galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

PENSAR POR PENSAR

…Como cojo sin muletas.

Por Xosé Antonio Perozo

Orbán se fue a ver a Putin y Abascal se fue a comer con Orbán. El caballo de Troya cabalga por Europa y el líder de la extrema derecha española ha puesto al PP ante el precipicio con sus rupturas autonómicas. Sin embargo, ha pasado una semana y el movimiento nacional de los ultras ha quedado escondido bajo la euforia de los triunfos deportivos, de la oreja de Trump, de la desvergüenza contra la ciudadanía migrante sin papeles y de la regeneración light de Sánchez. Se han acogido al argumento contrario: “cuanto no se comenta no existe, aunque siga latente”.

Tanto en los despachos de Vox como en los del PP la tormenta y los temores hacen estragos. Aquello que parecía una unidad de destino en lo universal ha dejado de cambiar estampitas, los aguerridos luchadores de la ultraderecha se quedan sin sueldos, sin coches oficiales, sin poder y sin chiringuitos. Los líderes de la derecha acomodaticia ven como la tierra tiembla bajo sus pies, pero tratan de mostrar fortaleza mediática dándole la vuelta a los argumentos. La tranquilidad no se corresponde con la realidad. El socorrido predicamento de la capacidad de unión de las derechas para construir gobiernos sólidos y serios se le ha venido al suelo a Feijóo. Lo suyo se parece al cuento de pisar las cáscaras de plátano un día tras otro sin remedio.

En este final de curso el expresidente gallego ve como se aleja de alcanzar el hábitat de La Moncloa mediante alguna rocambolesca suma de escaños en las Cortes Generales. De un jueves para un viernes se le han caído 33 asientos del tablero y aunque sume algún tránsfuga, convenza a Junts (7 votos) y a PNV (5 votos), alcanzar los 175 para construir una moción de censura contra Sánchez en este julio es más utopía que hace sólo un año.

Y la ciudadanía se pregunta si es lícito que el transfuguismo retorne a la escena levantando el viejo y falso estandarte de la “gobernabilidad” para seguir en las poltronas. ¿No deberían los presidentes populares convocar elecciones en sus desamparadas comunidades? ¿No es lo que pide Feijóo a Sánchez cuando pierde apoyos en las Cortes? De momento los presidentes perjudicados tienen presupuestos para ir tirando, después del otoño ya veremos.

Abascal se ha internacionalizado a la sombra de Orbán tras abandonar a Meloni (la ultraderecha razonable según voces del PP) pero nadie ha escuchado hasta dónde Putin ha puesto un pie en la desestabilización de nuestros gobiernos autonómicos de la mano de Vox. ¿Teoría de la conspiración? ¿Por qué no? ¿Alguien ha escuchado algo sobre lo tratado entre el líder de Vox y el primer ministro de Hungría?

A mí no me parece una situación inocente, que no nos concierna, después de ver los apretones de mano entre Orbán, Putin y Xi Jinping, evidentes enemigos de la UE. Y mucho más si diéramos crédito a la intervención del ruso en el procés catalán, como hemos escuchado a algunos jueces. Aunque de momento no ha aparecido ningún asesinado en el comité central de Vox, hay argumento para construir una novela al estilo de Vázquez Montalbán.

Fantasías al margen, el abandono de Vox, contra lo que piensan algunos personajes, a corto plazo no aumentará las bases del PP. La mayoría de esos votos los recogerá Alvise Pérez, la negra sombra de Abascal, como hemos constatado en las elecciones europeas. En realidad lo que nos ha demostrado este movimiento de la extrema derecha, aparte de afirmar que no son compañeros de viaje de fiar, es que mimetizarlos no conduce a su anulación. Der momento, Abascal ha dejado al PP como a un cojo sin muletas.

XOSÉ ANTONIO PEROZO