DON JOSÉ SE MUERE
Por J. J. García Pena
Don José «Pepe» Mujíca se despide a la uruguaya: breve y sencillamente, sin alharacas ni grandilocuencias dramáticas:
— «Me estoy muriendo y me quiero despedir…»
— Nadie me toque! No me dejaré «judiar» más, ni me hagan más entrevistas al pedo: hasta aquí llegué, déjenme morir con dignidad…
Te aplaudo, Pepe. Te ganaste el descanso y mi respeto. Querés morir con dignidad, sin dejarte judear más al pedo, ¿pa’qué?… No sos un Cristo, sos hombre, nomás.
Yo, gallego y oriental a partes ya inseparables, pido permiso a la Historia para parafrasear los versos de A Don José, la canción que el uruguayo maestro de escuela Rúben Lena (Rubito) le dedicó a José Artigas («el Libertador que jamás se pavoneó en los salones europeos» y cuyos rasgos faciales, ya en la senectud, conocemos gracias a una carbonilla de un pontevedrés) y que, en las voces de Los Olimareños, se ha convertido en el segundo himno nacional uruguayo:
Que Don José (Artigas)…
oriental en la vida y en la muerte también».
Que Don José (Mujica)
digno en la vida y en la muerte también».