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“ENDURANCE” VERSUS “VILLA DE PITANXO”

Todo es posible: 107 años después de su naufragio en aguas antárticas han sido recuperados -casi sin daños- los restos del buque con casco de madera “Endurance”.

LA CUESTIÓN ES BUSCAR

Por Antón Luaces

El suyo era un casco de madera más gruesa de lo habitual en los primeros años del siglo pasado. Dotado de velamen y motor, el Endurance fue botado en 1912. Su eslora, 43,9 metros y la manga, de 7,6 metros. Aplastado por el hielo el 18 de enero de 1915, cuando todavía no había llegado al puerto de partida rumbo al Polo Sur para realizar una campaña de investigación, y hundido a consecuencia de tal aplastamiento 25 días después, cuando sus 28 tripulantes ya habían abandonado el buque en botes salvavidas. Todos ellos, tras sufrir grandes penalidades, alcanzaron la costa el 27 de octubre de 1915.

Ernest Shackelton, explorador irlandés, mandaba la expedición. El navío se quedó sumergido a 3.008 metros en el mar de Weddell, en la Antártida, muy lejos de su objetivo. El pecio fue recuperado prácticamente intacto donde ya había sido previamente detectado 107 años después de su naufragio, concretamente este 5 de marzo de 2022.

El rescate del buque se logró tras muchos esfuerzos y la implementación de técnicas submarinas de última generación. Fueron utilizados vehículos submarinos híbridos y tecnología punta que determinaron, primero, el lugar del fondo marino en el que se hallaba el Endurance y, a partir de aquí, los medios precisos para recuperar un barco de madera tras un siglo sumergido a poco más de 3.000 metros de profundidad.

BUSCAR EL “VILLA DE PITANXO”

Más de 100 años después de ocurrido en el mar de Weddell, el naufragio del navío que mandaba Ernest Shackelton, se hundía también -en aguas de Terranova- el pesquero gallego, Villa de Pitanxo, que había zarpado del puerto de Marín para dedicarse en aquellos caladeros de NAFO a la captura de fletán negro. 

Llevaba cuatro tripulantes menos que el Endurance. Y de sus 24 marineros solo se salvaron tres. Entre estos su patrón, un sobrino de éste y un marinero nacido en Ghana (África). En el naufragio del buque congelador fallecieron 9 tripulantes y otros 12 se dieron inicialmente como desaparecidos (en la actualidad reconocidos como fallecidos en el susodicho accidente). 

Desde el momento en el que aquí conocimos lo ocurrido, hemos dado como muy posible que si no la totalidad, sí algunos de los 12 marineros cuyos cuerpos no fueron recuperados pudieran hallarse en el interior del arrastrero hundido. Probablemente en una posición que, con los medios hoy existentes para su localización y posterior rescate, sería posible subirlo a la superficie marina.

En el peor de los casos, con la tecnología de última generación existente y mediante el uso de un rov o submarinos híbridos como los utilizados en el rescate del Endurance para reconocer exterior e incluso internamente el pesquero hundido en Terranova, es probable que las familias de los marineros que faltan por rescatar pudieran sentir una cierta paz por el descanso definitivo en cementerios locales de los cuerpos de estos doce hombres actualmente «perdidos» para las autoridades marítimas canadienses y, aunque no se diga claramente, para las españolas. 

Si el Endurance, hundido hace 107 años en aguas antárticas se ha podido recuperar días pasados, ¿quién puede obligar a pensar que no es posible hacer lo mismo con los doce tripulantes desaparecidos en el hundimiento por causas todavía oficialmente desconocidas del Villa de Pitanxo, naufragado a 250 millas de la costa terranovense a mediados del pasado mes de febrero? 

Aunque sea muy simple decirlo, si hay medios para recuperar un barco de más de un siglo de antigüedad que es pura historia, se puede considerar también la posibilidad de rescatar del interior del Villa de Pitanxo a los 12 marineros -o los que sean- oficialmente muertos… pero muy vivos en la memoria reciente de sus familias, amigos y compañeros.

Antón Luaces