LAS CUENTAS DE LA VIEJA
Por JOSÉ ANTONIO PEROZO
El viernes pasado y el director de tu banco te ha llamado con la buena noticia de rebajarte la deuda. Propone hacerte una quita en la hipoteca. La razón no es otra que la economía del Estado va bien. La inflación se ha superado y los intereses internacionales están cayendo. Al llegar a la entidad te enteras de que la quita será general y el vecino, con quien te llevas a matar, también se verá beneficiado en una cuantía mayor a la tuya por razones de metros cuadrados del chalé, por ser familia numerosa, por amistad con el banquero o por cualquier otra razón de sus pactos con el banco.
Entonces tú, imitando al Manolito de Mafalda, te enfurruñas y te niegas a esa beneficencia por ver si con ello pones la zancadilla a las cuentas del contrario o por razones más del empuje del dolor de tripas político que del propio raciocinio. O porque el director del banco no es amigo suyo. Todo es posible. ¿Qué excusa pones? Tan peregrina como elemental: «No necesito rebajar mi deuda porque mi requisito es lograr una financiación global en unidad con todo el vecindario«. El director del banco te mira con cara de asombro y te responde: «Con menos deuda sus cuentas serán más fáciles de manejar, digo yo«.
Sin embargo, ese diablillo, que todos guardamos tras la oreja derecha, replica: «¡No hagas caso, es una trampa!» Y le crees, aunque perjudique a tu tesoro, al bolsillo de tu familia, a las cuentas de la pequeña empresa de la que vives… Pero cuando regreses a casa tendrás la sonrisa suficientemente ensayada para vender la gestión como un triunfo del sentido de la economía colaborativa. Entonces tu abuela, que ya es muy vieja, tira de los dedos y expone: «Hijo, si debes diez y te perdonan cuatro, solo deberás seis. ¿La quita del vecino en qué te perjudica?». Tu esposa, que además de inteligente apoya a tu vieja, te pregunta: «Manolo, ¿no será más fácil negociar y pagar una deuda de seis millones que una de diez?» En ese punto no te queda otra alternativa que recurrir a las cuentas del Gran Capitán.
Viernes y el presidente Alfonso Rueda quien, como tú y como yo es bien intencionado, pero no es economista, ha ido a la Moncloa con la firme intención de que el presidente Pedro Sánchez no rebaje la deuda de Galicia. ¿A quién le debemos? Hasta donde yo sé: al tesoro del Estado y a bancos nacionales e internacionales. El monto anda por los 14.297 millones de euros. La deuda per cápita, desde el año 2000 pasó de 1.139 euros a los 4.580 de hoy, mientras que a partir de 2009 (desde la reforma financiera de Zapatero) Galicia, como el resto de comunidades ha recibido los mayores recursos de la historia, según los datos del Banco de España. Otra paradoja económica incomprensible para quienes nos regimos por las cuentas de la vieja y no practicamos la fe del carbonero.
Rueda ha declarado: «No nos interesa menos deuda«. Inmediatamente no he podido evitar imaginar quién se beneficia de los intereses, que ese capital deudor genera y pagamos todos los habitantes de Galicia. No, no es la enseñanza ni la sanidad ni el turismo ni la promoción económica ni el deporte… Los beneficiarios son los bancos acreedores en exclusiva, los mismos a quienes usted paga religiosamente la hipoteca cada mes. ¿Sibilinamente está la derecha anteponiendo el interés de la banca al del país? ¿Esto es demagogia de contable ignorante? Puede ser.
Yo no creo en las matemáticas tras aprender en la escuela que si tengo diez euros y los multiplico por cero me sale cero. Los números, tan claros y tan lógicos, como políticamente se pregona, también los carga el diablo.
J. A. PEROZO