galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.


UN BESO AL DESPERTAR

Es lo más bonito para abordar tu alborada: recibir un beso en la mejilla, cuando aún estás en cama medio dormido y escapando de los malos sueños. Ese sí es un beso de amor, de los muy pocos que recibirás a lo largo de tu vida. Que te despierten con ese inmenso cariño que te profesa un hijo o una hija es lo mejor que te puede ocurrir. Gracias, Betiña, así cualquiera es capaz de contar historias vividas o inventadas.

SI ESTE CUENTO FUERA NOTICIA… ¿QUÉ PASARÍA?

Imagínate que esto -que es un cuento breve- se convirtiese en realidad:
El Rey va a dimitir. Y todos los senadores. Y los diputados provinciales. Y la mitad de los alcaldes y de los concejales…
Además, van a cerrar esas grandes sedes que tienen los partidos y alquilar pisos de esos que los bancos no dan vendido porque están en barrios marginales, cerca de La Cañada Real o así…
Y los sindicatos van a vivir de las cuotas de sus afiliados, que tienen muchos.
Y lo que deben los partidos a los bancos, pues… ¡Lo van a pagar los dirigentes!
Y los banqueros van a devolver al Estado los miles de millones que les dio Rajoy.
Además, van a cobrar el catastro a los curas, que no pagan nada y solo saben pasar el cepillo…
—- ¿Entonces ya no tenemos que emigrar?
—- No, emigrarían los políticos que sobran y su séquito, con lo cual en el extranjero se enterarán de lo cualificados que están…
—- ¿Y tú crees que tragarían?
—- No, pero sería bonito que estas fakes se reconvirtieran en verdades en el TD, en las radios, en los periódicos, en los digitales, en las redes… ¿A qué sí?
Lo mejor para salir de estos enredos políticos es inventar falsar realidades. ¡Prueba tú mismo!

MAS DATOS PARA EL MINISTERIO

Como quiera que llueve he ido al club de los ilustrados para ver si me enteraba bien del objetivo que persigue el Ministerio del Interior con los 42 datos que, -obligatoriamente, por decreto y bajo amenaza de multa de 30 mil euros- han de pedirle a sus huéspedes los hosteleros, los del turismo rural y hasta los arrendatarios de pisos turísticos.
—- Polo visto a norma só é para extranxeiros…
—- É tamén para os galegos si vamos a Madrid…
—- ¡O fan para protexernos!
—- ¿E para iso fai falla darlles o número da túa conta bancaria e o da tarxeta de crédito?
—- ¿E os números de teléfonos?
No solo los profesionales de la hostelería están que trinan desde este lunes pasado; a la gente viajera no le hace ninguna gracia que toda su vida esté en manos de un banco de datos. Como si fueran pocas las cookies y demás secretos que algunos han descubierto a todo dios a través de la Intranet.
Uno ya no está para emprender viajes largos que requieran alojamiento por lo menos para una noche, pero lo que sí os recomiendo es que facilitéis algunos de los datos falsos, así cuando hackeen el Ministerio del Interior estaréis tan tranquilos como nos quedamos los pobres, el otro día, cuando hackearon a Hacienda.

LOS RUMANOS DE LA TERRA CHÁ

Dicen que en Rumanía aún nacen los niños con alma errante porque descienden de aquellos gitanos de noble transitar por la vieja Europa. Es posible, pero me cuesta creer que aquella raza por la que suspiraba la Literatura romántica haya sobrevivido al exterminio nazi, al racismo europeo y al rechazo social generalizado que sufrió ese pueblo, en cuyo espejo se pueden mirar muchos otros, especialmente el nuestro.
A pesar de que su país es una de las grandes sorpresas de los viajeros que buscan cultura en el centro del continente, el pueblo rumano sufre la fama de los países donde se refugiaron los señores de la guerra, de los que se nutren actualmente las mafias que operan por toda Europa y de las que tampoco nos hemos librado los gallegos.
Pero confundir a una treintena de desgraciados con quienes llegaron en busca de la vida a este país es como ver en los gallegos que emigraron a América a los españoles colonizadores, protagonistas de las matanzas de indígenas.
Hoy quiero dar la bienvenida a mi tierra a todos los inmigrantes, vengan de donde vengan, porque con ellos creceremos. Especialmente a los rumanos, gente que trabaja de sol a sol por un salario muy inferior a los que marcan nuestras leyes laborales.
El ejemplo está en Pacios una hermosa parroquia de Begonte, cuyos montes comunales se han convertido en un mar de plástico, en el que la empresa Surexport cultiva fresas, frambuesas y arándanos. Cuando la gente de la zona comenzó a trabajar en los invernaderos no tardaron nada en despreciar el trabajo, “por fatigoso y poco rentable”, según te cuentan los propios begantinos.
Así que la empresa los fue sustituyendo por trabajadores de Rumanía, la mayor parte mujeres, que forman hoy una colonia de un ciento de personas. No sé hasta qué punto influye en la economía de Pacios, pero estoy seguro de que contribuyen modestamente a que este pueblo de la Terra Chá cobre vida y mire hacia el futuro.
Hoy te pido que no despreciemos a nadie por su procedencia, al contrario, tendámosle nuestra mano, que es gente de bien y traen paz. Nada tienen que ver con los soldados reconvertidos en delincuentes.
Por último… ¿Las autoridades laborales se han preocupado por saber si las condiciones de estos trabajadores son las mismas a las que, por ley, están obligadas todas las empresas? La Consellería de Traballo debiera de inspeccionarlas porque mucho me temo que no cumplen con las normas.

SUGERENCIA DE OTOÑO

Viejas crónicas cuentan que fueron los romanos los primeros en descubrir y disfrutar de las Termas de Laias, aguas con propiedades curativas que manaban a una temperatura superior a los cincuenta grados, con un caudal de casi 500 litros por minuto.
Lo cierto es que Laias está ubicada en una zona que se considera muy romanizada, próxima al Castro de Lás. De hecho, Tolomeo sitúa aquí la ciudad de los “turodos”, Aquae Laae. Y Flavio Dextro, cuando habla de las Aquas Quintianas, se refiere también a estos manantiales, ubicados en el barrio de As Quintás.
Estas antiguas termas son el origen de la actual Villa Termal de Laias, uno de los complejos balnearios más interesantes de Galicia. Deberías aprovechar un fin de semana de otoño para comprobar cómo se mira en los espejos del Miño.

Xerardo Rodríguez