galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LA RIBEIRA SACRA, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Un mundo verde se mira en los espejos del Sil

Desde todos los estamentos turísticos y provinciales de Ourense y Lugo, se han alzado todas las voces reclamando a la UNESCO que declare la Ribeira Sacra Patrimonio de la Humanidad, por sus valores históricos, monumentales y paisajísticos.

La Universidad de Santiago de Compostela se ha unido también a estas voces y realizó un interesante estudio sobre los monasterios de la Ribeira.

Dice esta monografía que los conventos y cenobios son un valor potencial que añadir al aspecto paisajístico, ya que no fueron ni son un mero monumento, sino los ejes de la actividad en la zona.

Los datos que recoge esta memoria, además de servir para apoyar la candidatura a Patrimonio de la Humanidad, acumulan conocimientos que sin duda ayudarán a desarrollar proyectos profesionales tan importantes, como lo fue en su día la reconversión en Parador del monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil.

El monasterio de Santo Estevo convertido ya en magnífico Parador de Turismo

El espectáculo de la Ribeira Sagrada es la obra perfecta de la artesanía natural de  Galicia y sin duda supone uno de los espacios más atractivos de la península Ibérica.

Las provincias de Ourense y Lugo se reparten este territorio, objetivo fundamental para los amantes del turismo cultural y de naturaleza.  Y los dos ríos, el Miño y el Sil, son los principales protagonistas de tanta hermosura.

En sus cañones bien se ve que Galicia es única.

La Ribeira Sacra bien se merece, por sus abundantes y románicas iglesias, por la cultura monumental que posee y por la generosa belleza de sus diferentes perspectivas, esa declaración de Patrimonio de la Humanidad.

Este humilde periodista, como ourensano que es, también se lo pide a quien corresponda.

Y a ver si la buena nueva nos llega este año 2011  a punto de abrir la puerta y al que los agoreros de la economía no dan precisamente una bienvenida.

Aunque vosotros, mis amigos, ya sabéis aquello de… nunca choveu que non escampara…

Gloria, mi mujer, admira la hermosura del gran cañón.


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