galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LA HISTORIA DE AQUELLA RADIO DEPORTIVA

Por Eugenio Eiroa

En números redondos, atrás quedarán 40 años de Radio. Y a partir de 1989, los años que le hicieron célebre, en los que alcanzó la cúspide radiofónica. Para llegar a ello, inventó un programa («El Larguero») con el que arrancaba el 3 de septiembre de 1989, en la Cadena SER de entonces, tan diferente a la de ahora; lo hizo en la nueva temporada tras suceder y dejar atrás «La ventana al Deporte» que conducía Julio César Iglesias. Aquella noche, nuestro personaje dijo al arrancar el programa:  «Señoras y señores, muy buenas noches. Ésta es «La Ventana al Deporte», aunque eso sí: la estamos pintando. Yo me llamo José Ramón de la Morena, y soy su nuevo sereno».

Y ahí comenzó todo. Alfredo Relaño fue quien le dio el empujón definitivo y De la Morena se lanzó al agua, decidido y dispuesto a comerse el mundo. En sus inicios le esperaban tiempos difíciles, porque «SuperGarcía» era quien reinaba y destronarle era el único camino, porque la SER ya lo había intentado con otros en aquella hora de irse a la cama, pero… García siempre triunfaba. 

En la hora del adiós de José Ramón de la Morena y el inevitable recuerdo de José María García

José Ramón de la Morena tenía así muy claro que o apretaba de firme, o sería cesado a la vuelta de una o dos temporadas, no tenía tiempo para más, en el afán de abrirse paso a codazos, que otra opción no tuvo. Y lo logró. García tenía una clientela muy fiel, que sabía de sobra lo que cada noche el gran José María iba a servirles en bandeja en sus oídos. Era muy difícil arrebatarle, aunque solo fuese una parte de su gran porción de la tarta…

La estrategia de De la Morena pasó por identificar que en la parcela de la Radio deportiva nocturna había en España una serie de ausentes, unos cientos de miles de oyentes que no estaban apuntados a ella; por lo que fuere, pero no estaban enrolados, no navegaban cada noche surcando las ondas deportivas de la medianoche…

Identificada la nueva clientela que había que lograr, el primer objetivo era captar ese personal. Era gente más bien joven, era otra generación que estaba llegando en la Sociedad española. No venían de la mano de García. Estaban sin que alguien les cogiese de la mano y les llevase -en este caso- a la SER. 

Partía, en todo caso, con una ventaja José Ramón de la Morena: la SER no era un buque sin pasajeros, los tenía y muchos, llegada la medianoche; pero García, en otra cadena, en su programa tenía más… Se trataba de conservar los fieles que la SER tenía y crecer con la nueva clientela…con los que andaban desorientados, sin embarcarse en programa deportivo radiofónico alguno.

De la Morena tenía otra ventaja: era más joven que García. Esto, precisamente, era lo que le iba a acercar más a esa generación de nuevos oyentes que estaba por arribar a la radio deportiva de la medianoche… A partir de ahí, el afán tenía que ser… marcar ciertas distancias con la Radio que hacía García. Hacer cosas que diferenciasen, que llamasen a la militancia por parte de los nuevos oyentes, que sería el objetivo que permitiría un día sobrepasar a García.

Fue así cómo, De la Morena comenzó por situar en el Mapa de España a su Brunete del alma (y a muchos otros sitios y personajes recurrentes). Para los que no eran madrileños, Brunete hasta entonces les sonaba por la cruenta batalla de la Guerra civil española. Hoy, casi 40 años después, tras la Radio de José Ramón de la Morena, Brunete es -para casi todo el mundo- la localidad, el pueblo de José Ramón de la Morena.

Entre Brunete, hacerse pasar como de pueblo de toda la vida, situar en la noche radiofónica lugares comunes y repetitivos (como García también hizo, pero claro, en el caso de De la Morena nuevos, actualizados a otros tiempos…), introducir formas y fórmulas que para José María serían pecados mortales (con De la Morena, él y sus colaboradores, desde el primer día, situaron en la Radio al periodista-adepto de un determinado club)… De la Morena creó en un corto espacio de tiempo un arquetipo radiofónico diferente al de José María García, de modo que -a partir de ahí- el camino estaba expedito hacia lo que el buscaba: dividir a la audiencia; los que seguían con García, por un lado; por otro, los que seguían a De la Morena, los habituales de la SER más los que poco a poco él iba captando, atrayendo desde la nada radiofónica…

Era cosa de hacer cada semana muy buenos programas, de lograr de vez en cuando un «scoop» que sacase a García de sus casillas, a ver si cometía el error de dedicarle a De la Morena minutos en la madrugada, enviándole así -como así fue- oyentes también de los suyos…

De la Morena fue tenaz, luchador, muy perseverante… y acabó por lograr el objetivo: llegar a lo más alto. Le costó mucho trabajo, sin duda alguna, pero tuvo su mérito. Porque José Ramón supo ver el momento y la realidad que imperaba en aquel tiempo, cuando se iban a estrenar los años 90; había primitivos teléfonos móviles pero no había smart-phones, los ordenadores eran más bien rudimentarios e Internet no pintaba un carajo comparado con hoy en día, la Radio aún no tenía consolas digitales ni los adelantos que hoy tiene… Pero la Sociedad -y con ello los oyentes de la Radio- evolucionaba rápido en España; en los tiempos de García (tanto en la SER como en Antena 3 Radio) el periodista… o era y se declaraba imparcial, sin militancia alguna, o no era nada… Cuando De la Morena dijo un día que él era del «Atleti» a muchos les sonó raro, pero a otros muchos -especialmente a los jóvenes- les resultó algo lógico, normal… había conectado José Ramón con esos cientos de miles por España adelante que no estaban afiliados a programa deportivo alguno. Era cosa de perfeccionar aquel arquetipo radiofónico por el creado, profundizar y… a por el liderazgo.

Fueron noches, años, madrugadas… en donde el lenguaje se pobló de chascarrillos, de giros y acepciones, de guiños cómplices al que estaba al otro lado del transistor… El ¡ay, bribón!, «gañán», «la cordera»«el tío Serafín», el «no me gusta cómo caza la perrita» que a veces sustituía por el «no me gusta la orina del enfermo»… tantas y tantas palabras y lugares comunes en su lenguaje popular de cada noche que se convirtieron en un estilo radiofónico, algo claramente contrario -aunque no en los objetivos finales informativos-, muy diferente en todas sus formas al de García. 

Joserra entraba en los temas trascendentes, no dejaba escapar las cuestiones fundamentales, pero no las abordaba con la solemnidad y -en cierta medida- tremendismo de García; Joserra desmitificaba la función radiofónica, daba lugar siempre que podía a la chanza, tomaba no pocas cosas a chacota… convertía aquello en una sensación frecuente de que podíamos estar tres o cuatro amigos hablando de fútbol, o de deporte, en el bar de la esquina y con el lenguaje que allí se estila…

Por no alargarme más: guardo un enorme respeto y afecto por José María García, con el que tuve la ocasión de trabajar bastantes años; guardo el mismo respeto y afecto por José Ramón de la Morena, con quien tuve la oportunidad de trabajar durante no pocos años. Pocos en España, muy pocos (recuerdo al gran Ernesto López Feito -q.e.p.d.-) hemos tenido la oportunidad de colaborar durante años con estos dos monstruos de la Radio española. Aprendí muchísimo con García. Y aprendí también muchísimo con De la Morena. De uno y de otro obtuve detalles y gestos personales que no olvidaré, que les honran y que los convierten, para mí, en referentes de los que jamás diré una mala palabra. Solamente quedan, de ellos, en esta hora, los buenos y excelentes recuerdos.

El mérito de De la Morena fue ver en su momento que realmente había un hueco real en el panorama de la Radio española, cuando Relaño le dijo: calienta que vas a salir al campo… Lo vio, se internó en el área y tras una serie de tiros y rechaces, acabó metiendo la pelota en las mallas.

La desgracia de García fue que, en sus idas de una cadena a otra, en la acera de enfrente apareció alguien más joven, que tenía bien diagnosticada la situación de la Radio deportiva, que ideó un planque interpretó un papel casi a la perfección y que cosechó el éxito que le proporcionó captar clientes de su rival, pero muchos más oyentes que por ahí andaban sin cobijo radiofónico nocturno. Fue el momento: bien aprovechado para felicidad de De la Morena, para lamento de García.

Nada es eterno en esta vida. Igual que García un día se fue y no volvió, hoy es el turno de José Ramón, al fin y al cabo 64 años ya, para decir me bajo del barco… y lo que me quede de vida voy a vivirlo lo mejor posible. Uno y otro, García y De la Morena (que al fin y al cabo hace algún tiempo hicieron las paces) han sabido ver que todo tiene su tiempo y que la vida tiene también otras pequeñas y grandes cosas que merece la pena protagonizarlas y que, desde luego, el precio de perseverar en la búsqueda la gloria radiofónica acaba por impedir estar en ellas.

Explicó José Ramón De la Morena:

Reconozco que he sido un privilegiado. Terminé siendo El Larguero, de largar y no de portería. Ahora quiero cumplir otro sueño. Quiero recuperar los momentos perdidos. Ser dueño de lo que no he sido nunca, de mi tiempo. Voy a intentarlo. No dejo de ser periodista, como el que es torero o pintor. La Radio es algo que se lleva muy dentro y que no me la podrán quitar».

Antes de aterrizar en Onda Cero en 2016, Joserra dirigió y presentó «El Larguero» durante 27 temporadas en la SER. Aquella etapa, en que la radio deportiva nocturna disfrutaba de inmensa notoriedad y protagonismo (hoy Internet y redes sociales se han llevado mucho de aquello por delante), tuvo su momento álgido cuando en 1996 consiguió la hazaña de convertir a «El Larguero» en el programa deportivo líder de la radio nocturna, por delante del que dirigía José María García. Aquella enorme rivalidad enganchó a millones de oyentes a la Radio de entonces…

Si quiero contártelo a ti el primero, que tal vez has llegado hoy de casualidad a esta casa, es porque llevas muchos años escuchándome. Hoy jueves día 25 tenía que dar una respuesta a Onda Cero, que me había ofrecido renovar dos años. En el momento del ofrecimiento mis preocupaciones personales eran más profundas. Aquellos problemas del mes de diciembre se han resuelto. He tenido un hijo, que ha venido sano. No quiero cometer errores del pasado, cuando convertía las ganas en una obligación de estar en la élite. Ahora ya sé lo que es. Esta vida, la de periodista, es apasionante. Te quita cosas que cuestan más de lo que valen y tus hijos acaban por no valorar las cosas que se han encontrado hechas. La vida me ha dado este guiño, la oportunidad de no escapar esta oportunidad, que dejé escapar en su día. No voy a seguir presentando esta función de radio. No puedo seguir llegando a mi casa a las 3 de la mañana».

… Así ha anunciado su despedida oficial de la Radio, José Ramón de la Morena. 

Acabará la presente temporada en Onda Cero, con «El Transistor», y pondrá fin a toda una vida delante del micrófono para dedicarse a sus hijos anteriores, al que acaba de llegar y a su actual esposa; sus torneos infantiles de Brunete, su fundación y algunas cosas más. No es poco. Y no es mala elección.

Muchos años de vida y mucha salud deseamos a José Ramón de la Morena. Al fin y al cabo, realmente una buena persona. Al menos a mí, me lo pareció siempre y me dio motivos para pensar así.