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ISABEL II

Por José Antonio Perozo

Ha muerto la última reina medieval de la historia contemporánea. Los mecanismos de su largo reinado no se han movido un ápice de los de sus dos grandes predecesoras, Isabel I de Inglaterra y Victoria I del Reino Unido. Ambas de una personalidad tan aparente como la suya. Ninguna de las tres con preparación cultural y política previa para ser reinas. Pegadas al bastidor de bordar del anglicanismo como a un seguro a todo riesgo. Longevas y sostenidas por políticos eficaces, trasladados a la sombra de la historia para dejar mayor gloria a aquella Isabel, dicen que virgen, pero en realidad estéril; a la Victoria reaccionaria y abuela de Europa; y a esta otra Isabel enigmática hasta el desconcierto de los guionistas, encargados de escribir los capítulos de su reality privado.

Sí, Isabel II es la última reina imperial del modernismo y, por tanto, la última gran reina de cualquier juego de naipes. Y también de los falsos capítulos de la Historia de nuestro tiempo, aún por escribir. A cualquier otra monarca futura, como las presentes que andan pululando por las revista de papel cuché, le estarán vedados los mecanismos con olor a naftalina, claroscuros de palacio y cortinones aburridos, además de veraneos en cárceles de marfil y coches de caballos protocolarios, con los que esta mujer y su despendolado esposo han dado gloria y ejemplo para las monarquías anacrónicas.

Con Isabel II se ha acabado la película en tecnicolor de una forma de simular que se hacía política en palacio, cuando en realidad se jugaba al ajedrez salvando unas piezas –rey y reina– para mantener la ficción. Es evidente que al gran público anglosajón le gusta el cine histórico con decorados de cartón piedra y efectos especiales. Estos días está de enhorabuena.

Nunca me ha caído simpática Isabel II del Reino Unido. Pero tampoco antipática. Simplemente me ha parecido anodina. Una mala actriz representando una vida de pésima literatura. No sé cuál será el primer gesto como rey de Carlos III, pero si saliera a los balcones del palacio de Buckingham, mostrara el bolso de su madre, lo abriera y desvelara qué portaba dentro, sería un final rotundo para setenta años de reinado medieval.

JOSE ANTONIO PEROZO