galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL BAUTISMO PRENATAL

Cuando dirigía a pié de campo el DGPM recorrí la mayor parte del territorio gallego en busca de la ligazón real que tiene el paisaje con las personas. Del equipo yo era el que más tarde se acostaba y el que más madrugaba… porque me seducía escuchar las historias de mis paisanos e ir al lugar de los hechos, si no estaba muy distante, para comprender mejor esas cosas que para muchos son leyenda y para unos pocos como yo… creencia.

Uno de los ritos que mas me llamó la atención de cuantos me contaron a pié de lareira fue el de los “bautismos anticipados”. Se celebraban y se celebran aún en los puentes medievales, que hay algunos en pié sobre nuestros ríos. Es fascinante.

La ceremonia es sencilla: se trata de ungir con el agua del río el vientre de la mujer embarazada en una imitación del bautizo cristiano; este ritual tiene por objeto prevenir y eliminar las posibles complicaciones del parto. Sin embargo, yo creo que estos “bautizos” se correspondan con el deseo de la madre de mostrarle a su hijo, aun en la linfa materna, el entorno natural más hermoso de todo cuanto le va a rodear cuando vea la luz de la vida.

Así el niño percibe ya como germinan las semillas vegetales gracias al agua de lluvia, la que crece en el vientre del río buscando las corrientes favorables para su danza y los remansos para descansar, antes de encontrar el trayecto ideal de las superficies irisadas bajo las que habitan los misterios profundos del agua bendita, dueña y señora de ese mundo submarino, tan semejante para el nonato como el que oculta su madre bajo la piel de su vientre.

El niño percibe la vida cuando el agua da comienzo a su ciclo en el río menor. Así llegará a este mundo entre rosas y lirios. Entre la dulzura de aquella música soñada de arpas y violines que sonará en los brazos de la madre y la armonía del paisaje de su esperanza.

Te contaré que el puente donde ha de tener lugar el bautismo prenatal ha de separar más que unir a dos lugares diferentes, ser de piedra, el más antiguo de la comarca y cruzar un río menor. Hay en Galicia medio centenar con estas características, pero yo me conozco mejor los de la provincia de Pontevedra, especialmente los próximos a la capital.

En algunos lugares la mujer embarazada lleva consigo una concha de vieira, como los peregrinos, en la que recogerá el agua del río; en otros sitios utilizan un cuenco antiguo de madera. También lleva sal para echarle al agua, cuyo significado ignoro. Y una rama de olivo como una especie de símbolo de paz.

La familia y los amigos que participan en el acto alborozados llevan todos comida y bebida abundante para celebrar el bautizo; pero lo curioso es que ignoran quien será el padrino… Porque será el primer varón que cruce el puente y no pertenezca a la comitiva.

El padrino tiene como misión verter el agua de la concha de vieira sobre el vientre de la madre; luego se unirá a la fiesta. Una vez terminada esta se arrojan al río los restos de comida y de bebida a manera de ofrenda. Y un detalle muy importante, “mientras se unge al nonato no puede pasar por el puente ni perro ni gato”.

No tuve la oportunidad de participar en ninguno de los muchos bautizos que se celebran en lugares de Cotobade, Ponteareas, As Neves, Salvaterra, A Ramallosa o Pontesampaio, por citar algunos. Pero espero que alguna de mis amigas me invite como testigo participante en alguno de los próximos rituales…

Eso sí, le agradezco a María Carballeira que me haya contado este ritual aquella noche de invierno en su casa rural de Cotobade.