galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

REPOSO EN LA VILLA TERMAL DE LOBIOS

HACE MÁS DE DOS MIL AÑOS

Me he puesto un parche a lo Drake para seguir haciendo estas crónicas de mi Tierra Única, que ya te cuento en mis reflexiones de agosto como sucedieron las horas y los días de esta ausencia. Iba para vacacional, pero terminó convirtiéndose en una serie de excursiones a los prestigiosos centros hospitalarios del país. Como quiera que mis doctos y doctas cuidadores me han recomendado reposo, me dije que podríamos ir esta vez al sur de la provincia de Ourense, a una ciudad balnearia que hace mas de dos mil años ya elegían para descansar aquellos romanos a los que el César mandaba a por los más preciosos metales, abundantes entonces en toda la provincia de la Gallaecia.

ORIGINIS

Aquí está el agua que cura los males y cauteriza las heridas. A veces hace humear los ríos y los lagos, por eso surge la leyenda. Pero a la vida le dieron continuidad los caminos y a su vera se construyeron los pilares de aquel imperio. Sin embargo, en la cumbre, los cementerios del ayer nos recuerdan los verdaderos orígenes de la raza.

Hace dos mil veintidós años que las legiones de Roma se enfrentaron a la niebla del río Limia, creyendo que estaban ante la corriente del Letheo, el río del olvido de la mitología griega. El general Décimo Juno Bruto lo cruzó y fue llamando por su nombre a cada uno de sus soldados. Así se inició en A Limia la romanización de la Gallaecia, un proceso cultural que duraría más de un siglo. A cambio de llevarse el oro, la plata y el estaño los romanos construyeron cuatro vías principales. Crearon ciudades, villas y campamentos. Abandonaron los altos castros para ocupar las tierras llanas y descubrieron las termas del agua que sanaba.

En el Lobios del siglo XXI quedan múltiples huellas de estos hechos, como la Vía Nova o la mansión Aquis Originis, el primer gran balneario de Galicia.

Pero en las cumbres sagradas de nuestra raza, las que conocemos como O Leboreiro, abundan los megalitos, graníticos, robustos, misteriosos, legendarios. Son la roca primigenia de nuestra raza y suponen la huella de un territorio habitado ya cuatro mil años antes de Cristo. Por él vagan ahora las almas de los valientes guerreros quarcenios, galaicos contrarios a la creación de la Gallaecia y conquistadores de los montes del Xurés.

PAUSA

Permíteme que pause aquí el relato para que mi memoria te cuente como llegué a Lobios por primera vez, en los años noventa, desde Bande. Me llevó mi muy querido amigo Luís Devesa, quien, tras ser un buen hijo de la generación errante, llegó a dominar con su Mistolín a las grandes multinacionales de la industria de los detergentes en Venezuela y Estados Unidos.

Generoso como nadie, Luís quiso que conociera con pormenores ese territorio natural espléndido que se refugia a la sombra de los mejores bosques del Xurés. Entre Bande y Lobios hay 25 minutos de paisajes de ensueño, así que nunca tienes prisa; no me extraña que alguna gente siga caminando por la Vía XVIII del Imperio o Vía Nova como dicen los mapas de Antonino.

Luís me invitó a comer ese día -también de agosto- y nos ofertaron “callos limiaos”, a lo que el sabio trotamundos respondió:

—- Mellor garda os callos para a festa e ponnos carne a brasa da boa.  Por exemplo chuletóns de cachena.

Tiene razón mi amigo: la cachena es una exquisitez que destaca en la gastronomía gallega. Pero aquel día no se quedaron atrás ni la empanada de millo con berberechos ni los pimientos verdes, transparentes,de la huerta local, excelentes acompañantes de un menú que se precie.

Lobios está a setenta y cinco kilómetros de Ourense capital y a pesar de que tardas casi una hora en llegar, la villa se ha convertido en el epicentro turístico del sur de Galicia. La vida gira toda en torno al termalismo y a su balneario de cuatro estrellas.

“Ti dis: Galicia é ben pequena. Eu dígoche: Galicia é un mundo. Cada terra é coma se fose un mundo enteiro. Poderala andar en pouco tempo do norte para o sur, do leste para u oeste noutro tanto; poderala andar outra vez, mais non a has de dar andado. E cada vez que a andes, has atopar cousas novas e botarás outras de menos. (Vicente Risco).

NOBLEZA

La población de la comarca se ha estabilizado en torno a los diez mil habitantes y atrás quedan los tiempos en los que la gente emigraba en busca de una mejor calidad de vida. Los núcleos de Lobios se agrupan en ocho parroquias a cada cual más hermosa. Es este un municipio que sabe conservar sus tradiciones, que celebra una fiesta cada dos semanas durante todos los meses del año, que tiene en su gente un importante valor añadido e, incluso, te digo, pese a ser pequeño, tiene mucho que ver y admirar.

Como por ejemplo Cela, el lugar donde nació San Rosendo, fundador del monasterio de Celanova. La aldea, prácticamente abandonada, es un capricho de la naturaleza que el hombre, en su momento, supo aprovechar, adosando sus construcciones a la roca primigenia de sus orígenes. Les siguen llamando bolos y te garantizo que yo no he visto cosa igual, salvo en la que fue casa de la meiga, la que aún se esconde en la Serra do Candán.

La iglesia de San Miguel en la villa de Lobios, es un templo del siglo XVII en el que destaca la torre con una balaustrada barroca. También en Lobios están los restos de su castillo medieval.

Numerosos elementos etnográficos adornan las rutas entre pueblo y pueblo y es también reseñable la especial arquitectura paciega de la Casa de Curro, en el lugar de Pazos, así llamado porque aquí residía en el medioevo la nobleza, encabezada por los Arauxo, linaje que dio nombre a una de las parroquias de lobienses.

Por iniciativa de un vecino coleccionista se inauguró hace ya unos veinte años un museo numismático en el que se puede ver una colección de monedas de la antigua Grecia, romanas e ibéricas, de varios siglos antes de Cristo.

Es cierto que los primeros turistas que vinieron a Lobios procurando las aguas termales de la playa fluvial de Riocaldo fueron los romanos, viajeros entre Astorga y Braga, pero ahora llegan gentes de toda Europa y sobre todo -esto sí que me entusiasma- ha regresado una buena parte de aquella generación errante. Han venido para quedarse y disfrutar de su gran parque natural. Se sienten otra vez atraídos por el curso de los ríos y sobre todo por lo que no habían conocido cuando se fueron, como por ejemplo el mar interior de Lindoso.

Fui testigo, aquel frío 8 de enero de 1992, de como las aguas del Limia fueron embalsadas para crear el gran lago internacional de Lindoso, en la frontera entre Galicia y Portugal. Bajo ellas quedó sumergido el bello pueblo de Aceredo que, este verano, como consecuencia de la sequía que padecemos, resurgió otra vez de entre los lodos y sus viejos fantasmas se pasean de nuevo buscando unos la sombra del Xurés y los otros, los portugueses, la del Gerés, que es la misma flora, pero con distinto acento.

Cuando ahora veo a los turistas hacerse fotos en el pueblo de los espectros, me pregunto para que sirvió construir “pantanos” -como le llaman en Madrid y en Lisboa las Eléctricas– si la energía nos la cobran a precio del oro que se llevaron los romanos. Mas nos hubiera valido dejar al Lima o Limia, según el acento que le pongas, como estaba. Era rico en truchas, salmones, reos, sollas, anguilas y demás peces sabrosos que alimentaban a propios y extraños. 

PARQUE   

Los ríos dibujan el paisaje más admirado, creando lagos, regatos maravillosos o cascadas que parecen imposibles. Sin embargo, es el Xurés quien le proporciona a esta tierra la grandiosidad de su perspectiva.

La sierra es Parque Natural desde 1992 y el trabajo de los biólogos se nota tanto en los viveros forestales de Cementerio como en los intentos por recuperar especies que, como la cabra montesa, estaban a punto de extinguirse. Desde agosto del 2007 este es el Parque Natural más grande de Europa al haberse unido los territorios transfronterizos, unión dispuesta por los gobiernos de Portugal, de España y de Galicia.

Uno de los principales atractivos de este parque natural es su gran variedad de paisajes. Aquí se mezclan sierras escarpadas con otras de formas más suaves, en las que el granito es el protagonista; pequeños ríos que discurren entre las rocas, en ocasiones descolgándose en inverosímiles saltos de agua, y espesos bosques llenos de vida.

Debido a las dos regiones de flora europea que se dan cita en este parque, la eurosiberiana y la mediterránea, la variedad de vegetación es muy elevada. Así, bosques caducifolios de robles y abedules alternan con otros de hoja perenne, como los de alcornoques o madroños. Un ejemplo perfecto de riqueza biológica que justifica que se haya declarado Zona de Especial Protección de los Valores Naturales.

El punto de partida para conocer la Sierra del Xurés es el Centro de Interpretación que se ubica en Lobios, abierto viernes, sábados y domingos, todo el año, desde las diez de la mañana. Pero te aconsejo que busques un buen guía para llegar a ese lugar indefinido en el que se oculta la belleza.

Xerardo Rodríguez