LA IA Y EL SEXO
“AVANZAR ES PELIGROSO, PERO RETROCER SUICIDA. AVANCEMOS PUES”
— ¿Lo habrá dicho Cortés a sus huestes?
— No lo sé; quizás sólo lo haya pensado o murmurado por lo bajo.
— Pero lo cierto es que no retrocedió; eso fue lo importante. El resto es simple anécdota.
“…No sabemos en qué va a terminar la IA, tanto para bien como para mal”.
Por J.J. García Pena
— Sí, querido Fernando, decís bien: no conocemos el epílogo; ni si lo habrá.
Estamos frente a una encrucijada sin antecedentes; volamos casi a ciegas imaginando el paisaje que se oculta bajo nubes espesas y confiando en que vamos en la dirección correcta, pilotados por nuestra más reciente creación.
Por tanto, imposible prever el rumbo que «ella «, -que ya “piensa”-, ha de tomar a partir de ahora; lo seguro es que no hay marcha atrás.
Aun así, creo que para nosotros como bioespecie, el mayor problema futuro respecto a la evolución de la IA, no es que alcance su previsible autonomía, sino que a nuestro cacharro cibernético se le ocurra imitarnos en la forma de reproducirnos.
¡Ahí sí que ardería Troya! Y más nos vale que si tal retroderiva hacia lo natural se diera, nos tome lejos de este planeta ante un posible conflicto con «ella», porque tendrá las mismas motivaciones y consecuentes apetencias de sus amos de carne y hueso.
Y ya sabemos cómo nos hemos comportado al respecto hasta hoy de mañana.
Quizás ya lo hayas meditado: pero según tengo reflexionado, meditado y concluido, afirmo que el sexo (compulsiva y placentera orden de Natura para estimular el trabajoso reproducirse a sus efímeras criaturas ) es la raíz, motivo y causa de todos y cada uno de nuestros más graves males desde que, puesto a prueba nuestro «libre albedrío», pretendimos ser más poderosos que aquel dios vengativo, sañudo y solitario que nos parió y que no supo corregir su propio e imperfecto invento que bien pronto se le fue de las manos.
Confiemos en que la IA –si antes no se aniquila a sí misma o a nosotros- sea el arma imprescindible con la que disputaremos el trono a un dios tan mediopotente y haragán ¡que tuvo que tomarse un día completo de descanso por seis de fatiga laboral!
— ¡Mirad vos de dónde nos viene la tirria al yugo! El único esfuerzo voluntario y placentero es el sexual. A él nadie llega tarde, falta, ni se duerme. El resto de los trabajos los hacemos si nos pagan.
(Perdón, me dejé llevar por el mono interior y me fui por las ramas altas. Vuelvo a la baja en que me hallaba dialogando contigo).
— ¿Te parece ciencia ficción la reproducción sexual de los ciberequipos, Fernando?
— Tal vez; pero te recuerdo que la “ya pueril” pulsera de Dick Tracy también lo fue.
— Sería el peor escenario para la naciente IA: intentar «autocrearse» a «nuestra imagen y semejanza».
— ¿Estaremos a tiempo de inculcarle piedad? ¿Querrá hacernos caso?
Espero -deseo, por nuestro bien y el de “ella” misma- que termine siendo, de verdad, más inteligente que sus creadores; y, por tanto, no se deje caer en la estúpida tentación de repetir nuestra conducta y nos libre a todos del mal. Amén.