galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

FENE, UN PASEO JUNTO AL MAR

El otro día estuvimos hablando de ti, Juan Barro. 

Por la aldea se recuerda tu rostro en pantalla, serio y con credibilidad, como corresponde a un presentador del país, pura raza periodística nacida de la construcción naval, en Fene; que esta mi gente ignoraba que tú habías comenzado contando otras noticias en los mejores astilleros del mundo. Tienes que venir por aquí, Juan; para demostrarles a mis paisanos lo que yo les dije, que eras el presentador más simpático que conocí a pesar de los horrores de los que informabas en tu Telexornal de TVE.

¿Sabes lo que me da rabia? ¡Que algunos no conocen Fene ni saben dónde está el único museo dedicado al humor del mundo! Por eso esta semana decidí viajar con ellos y contarles a mis lectores hasta qué punto es importante Fene. 

Está frente a Ferrol y fue siempre un lugar de paso para el turista e incluso para el peregrino a Compostela. Por eso hay un monumento al caminante desconocido en Barallobre.

Aquí se creó el primer museo de humor del mundo, por eso hay un monumento al payaso, en el parque Castelao.

Ahora que tanto se habla de memoria histórica, la memoria recuperada tiene escultura recordatoria desde hace algún tiempo en el Paseo Marítimo de San Valentín.

Y Fene mantiene vivo el recuerdo de sus emigrantes benefactores, retornados a finales del siglo XIX, aquellos a los que llamábamos indianos y que nos legaron escuelas, casas de arquitectura singular y hasta algún salón de baile, como en Cardoeiro y algun cine como el Adriano de Barallobre.

Varios parques y jardines, y dos paseos marítimos, humanizan la villa. Y si queremos playa encontraremos cuatro pequeñas calas, plásticamente finas especialmente en invierno, para pasear al lado de la ría. Están todas en la parroquia de Limodre.

Además, Fene, no pasa inadvertido por su dinamismo cultural.

Decir crisis en Fene es como viajar a través del tiempo fijando la mirada en las grúas del naval; porque era palabra frecuente en boca de aquellos abuelos que hicieron posible el mejor astillero del mundo. Es que nació de la resistencia a la par que las grúas clamaban al cielo; y creció con aquel Ferrol que el rey Felipe V convirtiera en departamental, hace tres siglos y pico.

La gente de aquí resiste. De ciclo en ciclo o de crisis en crisis.

Aquí las grúas siguen aún mirando al cielo y los astilleros son tan vitales como cuando aquel primer barco, el “Galicia”, bajó las rampas de la vieja Bazán en el año 1730.

La industria naval en Fene es todo un emblema industrial, tanto por la alta cualificación de los trabajadores del sector como por su evolución.

Lejos parecen quedar ya los tiempos de la Bazán y de ASTANO, los astilleros militar y civil que la SEPI fusionó en Izar, actualmente Navantia, la empresa de construcción naval de mayor prestigio y tamaño en Europa, que da trabajo a mas de cinco mil personas en todo el estado.

El paisaje costero del Fene más urbano sigue pues presidido por las grúas del gran astillero, en plena actividad.

Como te decía, en este lugar de ría hay mucho humor. Según Xaquín Marín, el mejor humor del mundo. Hasta tal punto que lo encerró entre cuatro paredes y lo convirtió en Museo.

Es de risa. De risa literaria o de viñeta que firman los mejores.

Y es único. En el planeta no hay otro igual.

Los de Fene se ríen hasta que la risa se pierde en su ría, que es ese lugar donde los sueños se miran en el espejo, como hacen cada día y cada noche el sol y la luna. 

De la historia te hablarán aquí los petroglifos, menhires y mámoas de Barallobre, Sillobre, Marraxón, Picoto o San Lourenzo. Son al mismo tiempo paisajes de interior de singular belleza y miradores que alcanzan casi toda la ría ferrolana.

En estos trayectos de interior, descubrirás un Fene natural bañado por los ríos Belelle y Va, con fervenzas, frondosas fragas y caminos de tierra para hacer senderismo. El espectáculo de la ría como telón de fondo es impresionante.

Una ría que es paisaje y motivo esencial del asentamiento de la Armada en Ferrolterra, ya que desde Segaño se convierte en un mar inexpugnable pero de hermosas postales en sus ribeiras, en las que hay mucho que ver y admirar… playas, fortalezas, marisqueo, la estampa diaria de los pescadores de caña…

La ensenada termina allá donde el agua se torna dulce. Es la del río Grande de Xubia, que pasa bajo el puente de origen gótico por el que, en tiempos, solo se podía acceder a Ferrol… cruzándolo.

La Ría de Ferrol desde los miradores de Fene es un mar de agua mansa y de gamelas a flor de agua.