galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

TERRA DA AMIZADE

En un DGPM le llamé Portugalia. Porque tanto en Galicia como en a Regiao do Minho es evidente la similitud del paisaje, su historia, las tradiciones e incluso la socioeconomía.  Parece que no hay distinción posible entre este Portugal miñoto y la orilla gallega.

Los modernos puentes refuerzan nuestra unión y desde siempre los dos territorios han compartido el mismo pulso, el aliento vital del padre Miño.

Lo describió muy bien el poeta cuando afirmó que las tierras de Galicia y del Alto Minho son como dos enamorados a los que sus padres quieren separar… pero ellos siempre se juntan.

Otras antiguas músicas y cantares unieron estas tierras mimadas todas por el padre de nuestros ríos. El Miño trae palabras de los poetas de Lugo, recoge cantigas de vendimia, saluda a los artistas de Ourense y busca el Atlántico entre la literatura de la antigua frontera.

Además, siempre se escuchan voces que hablan de fraternidad y crecen los puentes que la hacen posible para el futuro común.

Tanto es así que Tomiño y Vilanova de Cerveira están construyendo el primer gran parque transfronterizo del tramo final del Miño. Ya tiene nombre, O Parque da Amizade y lo que se pretende es la estrecha convivencia de minhotos y galegos sustituyendo la frontera por 245.842 metros cuadrados de espacios comunes para compartir momentos de ocio, a uno y a otro lado del río. 

El gran símbolo de este parque será el nuevo puente peatonal que unirá ambas ribeiras. Ya ha sido aprobado el proyecto de los arquitectos Burgos y Garrido, quienes calificaron la infraestructura como “Una línea sobre el Miño”.

Se trata de un nuevo puente colgante de trescientos treinta metros de longitud y cuatro de ancho con pavimento de madera y hormigón, lo que se completa con un pasamanos y una barandilla de malla metálica. Además de los peatones lo podrán utilizar los ciclistas.

Como se aprecia en la fotografía, el nuevo puente se adapta perfectamente a las características del paisaje, en este tramo en el que el Miño se entrega al Atlántico, en un sutil y hermoso acto de amor final.