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ASTURIAS Y GALICIA: EL PAISAJE COMÚN.
Ambas tienen verde piel y son hijas de la misma sierra. Y no hay fronteras. Porque entre el bosque de Muniellos y los soutos de A Fonsagrada, todo es un mismo territorio albión. Este fue el lugar preferido por los primitivos astur-galaicos…
Compartieron siempre río grande para su mayor riqueza, que nace el Navia gallego de montaña y se entrega al Cantábrico asturiano de playa.
Juntos, asturianos y galaicos, lucharon contra los invasores pueblos celtas, romanos, suevos, vándalos y alanos… y rindieron pleitesía al mismo rey Alfonso, aquel rey Casto que fue fundador de la primera iglesia del Apóstol y también organizador del primer culto xacobeo. Por este antiguo reino aún llegan peregrinos, que sigue siendo este el Camino Primitivo.
No, no hay fronteras y estas son , -aquí mismo-, las mismas tierras de prados asentados entre los profundos valles y las altas cumbres, que beben agua de cien torrentes, combinando un mosaico estético de extraordinario valor natural. Esto ocurre en Los Oscos y A Fonsagrada. En Salime y en Negueira… En Asturias y en Galicia. Y es que… No hay fronteras.
Desde O Acebo ya se alcanza esta húmeda atmósfera de invernal media montaña con su perfecta y admirable belleza. En este tiempo final del invierno el verde del bosque recupera su croma y el Navia astur-galaico, embalsado, se vuelve otra vez del color de la plata. Allá donde la vista llega es un mismo paisaje…
Y entre la alta montaña y el verde valle, entre las fragas y las fervenzas, la sensibilidad del hombre astur-galaico mantiene viva aquella aldea vieja, de casas de piedra y tejados de pizarra, en la que aún se escuchan los mismos acentos… en el mismo idioma. Porque… ¡No hay fronteras!