galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LOS HERMANOS PIÑEIRO – Aquellas noches de Caracas

 

 

Caracas, la ciudad donde vivieron los hermanos Piñeiro

       Mi primo Alvarito me llevó por primera vez a El Portón en el año 86 del siglo pasado. Lo recuerdo muy bien porque esa noche nació la idea del programa DESDE GALICIA PARA EL MUNDO, que aún hoy cura la morriña de los corazones errantes.

       El Portón era la auténtica embajada española y en sus noches de arpa y “Alma llanera” mezclada con sabrosas arepas,  reunía en sus mesas a las grandes personalidades del gobierno y la oposición, con embajadores, hombres de negocios, periodistas de allá y de aquí, y hasta con los presidentes gallegos. Yo acompañé a más de uno.

       Los artífices de aquella cosmovisión nocturna eran los hermanos Piñeiro, Pepe y Ramón; gallegos de alma y vida, gente excelente,  de corazón emigrante que nunca olvidó, ni la humildad de sus principios ni el lugar de sus orígenes, Brión, desde donde ambos los dos viajaron ya al espacio.

       Yo les quería mucho y cada vez que fuí a Caracas no dejé de compartir mesa con ellos, al menos una noche, en el inolvidable restaurante del que no quedan ni las paredes, porque falleció en el combate urbanístico de la revolución bolivariana.  

       Pepe era de izquierdas y atendía muy bien a la gente socialista mientras Ramón era más de derechas que Manuel Fraga; ambos presumían de una gran amistad. Cuando Fraga me cesó como director de Televisión de Galicia, Ramón me dijo…

       — Yo le pedí a Fraga que tú siguieras, que tenías un gran plan para la emigración, pero me mandó a la mierda, chico…

      Yo no sé si fue por Ramón, por Pepe Cuiña, por Diz Guedes o por Pérez Varela, todos amigos a pesar de las discrepancias políticas. Pero lo cierto es que Fraga, en sus últimos tiempos, me tuvo una gran estima profesional, que no es lo mismo que personal.

      Pepe Piñeiro era un hostelero inteligente, de esos que sabía llenar el restaurante por simpatía. Porque cenaras lo que cenaras siempre te reías.

      Una de esas noches me presentó a un gran arpista de apellido Barreiro, gallego de Forcarei; un primo de José Luís Barreiro que el politólogo y entonces todopoderoso vicepresidente del gobierno gallego no conocía, según me confesara. Fue cuando supe lo afortunado que era por  compartir vida y alguna aventura con mi primo Alvarito.

       También fue Pepe Piñeiro quien me presentó a mi querida amiga Carmen Victoria Pérez, La Flaca, entonces gran estrella de Venevisión y ahora excelente hostelera en Canarias. A Carmen le debo haberme introducido en el ambiente profesional de la televisión venezolana y he de confesaros que a punto estuve, en el año 90, de dirigir Radio Caracas Televisión, pero no tuve el valor que tuvieron los miles de compatriotas que escriben o escribieron su vida en tierra ajena.

       Una noche, Ramón y yo fuimos a cenar con el embajador español, que veraneaba en Oleiros. Caracas no estaba ya para pasear bajo las estrellas por la inseguridad y esa vez mi amigo quiso darme una exhibición del poder que tenía un “simple hostelero emigrante gallego”  como le gustaba decir.

       Hizo una llamada telefónica y al poco rato nuestro coche estaba rodeado de “moscas”, como le dicen en Venezuela a los policías motorizados que hacen de escoltas.

       Pero la vida de Ramón y Pepe Piñeiro tuvo unos duros comienzos que yo prefiero permanezcan en el olvido, porque es la historia de la mayor parte de los protagonistas del gran éxodo gallego a Latinoamérica.

      Nadie les había regalado nada y ellos sí fueron siempre generosos con esta Galicia y con este Brión que les adeuda un sencillo homenaje.

      Ni Pepe ni Ramón Piñeiro se merecían emprender tan jóvenes el último viaje. Yo echo de menos aquellas conversaciones político-lúdicas que bien podrían tener continuidad en la tierra que les vio nacer y también partir…