

Tiene este espacio natural dos millones de años y sobre él vuelan patos, garzas y alavancos, cuando el frío del invierno llega a Europa. Los que pertenecen a la estirpe marinera de Muros dicen que el Monte Louro calma las aguas, enfrentándose a vientos y mareas de temporal.

Por eso el Atlántico se duerme al otro lado del legendario monte, para crear la ensenada y playa de San Francisco, el lugar donde las olas susurran hoy un cálido verano.

Luego, el océano se convierte en ría, en la que buscan refugio todos los barcos…

RÍA DE MUROS-NOIA  

Muros es la villa marinera que comparte protagonismo con Noia en la más norteña de las Rías Baixas, en donde la leyenda situó a Noé y a su arca bíblica, tras el diluvio universal. La leyenda lo cuenta así…

Sucedió que el Patriarca encalló su embarcación en un lugar de arena fina, desde el que se veía un monte que brillaba como si fuera de fuego y al ver corretear feliz a su hija Arnoia por la playa, decidió fundar una ciudad en su honor. La llamó Noia y a aquel monte, el Monte Louro porque contrastaba con los atardeceres de oro”.

Esto es legendario pero la historia de cada día es otra cosa: la escriben el veraneo y la pesca de bajura y del cerco, todo el año. Para mí, este mar de Muros es el bello espejo de agua de la vida feliz.

Refulge su puerto y sus playas, de ahí que se haya convertido en una de las zonas veraniegas más importantes de Galicia. Concentra su ambiente en la propia villa y en la ensenada de San Francisco, donde más ha crecido el sector turístico, en el entorno a la playa del mismo nombre, la más concurrida del litoral murano y el lugar donde se asienta una colonia de veraneantes fijos, los de todos los años. Dicen que esta es la playa de vacaciones de medio Madrid. Otra playa destacada es la de Arealonga conocida como el espacio ecológico de O Ancoradoiro, al pie del Monte Louro. Este es el único arenal que tiene Muros posee abierto al océano, la única playa atlántica del municipio con gran interés para surfistas y demás practicantes de los nuevos deportes acuáticos olímpicos. Tras la ensenada de San Francisco, después de doblar la Punta Queixal, ya estamos en la ría serena, excelente para navegar y para disfrutar de su paisaje en calma.

La costa de Muros es un territorio fantástico, con un sin fin de miradores que nos permiten ver el paso de los barcos con el fondo de un paisaje marino de olas de colores. Frágiles y limpias. La gente que aquí habita lleva un crepúsculo en el alma, porque desde el Monte Louro bien se ve como el sol incendia el atardecer del Fin de la Tierra, tan solo a unas cuantas millas marinas. A la caída de la tarde da gusto ver las terrazas llenas de gente y como los barcos van llegando a puerto con su cotizada mercancía: el mejor pescado y los más sabrosos mariscos. Será bueno detenerse en busca de este sabor a mar que encontraremos a mano, para cenar, en el centro de la villa.

VILLA DE MUROS

La ría concentra su belleza en los vibrantes espacios del entorno portuario de Muros. Aquí bien se ve como la villa creció de las azules aguas recogiendo su belleza y trepando por la ladera en la se asientan la historia y la monumentalidad. Si el puerto está lleno de vida la villa refleja sus lejanos orígenes en cada casa, en los soportales, en las calles del pintoresquismo marinero, en cada plaza pequeña… Es esta una villa antigua como la brisa de este mar fecundo. Muros de barcos que van y vienen y rincón fulgurante de violentos contraluces…

Porque esta de Muros es la típica villa marinera que sorprende por su singularidad y la importancia de su patrimonio histórico monumental. Concebida como un conjunto arquitectónico armónico, sus calles y plazas tienen un especial encanto. Su configuración urbana más antigua es de un acusado carácter popular y a nadie extraña que haya sido declarado conjunto histórico-artístico en 1970.

En Muros destacan sus góticos palacios y sobre todo dos templos: el de la antigua Colegiata y el Santuario de la Virgen del Camino, ubicado al pie de la ruta final xacobea, la de Fisterra.

Algunas de las calles de la villa originaria son muy curiosas por su trazado, estrecho y serpenteante, como si escalaran la colina. Llaman también la atención los soportales de los edificios antiguos que se alinean frente al puerto pesquero. Calles, callejones, pequeñas plazas, cruceiros. Muros conserva todo el esplendor que le confiere su carácter de villa monumental y goza, además, como decíamos antes, de un estupendo ambiente veraniego. Se materializa en las terrazas del puerto y en los largos paseos construidos al lado del mar, siempre muy concurridos por la extraordinaria belleza de la ría…

Aunque cuenta con un excelente puerto deportivo, como casi todas las villas que costea esta ensenada, el gran puerto de Muros es el pesquero. Es el más importante de toda la ría. En él sustentó y aún sustenta la villa la base de su economía; y fue también el puerto, el factor decisivo de su crecimiento. 400 familias viven directamente del sector pesquero muradán y en los muelles atracan unas 160 embarcaciones de diferentes tipos y tamaños. La pesca de arrastre es el arte con mayor presencia en la Lonja de Muros, en la que comercializan sus capturas los barcos de los puertos próximos, hasta los de Lira y O Pindo. El calamar, el pulpo, el lirio y la cigala son las especies que gozan de mayor fama, incluso más allá de este mar.

PULPO, PULPAZO

Vive en el fondo de este mar, escondido entre las rocas que ya han tocado fondo. A mí que me perdonen los marisqueros y pescaderos de postín, pero yo a Muros voy especialmente a comerme un buen pulpo. Para mí es el producto gastronómico más recomendable, sobre todo en las terrazas del puerto. En julio se abrió la veda y hasta que en otoño decidan cerrarla las autoridades pesqueras, el pulpo que se toma en estos establecimientos es del nacido en estas aguas, el que creció alimentándose de buenos mariscos crustáceos, por eso tiene ese sabor tan especial. Un pulpo, mas bien un pulpazo de esos de cinco kilos, es mi recomendación gastronómica.

Espero que conserve la energía suficiente como para compartir plato con Xaime Rhodes, cuando habite esa casita frente al puerto…

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Esta mañana pensé en hacer un tramo del Camino Francés a Compostela, pero mi Betiña me alertó…

— Santiago ya llegó a los niveles de Roma, papá. Mejor haz tus rutas.

Me dije para mis adentros que, si la capital de Galicia se había convertido en un sinvivir, porque en Compostela ya sobramos casi todos, lo mejor sería preguntarle como está el asunto a uno de esos peregrinos que caminan solos y terminan su peregrinación en el Fin del Mundo.

Así fue como me encontré en Augapesada con Aiko Tanaka, que como su nombre indica, es hijo del amor crecido en los campos de arroz.

Hace diez años que camino por el mundo buscando el encuentro con la naturaleza. Lo hago solo por no molestar y porque la soledad me permite la meditación profunda, algo que esta vez no encontré en la traza principal de las peregrinaciones a Santiago. Si el Camino Francés sigue por esos derroteros de comercialización turística va a suceder aquí lo que pasa en las altas cumbres del Nepal o de Pakistán. Eso significaría para Galicia un enorme desastre”.

Tiene Aiko la teoría de que la masificación no solo altera el medio ambiente, dice que es lo que más contribuye a la destrucción del Planeta. 

La verdad es que mete miedo ver esas cadenas de excursionistas encordados caminando lentamente por las rutas que conducen a un ocho mil tan bello como el Karakorum, el rey de su cordillera. Los pakistaníes, después de contemplar las imágenes aquellas del Everest, han actuado como las autoridades nepalíes y las montañas más bellas y altas del mundo, como lo son el K2, el Nanga Parbat o el Broad Peak, ofrecen el lamentable espectáculo de cientos de turistas, cada uno con su sherpa, intentando llegar con todos los medios y facilidades a la cumbre, para hacerse un selfie…

Si el Camino de Santiago, principalmente la Ruta Xacobea Francesa, pierde sus valores espirituales y ecológicos para convertirse en un camino turístico más, es probable que nunca jamás hablen los sabios de sus beneficios físicos y espirituales; antes al contrario, nos alertarán de una nueva plaga que traiga a estos lares otra pandemia.

De lo que estoy seguro es de que hoy no te decepcionará Melide, villa a la que Álvaro Cunqueiro definió como…  

LA GRAN POSADA DEL CAMINO

“Melide es una gran posada en el Camino. Conserva los templos románicos de Santa María y de San Pedro. Anejos a ellos había ya desde siempre albergues para los romeros. En el del Sancti Spiritu, en el año de 1.232, moró un día don Fernando el Santo. Venía con él, peregrina, aquella princesa de cabellos de oro y suavísima blanca piel, que se llamó doña Beatriz de Suabia… En Melide hay en la iglesia estatuas yacentes de caballeros y damas de la Ulloa, y un emocionante cruceiro de los días románicos…” (Álvaro Cunqueiro)

Te cuento de la tradición Xacobea.

Se remonta a los primeros años del siglo IX, cuando un obispo de Iria Flavia vió asombrado como surgían luces de la tierra y una estrella señalaba el lugar en donde se encontraban los restos del Apóstol Santiago, llegado hasta el Finisterrae tras un largo viaje por el mar grecolatino y el tempestuoso océano, en la barca que llevaba la piedra de Galicia al puerto Jaffa. Al mismo tiempo, otra estrella se posaba sobre las puertas de Aquisgrán para guiar a Carlomagno, el de la barba florida, desde más allá del Pirineo hasta el noroeste de la Hispania. Es probable que el obispo gallego y el rey de los lombardos viesen la misma estrella,  

Poco a poco, la noticia del descubrimiento de la tumba del Apóstol llegó a toda Europa. Y los pies de los que viajan a venerarla irán haciendo lentamente el camino…

“Como las muelas del molino con el trigo, así harán los pies del peregrino con la tierra…”

El Camino es el llamado Francés, pero llega desde más allá del Rhin: cruza la selva germánica, lo conocen húngaros y polacos, y tiene etapas marinas para ánglicos y escandinavos… Toda Europa sueña con peregrinar a Compostela.

Para comprender la espiritualidad, el misterio, la leyenda y la belleza de esta Ruta Xacobea, te bastará hoy con que sigas este tramo melidense. Porque Melide está considerado un enclave de gran trascendencia en las diferentes rutas de las peregrinaciones en Galicia. El Camino Francés es el principal, pero también confluye aquí la Ruta Cantábrica, que entra en la comarca por Sobrado y Toques. El Camino Francés entra en Melide por Couto o Marco, que sirve de frontera entre las provincias de Lugo y Coruña.

En Melide se conservan tramos con el pavimento original, concretamente a la entrada de Leboreiro, en donde los peregrinos seguían una vieja calzada romana. El conjunto de Leboreiro, felizmente recuperado en los últimos años, supone uno de los más atractivos lugares de la ruta y el que mejor presenta un aspecto medieval. La iglesia es un bello ejemplar del románico y frente a ella se puede admirar un bello edificio blasonado, de planta única, que fue un antiguo hospital de peregrinos. En el conjunto de Leboreiro, las viejas edificaciones conservan las puertas de “mercadores”, en las que los peregrinos se abastecían para seguir haciendo el camino, principalmente de queso.

La vieja calzada continúa hasta el Río Seco, que se salva mediante un puente medieval restaurado en 1984. Atraviesa Disicabo y llega al área de la Madanela. Luego sigue por Furelos, bajo un arbolado autóctono que se agradece cuando el calor aprieta, como este verano. La aldea rezuma antigüedad y el río del mismo nombre se atraviesa por otro puente medieval muy hermoso y bien conservado. Otro templo románico, el de San Juan, saluda nuestro paso. También aquí existió un hospital de peregrinos y toda esta parroquia perteneció a la Encomienda de San Juan de Portomarín.

El Camino continúa por la Iglesia de Santa Mariña, del siglo XII. Y sigue la orilla del regato de San Lázaro. Baja luego por el Carballal, para llegar a Ponte das Penas y al río Raído. Este tramo es muy corto, de apenas 10 kilómetros. Termina en Boente, límite de la diócesis de Lugo y de los municipios de Melide y de Arzúa. En Boente hallamos la única iglesia que está dedicada al Apóstol Santiago de todo este trayecto.

LAS HUELLAS MAS ANTIGUAS

Que no te extrañen las riquezas prehistóricas que guarda el Museo Terra de Melide, que tendrás que visitar para palpar de cerca la historia de la comarca. Si sigues las huellas del pasado descubrirás la importancia que siempre tuvo este territorio, ya mucho antes del comienzo de las peregrinaciones.  Algunos historiadores sitúan la fundación de Melide como villa en la época romana, pero su máximo esplendor lo adquirió con la fundación del convento del Santi Espíritu de la Tercera Orden de San Francisco, que por aquel entonces –año 1372- era el principal de la orden en Galicia. Es el edificio que ocupa hoy la sede del museo.  El convento supuso prosperidad para un pueblo que sin embargo se vería envuelto en un ambiente de lucha continua entre señores feudales. En el año 1497 llegaron los Irmandiños y en su primera batalla derribaron las murallas y la fortaleza de O Castelo. En 1520 pasó el emperador Carlos V y con tal motivo se reunieron en el convento los 21 principales personajes del clero gallego.

EL CRUCEIRO

Cerca de la capilla de San Roque, con una bella puerta románica, se erige majestuoso el popular Cruceiro de Melide. Está considerado el más antiguo de Galicia. Representa en una cara a Cristo sedente, mostrando las llagas de sus manos.  Por la otra, el Calvario con las figuras de Jesucristo, la Virgen y San Juan. La actual iglesia parroquial era la de un convento franciscano y en su interior se hallan interesantes sepulcros medievales.

CAPITAL COMARCAL

Ya en el siglo XVIII, Melide crece como villa industrial: los artesanos y las industrias del cuero, las “tellerías” –fábricas de tejas- y los panaderos, son los protagonistas del despegue económico, así como las ferias y mercados, los de mayor importancia de la comarca.

Tal vez por la tradición peregrina, Melide es no solo un punto de encuentro en la Ruta Xacobea, sino también villa hospitalaria por excelencia. Su situación, de lo más céntrica en la geografía gallega, hace de su capitalidad una población abierta en todas las direcciones, como el carácter de sus gentes, unas cinco mil personas. Esta ubicación –en un cruce de carreteras del corazón de Galicia- la ha convertido en la capital de la comarca a la que cede su nombre, Terra de Melide, y un centro urbano muy consolidado comercialmente, con un desarrollado sector servicios.

Todo el mundo te recomendará el pulpo a feira como plato estrella, pero si tienes la misma suerte que yo elegirás un pequeño mesón, de los humildes, donde comerás las mejores croquetas de cocido del mundo, un excelente cabrito al horno y una tarta de almendra única, propia de la ruta xacobea. Esa es mi recomendación.  

Comercio, hostelería e industria ocupan a la mayor parte de la población melidense. Baste citar estos datos: en el registro de actividades están inscriptas 142 industrias, 291 establecimientos comerciales y 165 establecimientos de hostelería. A 52 kilómetros de Santiago y a un poco menos de Lugo, esta es una de las poblaciones con mayor futuro de Galicia. Y en él juegan un importante papel sus activas asociaciones de empresarios e industriales.

Para terminar la crónica hoy tengo para ti una curiosidad que descubrió el maestro Cunqueiro, en crónica datada en el siglo XIII:

 “Las camas que se ofrecían a los peregrinos en el albergue del Santi Espítiru eran de dos en dos y los frailes menores quienes debían de proveer a los romeros de calor, todo por caridad y amor a Dios”.

En fin…

BELLA RÍA

 “Esta es la más hermosa de todas las rías. Una inmensa bahía que mide cinco leguas de largo por dos de ancho en algunas partes. Las altas montañas que la rodean la preservan de los malos vientos y las Islas Cíes, rompeolas natural que tapa la entrada, la defiende de los furores del océano…Es la Ría de Vigo… ¡La más hermosas de todas las rías!» (Benito Pérez Galdós)

GENTE DE MOAÑA

Junto a Cangas es el mejor testigo de mis correterías infantiles veraniegas, pero, además, Moaña es para mí punto de encuentro obligatorio cuando el tiempo y la salud me lo permiten, porque me ha regalado la amistad de gente variopinta, muy popular, sencilla e inigualable.

Cómo, por ejemplo, Lino Fervenza, empresario de hostelería imaginativo y trabajador que ha convertido un regato en una fraga turística para pocos. O el gran Xosé Manuel Budiño, que me transmite su especial feelling con su gaita, su flauta y su voz. Aunque para voces en Moaña, la de Xil Ríos, viejo lobo al que aprecié mucho en los tiempos de aquella Radio Popular.  

Por no hablarte de Viñas, el primer patrón del Illas Sicas, el primero de los barcos que nos llevó a Cíes. O de mariñeiros naseiros como Albino, que presumía de llevar a la Lonja las nécoras mas grandes. Y no te digo nada de Carmiña, mariscadora de a pie cuando la veda se lo permite y profunda conocedora de los secretos de toda esta franja litoral.

Por su carácter, por su hombría de bien, yo también me confieso admirador de Aspas, “o rei das bateas”, porque, aunque haya descendido mucho mi interés por este futbol que tiene dueño, creo que Iago transmite unos valores de los que pocos deportistas de élite pueden presumir.

Sin embargo siento mucho la ausencia de los que ya se me fueron, especialmente la de José María Castroviejo, director que fuera del Pueblo Gallego y mi guía por la península del Morrazo, de la que conocía toda su historia y sus muchas leyendas.

La muerte, cuando escribo, me obliga a verter alguna lágrima porque afloran los recuerdos mas crueles, como el naufragio de aquel barco sardinero, el Centoleira, hundido cerca de la boya de Bouzas al ser abordado por el pesquero Puente San Andrés.  Iban a bordo 24 mariñeiros de los que solo se salvaron ocho. Era la madrugada del día de Reyes de 1964 y sus majestades estaban aún repartiendo juguetes por la villa.  A mí me tocó cubrir la noticia para el “Diario de Pontevedra”. Fue mi primer naufragio y en mi mente, solo quedó el recuerdo de los cadáveres de 16 hombres de bien… rescatados a pocas millas de sus casas. Por el San Juan siempre me digo a mi mismo y por lo bajo lo baratas que son las sardinas.     

LA RÍA

Benito Pérez Galdós solo fue uno de los múltiples cantores de esta ría de Vigo, en la que se asienta Moaña. También inspiró a los poetas medievales Martín Codax y Mendiño. En ella situó Julio Verne al Capitán Nemo, Ernest Hemingway también conoció, en este mar, a muchos viejos mariñeiros… Y Azorín, y Góngora, se empaparon de paisajes cada cual mas diferente.

Este un mar ideal para navegar: no hay vientos malos, ya que lo protegen las altas cumbres que lo vigilan: el Jaján y el Paralaia, y las paradisíacas Islas Cíes, guardianas de la ría, a la que preservan de los furores del Atlántico.

Aquí, en estas aguas, se hermanan los pequeños barcos pesqueros que procuran la nécora, la centolla o el camarón –sus más sabrosos frutos- y las embarcaciones deportivas y de recreo. Son frecuentes las regatas de vela y también las de traineras, de gran tradición.

Es también un mar de cultivos: abundan las bateas de ostras y de mejillón, que suponen una de las más importantes industrias de toda la península del Morrazo.

NO HAY TESORO

Navegando hacia la boca de la Ría disfrutaremos del símbolo, el puente de Rande… Aquí, en este estrecho, se libró la más encarnizada batalla por el llamado Tesoro de Indias, entre las flotas inglesa y española. Este año se cumplen 322 años de aquellos hechos. Mil leyendas afloran cuando vienes a este mágico lugar, pero, aunque nunca nadie descubrió tal tesoro, el equipo del realizador Fernando Navarrete sí localizó varios galeones, aunque nadie se atrevió a reflotarlos para el Museo del Mar.

En la costa de Moaña destacan los paisajes favoritos del Capitán Nemo y de María Soliña. Lugares de ensueño, embrujados, sumamente atractivos que deberás descubrir por ti mismo. En todo el litoral moañés playas distintas se ofrecen a quienes procuran la plenitud del verano. Esta es costa protegida del viento nordeste y por lo tanto mucho mas apacible que otras mas famosas de Galicia.  Desde la Punta do Aradoiro, en Rande, encontrarás playas y calas donde elegir, siguiendo esta recortada costa: Domaio, Borna, O Con, Tirán, Vilela, Niño do Corvo, Canabal y A Xunqueira son las de Moaña. A Xunqueira, es la playa del barrio de Meira y la preferida de entre todas las moañesas. Constituye uno de los más característicos lugares del municipio, tanto como playa de verano como lugar de paseo el resto del año.

LA MAGIA DEL MORRAZO

En Moaña frente al mar te crecerán las leyendas, pero no le hagas mucho caso tal como te las cuentan. Porque María Soliña -siento romperte el mito- no era bruja sino rica heredera cuyas tierras ambicionaba la avariciosa Inquisición de la mitra compostelana; por eso la quemó en la hoguera.

Si es cierto que hasta la costa del Morrazo llegaron los piratas argelinos. Cuentan que incendiaron la villa próxima de Cangas y que, de las llamas de ese incendio se salvó a si mismo el Cristo de la Colegiata; pero, que quieres que te diga, yo tampoco me lo creo.

Si me creo que la belleza de este mar resultó fuente de inspiración inagotable a través de los tiempos y los poetas fueron los encargados de llenar la ría de escenas sencillas, como las que suceden a última hora de la tarde, cuando el agua nos descubre las luciérnagas marinas. En realidad, no son otra cosa que las luces de Neptuno y sus nereidas, en la hora del silencio roto por las olas en el cementerio de las caracolas. Esta playa es mágica por sus imaginarios ritos ancestrales.

PARA COMER

Como quiera que esta es una ría muy rica en mariscos y pescados, ya sé que te estás preguntando que hemos de comer aquí, en esos mesones tan buenos regidos por cantantes extraordinarios o en esas tabernas que trepan por la ladera, como A de Lino, que bien le notarás fue futbolista profesional, si es que intentas seguirle por estos senderos…

— Sí, ¿Pero que comemos?

A ver. Yo no perdono en Moaña una nécora y unos buenos camarones, pero puedo dejarte elegir un buen robalo o un chuletón magnífico a la brasa, que ambos tienen mercado en esta villa marinera llena de encantos, por eso aumentó su población y ha sido elegida para vivir por numerosos vigueses.

Porque aquí encontraron calidad de vida y toda suerte de servicios y así crecieron urbanizaciones en zonas tan inesperadas como la del Monte del Con, próxima al campo de golf con mejores vistas de la ría, en Domaio.       

EL PARALAIA

Me gustaría que vinieras conmigo, aunque el calor bien le llega ya a hora temprana, a los dos emblemas ecológicos de Moaña. Primero subamos al Paralaia, monte mítico y observatorio ideal de la ría. Budiño utilizó su nombre para su primer elepé y le dio mucha suerte en la vida. Está incluido en la eco-ruta del Morrazo, un sendero de largo trayecto, especialmente cuidado y marcado, que recorre todos los municipios que se hallan en esta península. Antes de llegar a la cumbre, hemos de visitar Coiro y su famoso Carballal, uno de los espacios naturales protegidos gallegos de mayor interés, en el que perdura su flora como una autentica reliquia del pasado. En la cumbre, una cruz nos recuerda que también aquí se celebra un vía crucis, que despierta la espiritualidad de numerosos fieles. Desde lo alto, se observa la grandiosidad de este paisaje de mar, al que protege la montaña, proporcionándole calidez, de ahí su temperatura media anual de 15 grados.

EL JAJÁN

Supongo que te habrá gustado jugar al golf en Domaio, pero sigamos por la eco-ruta del Morrazo hasta llegar al monte Jaján, el más alto de toda la comarca. Tiene su coña. Los marineros moañeses le llaman “Gagán” y también les sirve para los pronósticos meteorológicos. Dicen que…

“Capela no Gagán, chuvia na man”.

Desde la cumbre se divisan todas las Rías Baixas gallegas pero el paisaje próximo es de gran plasticidad. En la subida al Jaján descubriremos antes dos hermosos pueblos, San Lourenzo y Carballido, dos bellas muestras de la vida rural de Moaña.  Aún existe esa Moaña labradora, la que vive de la Tierra y la que nos proporciona los más sabrosos productos de la huerta. El sendero que de aquí parte nos lleva a la Poza da Moura, lugar de mágicas referencias y muestra de la arquitectura tradicional: un molino y un acueducto, prueba del ingenio de los antiguos artesanos populares, llamarán especialmente nuestra atención. Lo penúltimo que hagamos será ascender a la cumbre del Jaján para contemplar el más bello paisaje que puedan alcanzar nuestros ojos. Luego, en el descenso, nos esperan los espacios de río, especialmente bonitos los bañados por el río da Fraga, que discurre por en medio de uno de los mejores bosques caducifolios atlánticos. Llegados a un punto, nos sentaremos en otro de los excelentes miradores de la ría de Vigo.

Pero el atardecer te lo he pintado sobre A Ponte de Rande, desde el otro lado de la Ría.

Xerardo Rodríguez