SALOMÓN Y LAS ASEGURADORAS
Por J.J. García Pena
Cuando el sensato Salomón ordenó cortar a la mitad al bebé cuya maternidad era disputada por dos mujeres sabía que la verdadera madre preferiría perder el pleito con tal de preservar la vida del inocente.
—– Es lo que hay, valor, –diría el rey sabio, a la uruguaya, al ser interpelado… ante la precariedad de recursos en su época.
Hoy en día aquel inteligente gobernante ordenaría un rutinario análisis de ADN y listo.
Lo mismo haría frente a la “inexplicable y en alza” epidemia de accidentes de tráfico en rutas bien señalizadas por dónde circulan vehículos técnicamente cada vez más confiables y confortables, con ABS, cinturones de seguridad, dirección asistida y airbags.
Salomón usaría su sentido común, gratuito y solo dependiente de nuestra voluntad, apoyado ahora por los avances tecnológicos.
¿Qué quiero decir con esto? Que las aseguradoras debieran hacer constar en sus condiciones contractuales:
“La cobertura parcial o total del conductor y el vehículo asegurado siniestrado, así como las consecuencias civiles que del mismo hecho resultaren, perderán automáticamente todos los derechos en caso de constatarse en el siniestro, descuido o distracción por el mal uso de teléfonos móviles u objetos similares en la cabina”.
Actualmente, tal cláusula sería un salomónico remedio a los miles de daños que se producen como consecuencia de los accidentes de circulación.
¿A qué esperan las autoridades y las empresas aseguradoras, tras tantos accidentes de dudosa resolución, para requisar todos los móviles y detener así la “inexplicable” epidemia? ¿Tanto cuesta peritar los últimos instantes del único o de todos los celulares a bordo? Porque muchos conductores no solo hacen uso incorrecto del suyo, sino que también atienden a lo que otros pasajeros les sugieran ver en las mini pantallas de sus teléfonos o tablets.
Eso sin contar la proliferación de videopantallas que vienen de fábrica (o no) incorporadas en el panel ¡al alcance visual del chofer! ¿Cómo se permite tal disparate? Es naturaleza inevitable de todo animal con ojos mirar hacia imágenes en movimiento.
Puestos al volante, las únicas imágenes capaces de atraer nuestra atención deberían ser las percibidas a través del parabrisas.
No nos hagamos los distraídos como con el consumo de mate al volante y asumamos la parte que nos corresponde en este drama que a todos nos afecta y a no pocos mata, o peor aún, les arruina por completo la vida.