galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EN LA CAPITAL DEL BUEN HUMOR

Decir crisis en Fene es como viajar a través del tiempo fijando la mirada en las grúas del naval; porque era palabra frecuente en boca de aquellos abuelos que hicieron posible el mejor astillero del mundo. Fene nació de la resistencia a la par que las grúas clamaban al cielo; y creció con aquel Ferrol que el rey Felipe V convirtiera en departamental, hace tres siglos y pico.

La gente de aquí resiste. De ciclo en ciclo o de crisis en crisis.

Porque tiene humor. Según Xaquín Marín, el mejor humor del mundo. Hasta tal punto que lo encerró entre cuatro paredes y lo convirtió en Museo. Es de risa. De risa literaria o de viñeta que firman los mejores. Y es único. En el planeta no hay otro igual.

Los de Fene se ríen hasta que la risa se pierde en su ría, que es ese lugar donde los sueños se miran en el espejo, como hacen cada día y cada noche, el sol y la luna. 

MIRANDO LA BAHÍA

Fene fue siempre un lugar de paso para el turista e incluso para el peregrino a Compostela. Por eso hay un monumento al caminante desconocido en Barallobre.

Aquí se creó el primer museo de humor del mundo, por eso hay un monumento al payaso, en el parque Castelao.

Ahora que tanto se habla de memoria histórica, la memoria recuperada tiene escultura recordatoria desde hace algún tiempo en el Paseo Marítimo de San Valentín.

Y Fene mantiene vivo el recuerdo de sus emigrantes benefactores, retornados a finales del siglo XIX, aquellos a los que llamábamos indianos y que nos legaron escuelas, casas de arquitectura singular,  algún salón de baile como el de Cardoeiro y algun Cine como el Adriano de Barallobre.

Varios parques y jardines, y dos paseos marítimos, humanizan la villa. Y si queremos playa encontraremos cuatro pequeñas calas, plásticamente finas, para pasear al lado de la ría. Están todas en la parroquia de Limodre.

Además, Fene, es dinamismo cultural que no pasa inadvertido, porque de darlo a conocer se encargan sus propios medios de comunicación.

LA INDUSTRIA NAVAL

Es como si el Ferrol marinero hubiera prolongado sus venas socioeconómicas hasta el otro lado del puente de As Pías, el mismo que aquel invierno tiró abajo una plataforma petrolífera construida en astilleros de Fene, y el mismo puente de unión entre la ciudad del mar y la villa industrial, ahora que el tráfico de fuera llega por autopista.

En Fene, las grúas siguen mirando al cielo, como en los viejos tiempos. Los astilleros son aún tan vitales como  cuando aquel primer barco, el “Galicia”, bajó las rampas de la vieja Bazán en el año 1730. La naval es todo un emblema industrial por la alta cualificación de sus trabajadores.

Lejos parecen quedar los tiempos de la Bazán y de ASTANO, los astilleros militar y civil que la SEPI fusionó en Izar, ahora Navantia, la empresa de construcción naval de mayor prestigio y tamaño en Europa, que da trabajo a mas de cinco mil personas y que construye buques para medio mundo.

El paisaje costero del Fene más urbano aún lo presiden las grúas del gran astillero, en plena actividad a pesar de que los tiempos son más difíciles.

DE LO MAS NATURAL

Los orígenes de Fene, en forma de petroglifos, menhires y mámoas (Barallobre, Sillobre, Marraxón, Picoto, San Lourenzo), son al mismo tiempo paisajes de interior de singular belleza y miradores que alcanzan la hermosura de la ría ferrolana.

En estos trayectos descubrimos un territorio bañado por los ríos Belelle y Va, con fervenzas, frondosas fragas y caminos de tierra para hacer senderismo. El espectáculo de la ría como telón de fondo de estos paisajes es impresionante.

La ría es paisaje y motivo esencial del asentamiento de la Marina española en Ferrolterra, ya que desde Segaño se convierte en un mar inexpugnable pero de hermosas postales en sus ribeiras, en las que hay mucho que ver y admirar.

Pero en tiempos de paz navegarla es indispensable para admirar sus playas, las fortalezas, el marisqueo, los pescadores de caña… y un sinfín de postales marcadas por la luz cambiante de sus cielos.  

La ensenada bahía termina allá donde el agua se torna dulce. Es la del río Grande de Xubia, que pasa bajo el puente de origen gótico por el que, en tiempos ya olvidados, solo se podía acceder a Ferrol desde Fene… cruzándolo.