6 DE JUNIO
El río me devolvió esta vez los recuerdos de mis escapadas en tren, cuando aún era un adolescente.
En tren íbamos los de la pandilla a bailar a la Sala Reque de O Carballiño, porque todos nos habíamos enamorado de La Vikinga, rubia como el oro y trencitas de niña buena, ojos claros de gata mimosa y un cuerpecito gentil de los que pintaban en los cuentos. Amores de antes, amoriños primeiros, de esos que nadie olvida.
El segundo trayecto de mis fines de semana en tren era el que, pola beira do Miño, conducía al Vigo del Celta de mis desamores, porque cada vez que perdía me decía a la salida del estadio…
—- ¡Seré imbécil! ¡Tres horas para venir y otras para volver y ni siquiera empatan!
Pero también disfrutaba del trayecto del Miño, cuando aquel viejo tren iba por la orilla del río camino de la Estación Ourense-Empalme. Los pueblos de las ribeiras se escondían a su paso pero el tren aquel se miraba en el agua y hacía patente el poder de hierro de su locomotora… echando humo y entonando aquel trepidante cha-ca-chá, la gran sinfonía.
Cuando llegaba por fin a la gran estación aún tenía tiempo de tomarme algo en la cantina acompañando a unos pocos que bebían la pócima del desamor de cada domingo noche. Allí, en aquella barra de granito rosaporriño, escuché algunos secretos poco contados de la postguerra.
Este martes en Vigo ya no hablan del Celta, algunos siguen dándole vueltas al AVE que va a Madrid y pasa por Compostela.
POSTAL
Hoy, ya puestos, le dije al Dr. Frame que, en Muros, Casa Petra tiene una terraza con vistas a la ría y seguro que el pescado está tan fresco como este viento nordés que echó las nubes para el mar. Dicho y hecho. Aprovecharé el día para hacer fotos raras, que no siempre los barcos pintan cuadros abstractos en el agua…
EL MITO CELTA
Tengo la mañana tonta. Ya está aquí esa calorísima que nos manda el Sáhara de los grandes misterios y me emboba la cúpula de los árboles con ese reflejo irisado de un sol que quiere ganar la sombra. Me pregunto si el horóscopo aquel que inventaron los celtas tendría algo que ver con esta luz o simplemente se fijaban en las especies y en la fecha de nacimiento de cada guerrero.
Antón Fraguas, que era el hombre que más sabía de estas cosas en Galicia, me preguntó una vez…
—- ¿Ti de que árbore caiche?
—- Pois que me lembre, de un carballo cando era neno.
—- ¿E cando naciche?
—- O 15 de Agosto do 1943.
—- Pois asegún o horóscopo celta eres valente, forte, implacable, independente, sensible, pero os cambios non che gustan, eres moi tradicional.
—- Podería ser… ¡A saber cómo son eu!
El sabio etnógrafo compostelano me explicó que los celtas relacionaban la fecha de nacimiento con los árboles para definir la personalidad de cada uno. No me extraña porque los bosques eran las catedrales de los druidas y el poder de los dioses se encontraba místicamente vinculado con cada uno de los árboles de la floresta autóctona; cada especie vegetal arbórea era consagrada a un dios o simbolizaba una virtud.
¡Debiéramos preocuparnos más por las especies vegetales autóctonas!
MEMORIA DE MINI
A Xosé Luis Rivas lo conoce todo el mundo por “Mini” y mi memoria conserva gratos recuerdos de él, de aquellos años de guerra. Acabo de verle en la tele y sigue sentado en la mesa de la utopía necesaria. Ya sabes, Mini es uno de los pioneros del nacionalismo patrio y de los grandes patriarcas de la canción galega, como líder que fue de “Fuxan os Ventos”, el grupo más rompedor en los tiempos difíciles. Lo conocí como músico de los que llevan a Galicia en el alma y admiro su pundonor político, que le llevó a ser diputado de O Noso Parlamento a sus setenta y pico años.
No hace mucho, dejó impresa para la posteridad otra de sus grandes frases:
—- Hai que normalizar o normal.
En estos tiempos de política a la baja necesitamos mucho a gente como “Mini”, con un sentimiento patriótico que emociona:
—- Galicia é un país amable para vivir, que produce de todo; un país vello que por iso non di nin sí nin non, pero que sabe perfectamente se sube ou se baixa da escaleira. Aquí entendíamos perfectamente o que quería dicir Rajoy.
Hoy también me pondré a escuchar la música que dio a conocer a nuestros poetas…
SILENCIOS
En esto que se me sienta en el otro extremo del banco mí ya venerable amiga la maestra Adelaida, como queriendo escuchar, pero sin querer interrumpir. ¡Nunca me había fijado en lo bien que suenan los silencios a dúo!
Estaba pensando otra vez en esas conversaciones hertzianas y en el descaro con el que algunos sueltan su discurso sobre la actualidad más actual; es decir, la misma de todos los días desde hace un sinfín de días. Es gente generalmente desconocida salvo la que se publicita en la tele; y no suele tener un bagaje cultural tan amplio y variado como la temática que se autoimponen, para que los oyentes comiencen el día con la cabeza hecha un bombo de esos enormes, los típicos de la “raia” portuguesa, sustitutos al otro lado del Miño del apasionado quinteto tradicional de gaitas de nuestras alboradas…
Paro, fútbol, crisis económica, turismo de ruina, ancianos que se mueren, el gobierno, la oposición, las autonomías, las autonosuyas, las elecciones que pasaron, las que están a punto de celebrarse, más líos con nombres propios, Sánchez, Abascal, Arrimadas, Feijóo…
¿A que sí? ¿A que ya empiezas a marearte, amigo mío? Pues podría seguir enumerando otros temas, incluso los banales; porque en las charlas mañaneras de las radios tampoco faltan cinco minutos dedicados a lo rosa que es nuestro mundo.
En esto Adelaida, pone fin al silencio…
—- ¿Sabes que te digo? ¡Deberíais de gobernar los periodistas! Sois tan sabios que no sabéis de nada…
Menos mal que yo ya soy un jubilado, porque la venerable maestra vuelve a tener razón…
Xerardo Rodríguez