UN GRAN PROYECTO PARA MASSÓ
Mientras algunos gallegos, aquellos que llamábamos “indianos”, comenzaban la conquista laboral de América, a Galicia llegaba toda una oleada de catalanes a los que debemos en buena parte el desarrollo de nuestras industrias del mar, especialmente las actuales conserveras y algunos de nuestros más importantes astilleros privados.
Eran empresarios ilustres en su origen, como lo eran también sus apellidos: Massó, Curvera, Molíns, Sensat, Alfageme, Portanet y sobre todo Barreras, en cuyo árbol genealógico se entroncan nada menos que siete generaciones y al menos 824 descendientes.
Los catalanes llegan a Galicia, en realidad, en la segunda mitad del siglo XVIII aunque su influencia socioeconómica no se notará hasta mediado el siglo XIX, cuando protagonizan el cambio industrial del mar, ayudados por la importancia de las pesquerías gallegas. Comienza en esa época la transformación de las antiguas fábricas de salazón en industrias conserveras.
Una de ellas fue la fábrica de Massó en Punta Balea, en Cangas do Morrazo, que hoy está sumida en el más completo de los abandonos, tras una larga historia de desacuerdos y después de haber firmado una actividad industrial impresionante.
Yo creo que el lugar se llama Punta Balea porque hasta allí traían los barcos balleneros el producto de aquellas cacerías de antes. La factoría de Massó se ocupaba de separar la carne de la grasa y ambas del hueso. De allí se distribuían a toda España para diversos usos. Recuerdo dos cosas: que la carne de ballena no tuvo mucho éxito en Galicia y que yo empecé a odiar a los balleneros el mismo día en que, de niño, contemplé la muerte en los ojos de un enorme cetáceo.
Pero esas, claro, son otras historias.
MARIÑA JORDÁN, ARQUITECTO
Hoy quiero hablarte de Mariña Jordán de la Peña, pontevedresa de nacimiento, santiaguesa de crianza y catalana por sus estudios de arquitectura en la Facultad de Barcelona.
Ya es casualidad que a esta joven de 26 años se le haya ocurrido utilizar el complejo abandonado de Massó para llevar a cabo su proyecto de fin de carrera y es posible que se trate de la gran idea que se precisaba para que uno de los paisajes más bellos de Cangas cobre vida.
Su diseño es un gran centro de talasoterapia con piscinas de mareas, subterráneas y en superficie, alguna de carácter público, insertadas en el conjunto de un edificio de nueva construcción cuyo exterior se inspira en los hórreos de granito.
Dice Mariña Jordán…
—– Yo nunca he dejado de tener vínculos con mi provincia natal y siempre me entusiasmó la rehabilitación. Si decidí elegir la antigua fábrica de Massó para mi proyecto de fin de carrera fue por su historia vinculada a Cataluña, donde estudié, y porque es un lugar impresionante.
El edificio actual y su entorno ocupa más de doscientos mil metros cuadrados. Comenzó a funcionar como fábrica de salazón en 1860, para pasar a ser fábrica de conservas en los primeros años del siglo XX y, como te comentaba, factoría ballenera en los años sesenta. Mariña destaca…
—– Creo que Massó es todo un símbolo de la industria conservera gallega. Fue de las mejores de Europa y creó un espacio inédito en Galicia.
La joven arquitecta pontevedresa trabajó duro, puesto que apenas encontró un plano de la nave que se conserva en el Catálogo del Patrimonio Industrial. Buceó en la historia del complejo y estudió otros dos proyectos, uno referido a un posible puerto deportivo y otro que en el ayuntamiento encargó a una empresa para procurar un entorno urbanístico mas compatible con el paisaje.
—– ¿Cuánto tiempo requiere un proyecto así?
—– Lo inicié en enero y lo entregué en julio. Obtuve un notable.
Es un proyecto que respeta la memoria del lugar y liga su uso al mar. Entre las dos naves, el diseño de Mariña contempla el edificio principal, la entrada al centro de talasoterapia.
Junto a la edificación se ubica el área de las piscinas, que se llenan con la inercia de las mareas y ocupan casi cuatrocientos metros cuadrados.
La rehabilitación de la zona es muy respetuosa con los muros de las fachadas y se reubican pilares de granito originales. Las dos naves actuales se vacían para crear patios exteriores pero se recuperan las estructuras de cerchas de madera originales.
—– ¿Es posible que interese a los inversores?
—– Probablemente, porque es una zona con mucho potencial turístico aunque, eso sí, costará mucho dinero realizar un proyecto de esta envergadura.
Creo que Mariña Jordán de la Peña ha puesto la primera piedra para que comience la recuperación de uno de los lugares más bellos que conozco. En los veranos de Cangas, de niño, siempre pasaba por Massó para ir a la playa de Area Milla.