galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LA MAYOR FÁBRICA DE CONSERVAS DE EUROPA

RÉQUIEM POR “MASSÓ CANGAS”

Por Eugenio Eiroa

Más de un cuarto de siglo hace sin la factoría canguesa de Massó Hermanos. La que llegó a ser la fábrica de conservas de pescados más importante de Europa quedó ahí, abandonada, camino de la eterna ruina de sus instalaciones.

Había sido en el verano de 1995 cuando se produjo un último intento por resucitar aquel imperio conservero, de la mano de un grupo de trabajadores (unos 125) que pretendían crear una nueva sociedad, una vez que obtuviesen el embargo de las naves de la factoría y de las propias marcas de las elaboraciones que hicieron famosa mundo adelante a la conservera. Pero aquel último intento también fracasó, hay quien dice que por desavenencias entre las centrales sindicales implicadas en el conflicto de unos obreros a los que la empresa llegó a deberles 220 millones de entonces, además de otras deudas que aquella industria tenía.

La idea era crear una cooperativa, 125 integrantes, aportación de unos 300 millones de pesetas. Aquel verano del 95 se hablaba de que -aunque con otro nombre a decidir- en noviembre podía estar la vuelta a la producción de la vieja fábrica de Massó constituida en una realidad.

Para el periodista Jorge Lamas aquel proyecto naufragó porque Comisiones Obreras y UGT se apartaron de una necesaria unidad de acción entre los trabajadores (330 empleados que Massó Hermanos tenía en su recta final, cuando debía tanto al personal, a los bancos y restantes acreedores y no pagaba a nadie).

El proyecto para reflotar aquello estuvo impulsado por la CIG -recuerda Jorge Lamas-, pero no hubo unidad sindical para sacarlo adelante. «CC.OO. y UGT declinaron participar en la operación, considerando que aún existían esperanzas de que apareciese un inversor que reflotase la marca”. La diferencia de criterios entre las tres centrales sindicales radicaba en que la creación de la nueva sociedad exigiría a los trabajadores inscritos en el proyecto pedir la rescisión de sus respectivos contratos.

A mediados de agosto de 1995 se explicaba desde el grupo de impulsores que la nueva sociedad estaba constituida y a expensas de aprobar sus estatutos. Contaba, según afirmaban, con un consejo de administración y 125 cooperativistas que aportarían unos 300 millones de pesetas. La idea era que la SAL empezase a producir en noviembre. La empresa podría venderse una vez recuperase la producción.

Desde UGT se criticaba a la CIG, acusándola de lanzarse por su cuenta a constituir la sociedad laboral en contra de la opinión del comité de empresa y de romper la unidad sindical. «No hay base alguna para hablar de ninguna SAL de Massó, primero porque no existe SAL alguna y segundo porque es un proyecto de una minoría, apoyado por la CIG y rechazado por más del 70 % de los trabajadores», decían los responsables de UGT, que se mostraban partidaria de esperar por otras soluciones que nunca llegaron a fraguarse.

“Luciano Villar, presidente del comité de empresa y representante de la CIG en la empresa, defendía que la única solución era constituir la SAL y que los trabajadores solicitasen el embargo de bienes de la empresa para cubrir algunos de los salarios adeudados», narró en su día Lamas.
En los tiempos de la Guerra Civil española y años siguientes, los Massó García (empresarios originarios de Cataluña) -que tenían una factoría en Bueu desde el siglo XIX- no paraban de vender conservas para el frente de guerra y numerosas poblaciones desabastecidas. Visto el éxito de entonces, decidieron construir una factoría en Cangas, ya un complejo en toda regla, de mucho mayor porte que la existente en Bueu. 

Fue en 1937 cuando Tomás Bolívar (ingeniero) y Jacobo Esténs (arquitecto) comenzaron a trabajar para planificar lo que en los años 40 se consolidaría ya en la sucesiva construcción como un gran enclave de la industria de la conserva y la salazón. Comenzaban entonces décadas de esplendor. Todo arrancaba en Cangas en aquella solemne inauguración de 1942, si bien desde 1941 ya se trabajaba a pleno rendimiento en la nueva fábrica canguesa que había empezado a construirse al final de la guerra española.

Massó Hermanos, con su complejo industrial de Cangas fue sin duda alguna la instalación conservera más importante de Galicia (llegó a tener 1.160 trabajadores directamente empleados). La fábrica contaba con una enorme cámara frigorífica para almacenar el pescado en forma de congelado, excedentes en épocas de mucha pesca, lo que le permitió mantener la producción todo el año y competir con precios de materia prima muy bien ajustados. Adoptó, además, para aquellos tiempos difíciles en que comenzó su actividad, notables mejoras para los empleados como un economato, vestuarios y duchas en condiciones, guardería infantil, cocina-comedor….

Pero allá por los años 90, Massó Hermanos comienza a caer en picado… Entre cuestiones de divergencias empresariales y el duro golpe que supuso en los años 80 la moratoria internacional de pesca de las ballenas -que aniquiló las posibilidades de negocio que «la ballenera» anexa a la factoría de conservas canguesa tenía- aquello comenzó a hundirse. 

El enclave ballenero de «O Salgueirón» dejaba de ser activo y entraba a la vía de los recuerdos… «Massó Hermanos» perdía una de sus actividades importantes (los Massó empezaron a capturar cetáceos en 1955 y lo tuvieron que dejar forzosamente en agosto de 1983), en un tiempo difícil en el que los sucesores de los legendarios Gaspar y José María Massó tenían disparidades en los enfoques y decisiones empresariales.

Llegados los años 90, con la muerte de Gaspar Massó, las tensiones se acumularon y la producción se tambaleaba. La Xunta trató de echar una mano pero ya era tarde… para enderezar el rumbo. Hay quien dice que la muerte de Gaspar Massó García supuso el cierre de «Massó Bueu». Parte de sus trabajadores fueron recolocados en la fábrica de Cangas. Pero el cierre de esta se produjo poco después, terminándose así con una de las empresas conserveras españolas más importantes del sector tanto en el siglo XIX como en el XX, que había llegado en pocos años a ser la más grande y más importante de Europa como en su propaganda presumían.

Cerró así la conservera de Bueu (más antigua, más obsoleta que la de Cangas) y en 1995, cuando el año se iniciaba, se acabó de producir el cierre en Cangas…

A pesar del estado deplorable de conservación de lo que resta de la antígua fábrica canguesa de Massó Hermanos, estado de conservación realmente malo, de total abandono, aquello está incluido en el Plan Nacional de Patrimonio Industrial, aunque no falta gente que se pregunta:

— ¿Realmente, para qué?

Claro que no es eso lo que piensan los del colectivo Hispania Nostra, que en su Lista Roja del Patrimonio siempre resaltaron el valor que estos edificios en ruinas tienen, como testigos de un pasado de esplendor que ya no volverá, pero que suponen considerar a la fábrica de conservas de la empresa «Hermanos Massó», en Cangas do Morrazo, como uno de los ejemplos más notables de arquitectura industrial del siglo XX en Galicia. Interesante no solo por sus valores estéticos, sino también históricos, al estar estrechamente relacionada a la historia moderna de la villa de Cangas y al desarrollo industrial de las Rías Baixas.

Esta conservera -cuya estructura aún está en pie- formó parte de un gran complejo industrial que incluía, además de la propia fábrica de conservas, una planta de procesado de ballenas (capturadas por una flota de barcos especializados propiedad también de los Massó) e instalaciones destinadas al procesamiento de derivados de la pesca (molinos de elaboración de harinas de pescado y refinería de aceites procedentes de las ballenas y de otros pescados), fabricación de envases, completas instalaciones y varaderos para la reparación de buques, talleres de reparación mecánica, planta frigorífica, instalaciones de salazón e incluso un barrio de viviendas para el personal, así como una guardería y otras dependencias de servicios en favor de los empleados, incluso un campo de fútbol donde durante muchos años jugó el equipo representativo de Cangas, el Alondras C. F..

La muerte de «Massó Cangas» fue un navajazo tremendo en la economía de la capital de O Morrazo y sus proximidades. Imaginemos, por un momento, ahora, en pleno siglo XXI, esa fábrica produciendo a tope, con más de 1.000 trabajadores en nómina… lo que representaría para Cangas y para el propio O Morrazo. Realmente, no son pocos los cangueses que añoran aquel tiempo de esplendor y lamentan la rapidez con que todo se desvaneció, al fin y al cabo, entre 1942 y 1995 no hay tanto trayecto recorrido; de ahí que aún sea más de lamentar. 

Y a pesar de las dificultades por las que hoy en día pasa la industria conservera en España, no es menos cierto que aquella esplendorosa realidad de Massó Hermanos, bien conservada, adaptada y transformada a lo largo de los tiempos, podía haber resultado hoy, un presente muy importante para Cangas, incluso en el supuesto que de aquel número de un millar largo de obreros de los tiempos áureos, ahora solo estuviesen empleados la mitad… Lamentablemente no resta nada y nadie deja de reconocer que el final del complejo industrial de «Massó» fue toda una desgracia para Cangas. Las cosas como son…