galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LOS SUPERVIVIENTES

Este año de la peste es crecientemente aleccionador. Nadie nos examinará de sus lecciones, ni en modo on-line ni presencialmente, pero no nos libraremos de una evaluación de lo que hayamos aprendido.

Por Manuel Menor Currás

Especialistas como Aguado, en la Comunidad de Madrid, mejoran mucho la interpretación del liberalismo clásico. Cierto que una Comunidad autonómica no es el Estado, pero sí parte sustantiva de este (según la CE78); sea como sea, es una plataforma perfecta para que algunos políticos se sientan “varones”, eufemismo aristocratizante que podría traducirse como “reyezuelos”, de carácter más o menos absolutista según talantes y en la medida que dicte un guión que alguien escribe entre bambalinas.  Este vicepresidente confirma, desde la tarima profesoral de su cargo oficial, que son partidarios del “Estado mínimo” decimonónico, tan pequeño que, incluso en una situación grave como la actual, han decidido no hacer nada y que lo poco que hagan redunde en beneficio de quienes les han aupado a proteger sus intereses.

PRESUPUESTO

Mientras, en lecciones anteriores, hemos aprendido que el 50% del presupuesto de Sanidad madrileño que administran se va a entidades privadas, descapitalizando lo que resta de Sanidad pública; y nos enteramos de que, dado el déficit de plazas para atender a los enfermos que se acumulan, han contratado hospitales privados a unos precios que parecen de suite hotelera de cinco estrellas.

En Madrid -punta de lanza del neoliberalismo más rancio- la lección magistral que acaban de proporcionar -ejemplarizada a modo de power-point muy gráfico con actuaciones colaterales- se sintetiza en que “no queremos tomar más medidas…. Si la situación empeorara, entendemos que es el Gobierno de España el que tiene que tomar cartas en el asunto”.

Adicionalmente, para que quedara más claro, en la propia Asamblea de Madrid –teóricamente el aula magna de la democracia autonómica- la presidenta del lugar ha llamado “sinvergüenzas” a quienes se manifiestan ante su hospital estrella por afearle la mala gestión y el schock que, en los asuntos sanitarios, está produciendo. Podía ser lo mismo si de Educación se tratara, porque lo ha explicado otras muchas veces ante la terquedad de la mitad del alumnado.

La conclusión, como alumnos oyentes, es pensar que muy bien, lo están haciendo muy bien; dan muy bien en la foto de la tarima, sobre todo cuando se pelean ante las cámaras para mostrarnos lo bizarros que son para mostrar que, porque nos quieren, están dispuestos a pelearse de continuo con quien sea; unos segundos narcisistas en los twits de los amiguetes están divinos, aunque al resto del alumnado, esas cuitas mediáticas, nos haga bostezar.  

LA PESTE

Es propio de la escuela dogmática y chillona el aburrimiento, porque nos hace conscientes de que no pintamos nada en esta historia salvo como paganos. ¡Cuidado con el silencio! En el patio de recreo de este colegio crece la sensación de que estos hombres de paja son un timo. Nadie se explica que, ni en una situación tan grave como esta, los patrimonios de unos pocos sigan creciendo, por más que esta pandemia se esté llevando por delante más gente que cualquier guerra convencional.

Recuerdan lo que les mandaron leer en Defoe, quien al final de El año de la peste, dice en 1722…

—- Terrible peste… Cien mil almas se llevó, ¡pero yo sobrevivo!