galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

AVELINA MOUZO, LA ABUELA DE GALICIA…

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La abuela me rompió el corazón con su tristeza de vieja. Acababa de cumplir los 112 años cuando le dijo, en plena Navidad, al periodista…

—– A vellez e moi triste.

Lo dijo ella, la más longeva del país y una de las que más años vivió en esta España que los ve pasar a todos con indiferencia. Ya es curioso que solo se acuerden de los centenarios cuando avanza su record en su ya corto camino de lo eterno.

Avelina Mouzo Leis, así se llama la abuela gallega, nació en el año cuatro del siglo XX, bisiesto, en Vimianzo, en Vilar de Cereixo; aunque con el paso del tiempo siguió el curso del río Grande para asentarse en el Campo do Outeiro de A Ponte do Porto, que es parroquia de Camariñas.

—– Eu son faladora ainda que escoito regular.

Su sonrisa es ya un dibujo de aquella alegría de una juventud nada fácil, pero ya se sabe que las mujeres en esta tierra pudieron con todo. Y Avelina más que con todo: era un bebé de meses cuando las mujeres pedían pan y trabajo en España y eran reprimidas a golpes por la Guardia Civil; se crió entre el hambre y el éxodo, creció con la primera guerra mundial, fue madre por primera vez antes de la segunda y sufrió mucho en la guerra civil española.

—– De política non lle sei, nunca me interesou.

Debe ser difícil entender la política cuando pasas de una monarquía a una república, de esta  a una dictadura, para volver finalmente a una monarquía,  aunque parlamentaria.  

—– Teño algunha axuda pero válome eu para casi todo.

Ayuda tiene toda la del mundo que por algo es madre de una hija que ya tiene 85 años y le dio el placer de poder disfrutar de cuatro nietos, que a su vez le proporcionaron ocho biznietos y estos, por el momento, dos tataranietos… ¡Imagínate!

—– Eu de médicos quixen saber pouco. Vacináronme contra a gripe, pero nada mais.

A las personas muy mayores que he conocido y conozco les gusta poco ir al médico. A Manuel, por ejemplo, le pregunté un día el porqué de esa animadversión y me dijo…

—– ¡Canto menos sepa de cómo ando por dentro mellor! ¡O día que teña que marchar marcho é xa está!

Es una filosofía muy de aldea, esta, de no preocuparse con nimiedades si sabes que un buen día dejarás de intranquilizarte para siempre. Esta mañana me encontré con Asunción en el camino del Agro y a sus 85 bien llevados razonaba.

—– Para vivir ben hay que ir por la vida tranquilamente, deixar de darlle voltas a cabeza, que temos unha moi mala costume,  qué é a de matinar moito.    

Volviendo a la abuela Avelina he de contarte que desde muy niña y hasta que cumplió cien años fue palilleira y esto me hace pensar que estamos ante la mujer que mas años practicó el arte del encaje de bolillos.

Lo que más me gustaría es poder encontrar la manera de alegrarle esa vejez que Avelina Mouzo encuentra triste. A mí solo me transmite dulzura y ánimos para poder seguir contándoos historias de gente como ella; y ya sabéis que detrás de cada cuerpo viejo está la sombra del joven que fuimos.

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